IX. Insulto

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—¿Estás mal de la cabeza? 

—En la forma en que admiras mi cuerpo, solo lo haría alguien que esté teniendo pensamientos pecaminosos. 

—Tú eres una mujer, aparte de eso, eres la hermana de mi esposo. 

—¿Qué dices? — se tapó la boca, soltando una quisquillosa risita—. ¿No sientes un poco de vergüenza, llamarle esposo a alguien que no tiene intenciones de ocupar ese puesto? — su acercamiento fue tan repentino que no tuve oportunidad de evitarla—.  Eres tan adorable, pequeña criatura — su dedo índice descendió a mi barbilla—. Somos mujeres, y entre mujeres nos entendemos mejor, ¿no te parece? 

—¿Criatura?

Sentí que el manguillo de mí blusa cedió y mi sostén quedó a la vista suya. Me tapé con ambas manos y ella sonrió como si eso fuera gracioso. 

—Son pequeñas, pero en las manos adecuadas, se pueden hacer maravillas. 

—¿Ya acabó? ¿No sabe hacer otra cosa que no sea burlarse de mí?

—Emma, cálmate, ella solo está bromeando — mi hermana se metió en medio de las dos y le tomó las manos—. Oye, Srta. Viktoria, ¿hay alguna forma de hacerlas más grandes? 

—¡Isabel! — le grité, avergonzada por su pregunta. 

—Aún estás pequeña, te falta mucho por crecer, no te desesperes — le respondió, aún mirándome. 

¿Qué le sucede a mi hermana? Últimamente está actuando muy extraño y haciendo preguntas fuera de lugar. 

—¿No van a entrar? Las he traído a divertirse. El agua está en su punto.  

Mi hermana no dudó en quitarse la ropa y quise taparla de esa depravada, pero me echó a un lado como si yo no fuera nada. ¿En qué momento comenzó a confiar ciegamente en ella, más que en su propia hermana? 

Entraron al agua y vi que se estaban divirtiendo entre ellas. Para ser honesta, no quería entrar al sentirme tan mal y descartada, pero sentía que esa mujer me estaba insistiendo con la mirada que cada cierto tiempo me daba. Solamente me terminé de quitar la blusa y el pantalón, quedándome en ropa interior y me sumergí en el agua caliente. La temperatura afuera está fría, pero esto se siente bien, es como si pudiera relajar cada músculo de mi cuerpo.

—¿Por qué tan distante? ¿Todavía estás enojada? 

Aunque el agua le llegaba hasta el vientre, todavía se podía ver a través de ella su parte íntima. ¿Realmente no siente vergüenza al estar así delante de dos desconocidas? 

—No pienso perder mi tiempo discutiendo con alguien como tú — nadé hacia el lado contrario a ellas, alejándome en dirección a donde fluye el agua. 

Observaba las grietas y la corriente de agua. Es una estúpida insoportable. 

—Cuidado con lo que dices  — escuché su voz detrás de mí y la corriente del agua agitarse. 

—¿De qué hablas? — se me tensó todo el cuerpo de nuevo—. En primer lugar, ¿cómo demonios has llegado tan rápido a mí? 

—Si vas a insultarme, al menos hazlo de frente. 

Me levanté de golpe y me volteé para enfrentarla y me arrepentí al instante de haberlo hecho. Mi mirada se desvió a sus pezones que sobresalían de su melena. La valentía que había sacado para enfrentarla, desapareció por completo. No me atreví a pronunciar palabra alguna. De hecho, no sabía a dónde mirar. Aunque buscaba convencerme a mí misma de no mirarla, de que era incorrecto y vergonzoso, mis ojos me traicionaron. 

Luna Roja [✓] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora