S2. Inseguridad

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Mientras Viktoria se encargaba de la cena, traje a Isabel conmigo a la habitación. Miré mi seno y ya no se veía ninguna marca de sus dientes, pero la batola aún tenía rastros de sangre.

—¿Por qué hiciste eso, Isabel?

Sé que no iba a recibir una respuesta a mi pregunta, pues en estos momentos es una bebé, no creo que recuerde su vida pasada, mucho menos que pueda hablar conmigo como solía hacer a través del espejo.

Acosté su cuerpecito sobre la cama y examiné cada parte de el. En su espalda baja tenía dos diminutas escamas, alrededor de ellas se notaba su piel irritada. Aunque las toqué con gentileza, no pareció que le doliera al tacto. Su piel es tan blanca, suave y fría. Tiene tanto de Viktoria.

Retomó la postura, sentándose en la cama y volvió a abrir la boca, y fue como una reacción casi inmediata, pues me protegí los senos con las manos, solo por si acaso.

—No vuelvas a hacer eso, por favor.

—Ma… — balbuceó, flexionando todos los dedos de sus manos, como si estuviera rogándome que la tomara en mis brazos.

Es demasiado tierna. Me derrite el solo hecho de mirarla.

—Tienes hambre, ¿cierto?

No sé si salga algo de mí. Los pechos durante el embarazo me dolían, incluso se apreciaban recrecidos, pero desde que me levanté esta mañana, no he sentido dolor alguno en ellos, a excepción de su mordida. Tengo miedo de intentarlo y que me muerda otra vez.

—¿Me prometes que serás buena, Isabel? Me gustaría intentarlo, pero hace unos minutos me mordiste muy fuerte. Si no hubiera sido por Viktoria, aún estuviese sangrando. No puedo hacerme la desentendida, pues en cierto modo, ahora eres mi hija y necesitas alimentarte de alguna forma.

A pesar del miedo que me invadió, la tomé en mis brazos, sentándome con ella en el borde de la cama y dejando visible mi seno derecho. Estuve atenta a cualquier acción suya, pero se veía bastante curiosa, tanto así que encontró mi pezón rápido y lo succionó tan fuerte que de mi garganta se escapó un quejido, el cual traté de silenciar rechinando los dientes. Un calor se esparció por toda esa zona, a medida que succionaba. Sentía que realmente estaba saliendo algo de ellos, aunque no sabía si era lo suficiente como para calmar su hambre. Cerró los ojos, descansando su mano en mi pecho y cada vez succionaba más lento. Fue un momento muy emotivo para mí. Ya no me sentía tan inútil y eso me trae la calma que necesitaba en mi alma, luego de esas palabras tan hirientes de Viktoria.

—Viktoria se muestra muy dura contigo también, pero sé que en el fondo, no le eres indiferente. Después de todo, eres parte de ella también. No solo por llevar su sangre, sino porque eres idéntica a ella.

Soy yo quien no comparte nada más con ella. Si tuvimos a Isabel fue porque era la única forma de traerla de vuelta, no sé por qué me empeño en creer que soy especial para ella. Al final, solo soy ese frasco viviente donde guarda su esencia, por eso me quiere cerca.

Luna Roja [✓] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora