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— Bájame —.

— No —.

La llevaba cual saco de papas en su hombro por los pasillos del segundo piso, buscando una habitación vacía donde nadie molestara.

Grave error el de Mikey cuando la dejó sola por tener que ir al baño, había perdido la oportunidad de pasar la noche con ella.

— Bájame o te vómito la espalda —.

— Hazlo, nada me cuesta quitarme la ropa... Odio este maldito disfraz, me harías un gran favor —.

Miró hacia todos lados verificando que todo estuviera vacío, abrió la puerta de la habitación y la dejó sobre la cama para luego cerrar con seguro.

— ¿Y...? —.

— ¿Que mierda crees que hacías? — le preguntó irritado, presionando sus ojos con los dedos.

— Buscaba divertirme lo que quedaba de la noche pero el idiota del que me enamoré me arruinó los planes jaja~ — se dejó caer completamente sobre la cama, sintiendo con sus manos lo suave que eran las sábanas.

Ken estaba congelado.

Se le acababa de confesar cómo si nada y estaba completamente tranquila entretenida con las sábanas de la cama.

Bueno... Estaba muy borracha.

Se tranquilizó al saber que ella no recordaría nada más tarde. Cómo deseaba estar igual de borracho para tampoco recordarlo.

— Oye, no te duermas — la regañó.

Suspiró pesadamente cuando no obtuvo respuesta, ya se había quedado dormida.

Le quitó el disfraz, esas cuerdas por todo su cuerpo debían ser incómodas a la hora de dormir, al igual que sus sandalias y pasadores. Recordó que ella llevaba lentes de contacto, por lo que revisó sus ojos, dándose cuenta que solo contaba con uno de estos, así que lo retiró con cuidado y lo tiró a la basura porque ¿De que le serviría tener uno solo?.

La miró... Estaba en ropa interior, tumbada sobre la cama en un sueño profundo.

Recordó que llevaba una camisa debajo de su disfraz, era un fastidio tener que quitar todo lo de encima para sacarse esa prenda y luego volver a poner todo de nuevo... Pero no podía dejarla ahí tirada con sólo la parte inferior de su ropa interior.

Le logró poner la camisa con dificultad, en un momento pareció que iba a despertar pero se estaba acomodando para siguir durmiendo.

— ... Hablaremos después — dijo en voz baja, saliendo de la habitación en silencio.

=•=•=

10:37am. El horrible dolor instalado en su cabeza la obligó a abrir los ojos, encontrando un panorama completamente borroso por la falta de sus lentes.

Al momento de querer levantarse de la cama, un par de brazos impidieron su accionar. Alarmada miró a ambos lados, obligando sus ojos a que enfocarán un poco.

Kisaki y Rindo...

Pero eso no era todo, pues distinguió dos siluetas más al lado de los mencionados, siendo Kakucho y Ran. Dejándola a ella en medio de los cuatro, quedaban un poco apretados pero no incómodos.

Salió con cuidado tratando en todo lo posible de no despertar a ninguno de los chicos. Pero se llevó un susto que casi la hacer gritar al momento de poner un pie fuera de la cama y sintir algo extraño.

Pronto el susto pasó a ser diversión. Todo el equipo de básquet junto algunos adicionales cómo lo eran Hanma, Izana y Shion, se encontraban durmiendo en el suelo y sillas de esa habitación. El responsable de asustarla fue Shūji, al instante en que su pie tocó su rostro.

Salió del cuarto en silencio, bajando a donde anteriormente era la fiesta.

Miró el lugar y no era muy diferente a la habitación de la que había salido. Unas cuantas personas dormidas en el suelo, mesas y sofás, otros despertando para irse a sus casas o ayudar a limpiar un poco el desastre.

Esquivando cómo podía todo los objetos borrosos que se interponían en su camino, llegó a la cocina. Ahí se encontró con las chicas y otras personas, entre ellos Draken.

— Buenos días — dijo por educación, buscando un vaso para tomar agua.

— Linda camisa — le dijo Mei entre risas.

— Gracias... No tengo idea de quién es — hizo una pausa de algunos segundos, tratando de recordar — nope... No sé de quién es —.

— Quien sabe — dijo Emma — seguro le pertenece a alguno de los chicos que estaban contigo anoche, se ve que te cuidan mucho... Quizá uno de ellos se tomó el atrevimiento de cambiarte —.

— Posiblemente... Oh! Creo saber quién fue —.

En eso entra Ran adormilado, seguido por su hermano. El primer nombrado apenas distinguió a la chica se acercó a ella y la abrazó por detrás, dejando reposar el mentón en su hombro. Por instinto, las manos femeninas comenzaron a dejar caricias suaves sobre su cabello suelto.

— ¿Fuiste tú quien me cambió? — preguntó al mayor. Él era su principal sospechoso.

Ran conectó disimuladamente miradas con Draken por unos segundos, para después responder tranquilo y con una pequeña sonrisa.

— Si, fuí yo... Pero no debes preocuparte, en ese momento estabamos a solas y puedes confiar cuando te digo que no ví nada indebido —.

— Lo sé... Pero... ¿De dónde sacaste la camisa? —.

— Se la robé a un tipo que estaba borracho... No te iba a dar la mía, sé que no me la devolverías —.

— JAJAJAJAJA — Mei soltó una carcajada junto a la chica alta y Norman. Los tres sabiendo que eso era completamente cierto, ya se lo había hecho con una sudadera.

A diferencia de su hermano, Rindo no estaba de acuerdo con mentirle a la chica.

Desde que vieron cómo Draken la llevaba en contra de su voluntad hacia una de las habitaciones, decidieron seguirlo y averiguar que planeaba hacer. Cuando el alto chico se encontró con los dos hermanos entró en pánico y compró su silencio a cambio de que dijeran aquella mentira.

El menor de los Haitani no paraba de mirarlo mal, ganándose un pequeño golpe en la cabeza por parte de su hermano.

No te metas — escuchó susurrar a Ran.




Bye bye~

Cometiendo errores • DrakenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora