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No es muy explícito... Creo jeje~


— Toma, estás cosas son para Mei — le entregó la bolsa de sus compras al chico de ojos cómo la miel.

— No entiendo ¿No vendrás? — preguntó confundido en demasía.

— Nope, tengo algo que hacer — señaló sutilmente al chico sentado en la banca. Su amigo entendió de inmediato, no preguntando más al respecto — le dices a Mei que mañana temprano estaré ahí —.

— Vale, yo le digo... Diviértete — le guiñó un ojo, arrancando el auto, yéndose a una velocidad moderada.

— ¿Nos vamos? — preguntó el de la trenza, viendo directamente a la chica.

— ¿Tan ansioso estás que te dejó de importar la lluvia? —.

— No queda muy lejos de aquí, corriendo se llega rápido —.

— Bien, te sigo... Si me resfrío será tu culpa —.

— Jaja~ okey —.

=•=•=

— ¿Vives solo? — quitando sus empapados zapatos y parte de su ropa que estaba en las mismas condiciones.

— Así es — respondió, haciendo lo mismo que la chica.

Sin que ella se lo pidiera, tomó la ropa mojada y la metió en la lavadora. Quitando su ropa faltante, poco le importaba que ella lo viera en ropa interior a estas alturas.

— Puedes darme el resto de tu ropa — dijo sin mirarla. Pronto sintió cómo el resto de la ropa femenina chocaba contra su cabeza, seguido por la risa de la fémina — muy chistosita — una vena de enojo se asomó en su frente y metió la ropa en la lavadora lo más rápido que pudo, colocando el aparato a funcionar.

Si giró para mirarla, apreciando cada espacio de su tonificada anatomía. Simplemente fascinado con su apariencia, se acercó a paso lento, siendo seguido en todo momento por los ojos grises.

Se detuvo cuando cerca de ella se encontraba, conectó sus miradas y acercó su rostro al de ella, rozando apenas los labios y sintiendo su respiración mezclarse con la suya.

Ella acabó con la pequeña distancia, dando paso a un beso lento pero profundo. Con los ojos cerrados, se dejaron llevar por ese cosquilleo que se adueñaba de sus estómagos, caminando a pasos torpes con dirección al sofá, la habitación quedaba muy lejos.

Se sentó en la orilla del gran sofá ubicado en medio de la sala, e hizo que ella tomara asiento sobre sus piernas. Colocó la mano derecha sobre su nuca para acercarla aún más y volver el beso más profundo de lo que ya era, recorriendo cada espacio de su cavidad bucal con un deseo desbordante.

Se separó de su boca, siendo unidos por un delgado hilo de saliva, y se fue directo a su cuello, donde marcó a su antojo con mordiscos y algunos chupones. Sus manos no se quedaron tranquilas y buscaron el broche del empapado sujetador que le impedía la vista de sus senos. Arrojó la prenda hacia algún sitio del suelo, toda su atención se la llevaron esos botoncitos rosas que moría por saborear. Relamió sus labios y succionó cual bebé uno de sus erectos pezones, mientras su mano masajeaba el otro sin mucha delicadeza, logrando que un chillido saliera de los labios femeninos.

El calor aumentó al ella dar inicio a un movimiento de caderas lento, siendo algo tortuoso para el chico debajo. Desesperado, la tomó por la cintura y guío sus movimientos, refregando velozmente su masculinidad cubierta por el boxer en la húmeda entrada que apenas y era tapada por la delgada tela de su ropa interior.

'Estorba' pensó, mirando las telas que impedían el ingreso a su cálido y estrecho interior. No aguantaría más en esa situación, por lo que sus manos se dirigieron a sus bragas y las arrebató de un tirón, rompiéndolas en el proceso.

— Me tendrás que comprar unas nuevas — le regañó en un jadeó, a lo que él rió.

— Seguro — contestó, hundiéndose en su cuello para continuar con los besos húmedos en esa zona, a la par que bajaba un poco la tela de sus boxers, liberando su miembro.

Ella hizo el miembro a un lado para no penetrarse sin querer y comenzó a moverse encima de él, restregando ambos sexos, bañando la punzante erección con sus fluidos. Él se deleitaba con los suspiros y leves gemidos que soltada la chica, pero quería más y no estaba dispuesto a esperar.

— No pidas que sea delicado~ — la levantó un poco para colocarse el condón, alineándose con su empapada entrada cuando estuvo bien puesto, apretando con fuerza una de sus nalgas en el proceso. Eso dejaría una marca, estaba segura.

— No quiero que lo seas~ —.

Con el glande ubicado en su centro, la dejó caer de a poco, abriéndose paso entre sus paredes con suavidad. Se quedó quieto cuando por fin tocó fondo, por lo menos dejaría que se acostumbrara al tamaño, luego no tendría piedad alguna.

— ¿Lista? —.

— Más que lista~ —.


En fin, Doraken-kun infiel otra vez.

Bye bye~

Cometiendo errores • DrakenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora