S2: Infortunio

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Para mí, hoy es un día deprimente. Siento que una maldición cayó sobre mí desde el día en que nací. Anhelo ser libre. No quiero más clases de etiqueta, o de cómo ser la esposa perfecta. ¿Cuántas veces no he pasado por esto? Estoy cansada de seguir y cumplir con sus normas y reprimir mis deseos. ¿Cuántas muertes más deben haber, para que desistan de casarme con alguien más? 

Desde que cumplí mis veintiún años, consideraron que estaba en la edad perfecta para contraer matrimonio con el segundo príncipe. Según mis padres, la única y mayor aspiración que podía tener en la vida, era convertirme en la mujer perfecta, capaz de atraer al hombre perfecto. 

Ahora que he cumplido mis veintitrés años, no puedo decir lo mismo. Antes tenía esperanzas de encontrar al hombre indicado, hasta creía en todas esas estupideces que mis padres me hacían creer. En mi espalda cargo con la muerte de dos príncipes. La mala suerte me sigue a todas partes. 

He estado a punto de casarme dos veces, pero por desgracia, o no sé si es por fortuna, mis prometidos no llegan al día de nuestra boda con vida. Los rumores se han esparcido por el pueblo y el reino. Dicen que solo provoco desgracias y mala suerte. Aun así, mis padres han sido persistentes, cuando de elegir a alguien se trata. 

Mi nuevo prometido me está esperando; el príncipe ha venido desde muy lejos para verme, pero con las malas experiencias que he tenido, no siento ganas de bajar. 

El vestido victoriano que elegí es de seda negra, con mangas largas tipo Julieta y cerrado en el pecho con encajes de corsé. La falda es larga con varios escalones, cada uno más corto que el anterior.

Peiné mi cabello castaño delante del espejo. Las ondas naturales caen a la altura de mis codos. No quiero esto más, ¿por qué me obligan a esto? 

Elvira entró a mi habitación y puso el grito en el cielo. 

—Princesa, ¿por qué está vestida así? Si sus padres la ven, será castigada. Esta es una ocasión de celebración, ¿acaso no sabe que el negro es fúnebre y atrae la mala suerte? 

—Tal vez estoy anticipando un funeral.

—No diga eso, por favor. 

—Estoy cansada de lo mismo, Elvira. ¿Cuándo acabará esta pesadilla? 

Bajé las escaleras con ayuda de las empleadas. Caminé despacio, con intenciones de tardar lo más que podía. 

—La princesa está por unirse — les avisó Elvira. 

Aparecí de la nada, llamando la atención de todos en la mesa. 

—¿Qué haces vestida de esa manera? — mis padres fueron los primeros en levantarse de la silla y mostrar su descontento—. Elvira, lleva a mi hija a la habitación y que se cambie ese vestido por el que escogimos juntas. Lamentamos mucho esta situación, príncipe Arthur. Nuestra hija se ha equivocado de vestido. Espero pueda disculparla. 

—No, no me he equivocado. Me gustan los vestidos negros. ¿A usted no? — mi preguntaba iba dirigida a él.

El príncipe Arthur no lucía sorprendido o molesto ante mi comportamiento. Debía ser más que evidente mi descontento y desaprobación.

Él luce más mayor en persona. Tiene un lunar en la frente, tan grande que parece un moretón. De estatura es más pequeño. El traje le quedaba abultado por su panza. No es para nada atractivo, a como mis padres lo describieron.

Luna Roja [✓] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora