S2. Isabel

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 A medida que pasaron los meses, mi salud se fue deteriorando. Mi barriga fue creciendo a una velocidad inaudita y preocupante. Las náuseas, vómitos, y sangrados, no era lo peor, se trataba más bien de los dolores agudos que sentía, desde que comenzaba el día, hasta que culminaba. 

Han pasado muchas horas desde que entré en labor de parto. Los dolores cada vez son más fuertes e insoportables. He visto el sol asomarse por la ventana y luego la luna tomar su lugar. Viktoria ha estado presente en todo momento y asistiendo a la partera, pero mi fuerza no es suficiente. No me quedan lágrimas o fuerzas para continuar. Me sentía tan débil que me estaba costando hasta levantar las manos. Mi garganta me dolía por todo lo que he gritado. Me sentía muy cansada. 

—¿Qué está pasando? — preguntó por décima vez Viktoria.

—No lo sé. Ella ha estado haciendo el intento, aun así, la criatura se rehúsa a venir a este mundo. Si esto no se acaba pronto no podrá lograrlo y podemos perderlos a los dos. La señora está perdiendo mucha sangre. 

—No, no dejes morir a mi hermana, Viktoria. A ella no, por favor — le rogué—. Yo me esforzaré, les juro que lo haré. 

—Busca más paños húmedos— le ordenó a la partera, y ella nos dejó a solas—. ¿Estás consciente de lo que estás haciendo, y del peligro en que te encuentras, Emma? ¿Por qué piensas tanto en lo demás y no en ti? Llevas más de veinticuatro horas sufriendo. Tu cuerpo está muy débil, adolorido y agotado. Aunque por dentro quieras hacer todo lo posible por salvar a tu hermana, es tu cuerpo quien no puede tolerarlo, aun así, te niegas a renunciar. Eres una terca. 

—En mi otra vida fallé como hermana. Se supone que debía protegerla y no lo hice. Ella merece esta oportunidad de vivir, mucho más de lo que lo hago yo. 

—Te perdí una vez, pero eso no volverá a ocurrir. 

Su mano descansó sobre mi pecho y sentí un calor esparcirse a través de el; un fuerte pulso irradiaba de su mano. Sentí que mi corazón comenzó a latir muy fuerte y la debilidad se fue disipando, hasta provocar que las contracciones volvieran a invadirme de nuevo. Mi cuerpo cobró energías, permitiendo que pudiese pujar con más fuerza. La partera entró a la habitación a asistirme con prontitud. El dolor se agudizaba en mis entrañas, pero fue más llevadero y tolerable luego de lo que hizo Viktoria. 

Tras el último empujón, sentí un gran alivio, como si me hubiera liberado de una inmensa carga. Oímos el llanto de nuestro bebé retumbar en la habitación y eso hizo que todo lo que había pasado anteriormente; los dolores, las lágrimas, la debilidad, la preocupación y la tristeza, pasara a un siguiente plano, pues ya mi hermana estaba aquí. 

—¿Qué me hiciste? — murmuré. 

—Tú eres parte de mí. Te puedo dar energía, de la misma forma que te la puedo quitar. No te vas a volver a escapar de mí. 

Aunque tiende a hacerse la dura, algunas veces muestra su lado bondadoso. 

La partera nos acercó a Isabel y verla fue como una sobredosis de azúcar directa al alma. Era la niña más hermosa que haya contemplado alguna vez. No podía creer que de mí hubiera salido tanta perfección. Su parecido a Viktoria era caótico; diría que era como ver una pequeña versión de Viktoria; su piel pálida, labios de un tono rojizo natural, su cabello blanco, todo eso lo heredó de ella. Sus ojos aún estaban cerrados, pero se veía muy serena, a pesar de haber estado llorando hace unos instantes. 

Se notaba a simple vista que Viktoria estaba curiosa y analizándola con detenimiento. No puedo descifrar lo que piensa, pero sus ojos se ven brillantes. Me gustaría saber qué está sintiendo en este momento, si se siente igual de emocionada y feliz que yo. 

Luna Roja [✓] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora