XXV. El final

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La verdadera apariencia de Kaede, no es aterradora como la imaginaba. De hecho, la visualizaba muy mayor, quizá por todo lo que he oído sobre ella, pero físicamente se conserva bastante joven. Es esbelta, su cabello rizado y negro le llega a la altura de los hombros. Su rostro no tiene arrugas, podría hacerse pasar por una adolescente, sino fuera por el bastón que utiliza para caminar.
Mi estancia con ella, a pesar de no ser en las mejores circunstancias, no ha sido del todo desagradable. Me ha tratado bien, aunque se cohíbe a hablar sobre algunas cosas.

Ha permitido que me reúna con mi hermana, aunque ella no ha querido tenerme cerca, al menos ha regresado a su cuerpo y esa mujer prometió no usarla más, siempre y cuando cumpla con lo acordado. Le traigo la comida diariamente, es más una excusa para verla. He intentado traer el tema y el motivo de su distanciamiento e indiferencia, pero no ha querido hablar sobre ello, solo me echa de la habitación, diciéndome que no la moleste y que yo conozco la razón, pero desde el fondo de mi alma, no la sé. Siempre habíamos sido apegadas, ahora parecemos dos completas extrañas y me duele su indiferencia y trato, pero sé que tan pronto todo termine, podré irme con ella y me esforzaré en que la relación nuestra logre volver a ser como era.

Los preparativos para el ritual estaban casi listos. Mi hermana vino con nosotras a  petición de la Sra. Kaede. Es la primera vez, durante mi estadía aquí, que salimos de su castillo. Caminamos por el bosque por un largo tramo casi a oscuras, escuchando a la distancia el aullido de los lobos y sonidos de lo que parecían animales entre los matorrales, aunque no sabría distinguir qué tipo de animal. Hoy la noche se percibe muy cargada.
Llegamos a una especie de caverna, la cual estaba alumbrada por dentro. Había diversas velas blancas ya encendidas. Lo más que llamó mi atención fue la recámara que había en su interior y las personas que yacían reunidas. No sé quiénes eran, pero eran alrededor de diez personas, entre ellos cuatro mujeres y seis hombres mayores, todos vestían con suéteres y pantalones oscuros. En el centro había una roca cuadrada, del tamaño de una persona de estatura promedio. A un lado había distintos frascos, cuyo contenido no era visible desde esta distancia y copas de plata.

—¿Quiénes son estas personas? — le cuestioné.

—Testigos.

—¿De qué?

—Sus energías son necesarias para que el ritual sea completado.

Había estado nerviosa todo este tiempo, pero ahora me sentía peor. Estaba dudando de mi decisión, pero a la misma vez, tenía a mi hermana, el acuerdo con la Sra. Kaede y a Viktoria en la cabeza. Este sacrificio lo haré por nuestro bienestar y futuro.

—Te prometo que las cosas van a cambiar. Nos iremos de aquí y tendremos la vida que siempre hemos deseado. Retomaremos los estudios y viviremos juntas las dos.

Me miró de reojo y volvió a fruncir el ceño.

—¿Quién te dijo que quiero irme de aquí?

—No continuemos con esto, Isabel. Este no es nuestro lugar.

—Por supuesto que pertenezco a este lugar. No voy a irme — se alejó, hasta casi la entrada, sin siquiera permitir que le respondiera.

Estuve en espera de que la Sra. Kaede me diera las indicaciones. El kimono negro que me hizo poner me queda muy suelto. No me gusta estar así, pero todo sea por terminar con esta pesadilla de una vez.
El aire se siente cargado, por alguna razón siento un descontrol de emociones dentro de mí. A medida que transcurría el tiempo, casi no podía mantenerme de pie, es como si el cansancio estuviera a punto de vencerme.

Tendí mi cuerpo en la roca a petición de la Sra. Kaede. No había notado que había una grieta, donde se apreciaba la luna. Era una vista hermosa, única, pero a su vez, espeluznante. Las franjas alrededor de la luna se veían de color naranja, pero poco a poco iba cambiando el color, a un tono rojo claro e iba oscuriéndose. Ambos colores se combinaron a la perfección. Estaba hechizada apreciando esa belleza en su máximo esplendor, cuando capté más de cerca el aullido de los lobos. Parecían lamentos, más que aullidos.

Luna Roja [✓] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora