XVI. Espejo

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Acarició su mejilla, sin dejar de mirarme. 

—Que sea la primera y última vez que te atrevas a golpearme. 

Salí corriendo de la habitación, bajé las escaleras y abrí las puertas del castillo. No me importó salir en toalla en medio de la tormenta y el frío. El cuerpo de mi hermana no estaba tendido en el suelo, pero alcancé a ver a la distancia cuando trepó el muro y cruzó al otro lado; parecía un animal, se movía muy rápido. 

—¡Isabel! 

Todavía no podía procesar o comprender lo que había ocurrido. Yo sé lo que vi. No estoy enloqueciendo. Necesito encontrar a mi hermana. Existen muchos peligros ahí fuera. 

—¿Cómo es posible que se levantara luego de eso? — le interrogué a Viktoria—. ¿Cómo es posible? ¿Qué está pasando aquí? 

—Te dije que esa no era tu hermana, pero no me creíste. 

—¿Dónde está Isabel?

—A Kaede le gusta poseer almas débiles; seres fáciles de manipular. Su energía ya no es la misma, por eso no ha podido recuperarse por completo. Aunque de cierto modo me preocupa que logre fortalecerse y que tu hermana le ayude. 

—¿Quién es Kaede y qué quiere con mi hermana?

—Conociendo a esa bruja, hará lo posible por devorar el alma de tu hermana. En el momento que ella se manche las manos por elección propia, tomará el control absoluto de su cuerpo — volvió a mirarme—. Tu hermana guarda un profundo odio hacia alguien, por eso se volvió un objeto fácil de manipular. 

—¿Bruja? No entiendo nada. Mi hermana siempre ha sido una buena chica. No conoce lo que es ese sentimiento tan dañino. 

—A veces creemos conocer bien a una persona, hasta somos capaces de meter las manos en el fuego por ellas, pero no te dejes llevar por las apariencias, pues ellas engañan. En el fondo, todos los seres humanos guardan un lado oscuro, en el cual ocultan sus verdaderos sentimientos. Todos en algún momento experimentan lo que es el rencor, la ambición, la envidia y el orgullo. El ser humano es traicionero por naturaleza. 

—¡Mentira! No todos somos así. 

—Tu alma no está tan limpia como intentas aparentar. En ti veo mucho odio y resentimiento. Odias a tu madre porque nunca fue una para ti y tu hermana, y odias a ese hombre que las abandonó. ¿A quién intentas engañar? Eres como un libro abierto. 

—No los odio. 

—Sí, lo haces. Pero no importa, cada quien obtiene lo que merece. Tal vez tengas la oportunidad algún día de cobrar lo que les hicieron. 

—Tenemos que ayudar a mi hermana — cambié el tema intencionalmente. 

—No podemos entrar a dónde la llevará. 

—¿A dónde la llevará?

—A la tierra de las brujas. 

—¿Y cómo recuperaremos a mi hermana? Tu tienes que ayudarla. Si ella te quiere a ti, ¿por qué tomó a mi hermana? 

—Porque no pudo tomarte a ti anoche. 

—¿Qué? Entonces, ¿lo de anoche no fue una pesadilla? 

—Es un alivio que no recuerdes nada, o pondrías el grito literalmente en el cielo. 

—¿Por qué lo dices? 

—Intuición femenina, supongo. 

—¡El espejo! 

—¿El espejo? ¿Qué espejo? 

—Yo vi a una mujer detrás del espejo — la llevé a mi habitación, pero el espejo no estaba —. ¿Dónde está? 

—En el castillo nunca han habido espejos. 

—¿Qué?

—Odio los espejos. 

—¿Por qué los odias? 

Guardó silencio, barriendo la habitación con la mirada. 

—Porque son traicioneros.

Luna Roja [✓] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora