XVII. Sangre

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—También había una figura.

—¿Una figura? 

—Sí, la encontré en la biblioteca. 

—¿Dónde está esa figura? 

—No lo sé, la dejé encima de la mesa. Esa mujer del espejo me advirtió sobre mi hermana. Sé que no me crees, pero te juro que yo sé lo que vi. Era una mujer hermosa, de ojos cafés, cabello rubio largo y ondulado. Ella me avisó que mi hermana estaba detrás de mí. Bueno, en ese momento no era mi hermana, pues estaba transformada en un monstruo.

—¿Te aterran los monstruos? Entonces con más razón no debes quedarte aquí. Este lugar está infestado de ellos, ¿y sabes qué es lo más escalofriante y terrorífico? Que lucen igual de inofensivos que tú, hasta que confías ciegamente en ellos y les das la espalda. Mejor ve a hacerle compañía a mi madre, aquí no harás falta. 

—¿Esa es tu forma de resolver las cosas? De aquí no me voy hasta que me regreses a mi hermana. 

—Entonces, ¿qué vas a ofrecerme a cambio?

—¿Ofrecerte? Eres una cínica. Por tu culpa mi hermana está en manos de esa supuesta bruja. 

—Otra vez repartiendo tus culpas. Si tu hermana está en sus manos, es porque es débil y te odia con toda su alma. 

—¿Por qué mi hermana podría odiarme? Es mi hermana. Hemos estado juntas toda la vida. Yo la amo. 

—Eso solo te lo podrá responder ella. Te ves muy pálida. Será mejor que comas algo. No te he visto alimentarte bien. Así cómo estás, no llegarás muy lejos — salió de la habitación y la seguí. 

—Si te queda algo en ese frío corazón, devuélveme a mi hermana, por favor. 

Se detuvo en medio del pasillo y me miró por arriba del hombro. 

—¿Frío corazón? — enarcó una ceja—. ¿Un insulto disfrazado? ¡Qué lindas palabras! — sonrió—. Vístete. Te espero en el comedor. 

—No me dejes sola. 

Pensé que se negaría luego de la discusión que habíamos tenido, pero me acompañó a mi habitación y me dio privacidad manteniéndose de espaldas mientras me ponía la ropa. Luego bajamos al comedor, pero no vi a los mayordomos en la cocina.  

—¿Dónde están los mayordomos? 

—¿Qué mayordomos? En esta casa solamente hemos estado viviendo las tres. 

—¡No me fastidies, Viktoria! Estás jugando con mi cabeza. 

—¿Y aún queda algo en ella? 

—No me estés tratando como loca. 

—Todo lo que has visto hasta ahora es producto de tu imaginación — señaló hacia la cocina, y vi a uno de ellos asomarse. 

Suspiré aliviada, sintiendo que me liberé de un gran peso. Sabía que no estaba del todo loca. 

—Muy pronto para suspiros — susurró en mi oído, y brinqué del susto, al ver físicamente al segundo mayordomo, pero era la voz de Viktoria. 

Viktoria no estaba en su silla, pero en los labios de ese mayordomo se reflejó una sonrisa. 

—¿Este es el tipo de hombre que te gusta? — se sentó de nuevo en la silla, y sentí que alguien descansó su mano en mi hombro—. O tal vez te gusta más esta versión del caballero perfecto— Viktor apareció detrás de mí, pero era la voz de Viktoria. 

—¿Significa que todo este tiempo has sido tú? ¿Cómo haces eso? — cuestioné asustada, sin saber a dónde más ir—. ¿Quién eres realmente? 

—Soy todo en una — la figura de Viktor y el mayordomo desaparecieron en el aire, como por arte de magia.

No podía creer lo que estaba ocurriendo frente a mis ojos. Me sentía engañada, aterrada, pero asombrada y curiosa a la vez. Ya no sé lo que es un sueño o la realidad. 

—Si puedes cambiar de apariencia, ¿por qué no te transformas en esa bruja y traes a mi hermana de vuelta? 

—La única apariencia que puedo adoptar, son de personas que hayan muerto en mis manos. 

Ese dato sí era perturbador. Era un dato que hubiera preferido no saberlo. 

—Entonces no me equivoqué. Eres una asesina. 

—¿Y eso en qué te afecta? — ladeó la cabeza, en espera de mi respuesta. 

Tragué saliva, volviendo a tomar asiento. Lo mejor será mantener la fiesta en paz con ella. No volveré a provocarla, ni a decir o hacer algo que la moleste. En sus labios se dibujó una sonrisa, como si me hubiera entendido. 

—¿Cómo podemos entrar a la tierra de las brujas? 

—Es peligroso para una mortal como tú. 

¿Para una mortal como yo? Siempre enmarca que soy débil. Ha hecho más que evidente que ella no es humana como yo, digo, ¿qué humano podría hacer lo que ella hace? Entonces, ¿qué es? ¿Un demonio? ¿Una bruja? ¿Tal vez esto es otra pesadilla más? 

—No me importa cuán peligroso sea. Soy capaz de todo por mi hermana. 

—¿Qué vas a ofrecerme a cambio? — insistió. 

—¿Otra vez con lo mismo? 

—Si quieres a tu hermana de vuelta, deberás hacer un sacrificio. 

—¿Qué tipo de sacrificio?

—Sangre a cambio de sangre. 

Luna Roja [✓] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora