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Sinceramente, no sabía cuánto había tomado, ni siquiera sabía a quien le estaba pidiendo las bebidas, a estas alturas todo lo veía movido y distinguir a los gemelos de esa manera era un verdadero reto. El punto es que ya no estaba en sus sentidos y eso era muy claro.

La última vez que vió a su amigo éste se estaba besando con una chica, en realidad, se estaban comiendo las bocas. Esperaba que al menos hayan tenido un poco de conocimiento para dirigirse a las habitaciones, no quería que su mejor amigo se viera envuelto en un escándalo por hacer un show en vivo y directo.

Mei estaba en lo suyo, pasando un buen rato con los chicos en la planta baja, ella se acordaría de la existencia de sus amigos cuando bajen a buscarla o presienta que las cosas no van del todo bien. Esta última cosa mencionada, la sabría a raíz de la primera, por lo tanto, todo iba excelente.

Volviendo a nuestra protagonista. Ahora quería bailar pero todos los chicos que se atrevían a invitarla eran más bajitos que ella y esto no le gustaba, así se concentró en buscar a alguien más alto que ella o al menos de la misma estatura.

Para su mala suerte, al chico que encontró con esta característica, huyó luego de ponerse bastante nervioso.

— Lo siendo, es algo tímido con las chicas — se disculpó su amigo, yendo detrás del otro para continuar con su conversación.

Entre su borrachera y todo, logró pensar en algo que tenía un tanto de lógica 'no todos los chicos altos están de pie, algunos pueden estar sentados'. Con esto resonando en su cabeza, comenzó una búsqueda visual en las personas que estaban sentadas en los sofás. Maldijo al ver que quien encontró primero era nada más ni nada menos que Hanma Shūji, descartando esa idea inmediatamente, pues sabía que al idiota le iba a valer un comino el hecho de que ella sea ex de su mejor amigo y era muy probable que se terminará aprovechando de la situación. Se alejó lo más que pudo de ahí para ni siquiera estar a su vista, y siguió buscando.

Y entonces lo vió, a su ángel caído del puto cielo, quien la sacaría de esas ganas de bailar que hacía que le picaran los pies. Estaba solo y hablando por teléfono, parecía quejarse de algo.

— Ya te dije que no me voy a disculpar con Emma por algo que ella hizo, Mikey, eso es estúpido... No me interesa... Eso tampoco me interesa... No lo sé... Argh, que no sé, maldita sea... Ella es la paranoica... Voy a colgar... Ese es tu problema... — le hablaba al teléfono, parecía pelear con alguien.

— Oye — lo llamó con voz suave, tocando su hombro ligeramente para que supiera que era con él.

— Dime — respondió con la misma suavidad, tapando el micrófono de su celular.

— ¿Quieres bailar conmigo? — preguntó, extendiendo su mano en dirección al chico de la trenza.

El pareció dudar unos momentos. Ya dolía su cabeza de tanto escuchar la voz de su novia peleando por estupideces y su mejor amigo quejándose de que él tenía que soportarla cuando quería estar en la fiesta junto a sus demás amigos. Si estaba en esa fiesta era para disfrutar, no para quedarse sentado viendo cómo los demás estaban felices y el hundiéndose en estrés.

— Claro — respondió en una leve sonrisa, colgando el teléfono y apagandolo para que éste no molestará en todo lo que restaba de fiesta.

Se sorprendió un poco cuando se levantó y estuvo frente a la chica, ésta era un poquito más baja que él, quedando sus rostros casi a la misma altura. Se rió mentalmente al imaginarse la razón por la cual ella lo invitó específicamente a él, y no a cualquier otro chico de la fiesta.

=•=•=

Pasaron de un baile tranquilo, a uno en el que sus cuerpos se restregaban descaradamente. Perdieron la cuenta de cuantas canciones habían bailado juntos, por obvias razones la confianza fue aumentando cada vez más, a tal punto que se atrevían a tocar de más o acercarse peligrosamente sin romper el contacto visual. Si, alta tensión que se había creado en unos cuantos minutos, las personas a su alrededor no se percataron de este detalle, ya que éstas se encontraban muy ocupadas en lo suyo.

Las cosas subieron de nivel cuando la música cambio nuevamente y ella se giró para pegar su espalda el pecho del chico, quien la sujetó por las caderas sin pena alguna para apegar más el trasero femenino a su entrepierna. Ya no estaban bailando, estaban teniendo sexo con la ropa puesta y algunas parejas que bailaban a su alrededor comenzaron a hacer lo mismo.

A los pocos segundos, se giró nuevamente para quedar cara a cara con él, está vez mucho más cerca que las anteriores ocasiones. Sus narices de acariciaron entre sí, mezclando sus respiraciones. Él sonrió pícaro ante todo lo que ocurría, ella decidió romper el silencio que había entre ambos con unas simples palabras que dieron el inicio de todo.

— ¿Me besarás ahora o tendré que esperar a la próxima canción? — preguntó a centímetros de los labios contrario.

El chico de la trenza no pudo esperar y la tomó por la nuca para poder besarla, como era previsto, correspondió sin resistirse ni un poco. Beso que al principio fue uno suave sin segundas intenciones, se volvió salvaje, hambriento y profundo.

Terminando ella con la espalda pegada en la pared, mientras el del tatuaje de dragón tenía sus grandes manos sobre su cintura, apretándola con fuerza, a la vez que recorría su cuello con besos húmedos, provocando una incontable cantidad de escalofríos en la chica.

Con algo de sentido común, decidieron irse a una de las habitaciones para continuar con lo que dejaron a medias, está vez con más privacidad.






En fin, Doraken-kun infiel.

Bye bye~

Cometiendo errores • DrakenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora