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No sabía qué hacer con exactitud, a eso sumemos que se encontraba un tanto nervioso por estar con la chica que le gustaba, los dos completamente solos en aquel departamento.

Mei se encargó personalmente de darle un recorrido por todo el piso para que no estuviera perdió en el momento que lo dejarán por su cuenta. Además, tampoco era un departamento tan grande, pudo memorizar con facilidad la ubicación de todo lo que consideraba importante, cómo el baño, la habitación de la chica, la cocina y la sala –sitios que estaban a simple vista–.

Se dejó caer sobre el sofá unos segundos y miró la mesa frente a éste por mera casualidad. Sus ojos de engancharon a la nota que estaba sobre el cristal, parecía que la habían dejado para él, así que la leyó.

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No debes hacer mucho, no te preocupes.

Has que coma a las horas correspondientes y que descanse, (N) es bastante terca

Mei :)

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Dejó la nota en donde la encontró, teniendo más claro que debía hacer. Además, Mei dejó notas con instrucciones básicas por todas partes, incluso la receta de una sopa que obviamente sacó de internet porque a la pelirroja se le quemaba hasta el agua.

Recogió todas las notas, que a su parecer eran bastante exageradas y estúpidas, él tampoco era un niño pequeño que debían explicarle hasta cómo debía caminar para no caerse. Las tiró a la basura, algo ofendido.

Mucho más confiado que cuando ingreso al departamento, caminó dirección a la habitación de la fémina, abrió la puerta con cuidado de no hacer ruidos repentinos y se adentró. El cuarto estaba en penumbras, sin embargo, no encendería la luz por miedo a interrumpir el sueño de su amada, si es que eso llegase a pasar por error, la culpa se lo comería vivo. Decidió quedarse parado en un solo sitio, esperando que sus ojos se adaptaran a la oscuridad.

No pasó mucho cuando sus ojos estaban acostumbrados a la falta de luz. Se alarmó al ver cómo la enorme –si la comparaban con él, si era bastante grande– figura de la chica caminaba a su lado con pasos pesados, sabiendo que se trataba de ella, la tomó por la cintura para detenerla. Debía estar descansando para que su cuerpo se recuperara, no estar caminando por la casa buscando quién sabe que cosa, él ya estaba ahí para atender sus necesidades.

— No, no, no, vuelve a la cama, (N)-chan — se colocó delante de ella y la abrazó un poco más fuerte, estaba sosteniendo casi todo su peso.

— ¿Manjiro? — preguntó en un hilo de voz, recostando la mejilla en la cabeza del mayor. Se había levantado para buscar a Mei y pedirle que durmiera con ella, el malestar en su cuerpo había incrementado y no quería estar sola. Claro está que desconocía la ausencia de su mejor amiga.

— Si, soy yo — respondió con suavidad, gustoso de sentirla tan cerca.

A pasos cortitos, logró dejarla sobre la cama nuevamente, surgiendo un pequeño inconveniente. Ella no quería soltarlo.

— Al menos deja que me acomode un poco, (N)-chan — pidió en un susurro, luchando contra la fuerza bruta de la chica.

Estar con su rostro apretado contra los pechos femeninos, mientras ella buscaba asfixiarlo entre sus fuertes brazos... Seamos sinceros, al pelinegro no le molestaba en lo absoluto estar en esa posición, pero tampoco quería parecer un pervertido. Si ella quería que se quedara abrazándola, lo haría, pero de una manera más... ¿Respetuosa?.

Cómo pudo, se salió del asfixiante agarre y se sentó a un lado, observando divertido cómo lo buscaba tanteando el espacio vacío. Es cuando se dio cuenta que había algo extraño en su cuello, sintiendo cómo si lo sumergieron de golpe en un tanque con agua helada, al saber que era realmente ese algo extraño.

Marcas.

Marcas amoratadas de mordiscos y chupones llenaban el cuello y parte de la clavícula femenina. Apretó la mandibula de la impotencia, pues no podía decir absolutamente nada al respecto, ellos no tenían una relación más allá de una amistad y tampoco era el momento adecuado para hacer preguntas, así que se obligó a relajarse.

Se acostó a su lado y dejó que lo abrazara, quedando su rostro apenas apoyado sobre su pecho, pasó los brazos por su cintura y la atrajo hacia él ligeramente. De esa manera, se quedaron dormidos.

=•=•=

El frío de un pañuelo sobre su frente la despertó de a poco, entrecerró los ojos para enfocar pero fue inútil, necesitaba sus lentes.

— ¿Te sientes muy mal? — preguntó una voz a su lado, ahí es cuando recordó que alguien la estaba cuidando — tienes fiebre y hace poco estabas temblando —.

— Me siento débil, es todo —.

— Te dejaré dormir tranquila cuando la fiebre baje ¿Okey? —.

— Gracias por cuidar de mi, Manjiro —.

— Para eso estoy, (N)-chan —.






Bye bye~

Cometiendo errores • DrakenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora