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Jeongin volvió a su forma animal y se acostó encima de Hyunjin que dormía profundamente.
El pequeño sonrió recordando lo que había pasado en la noche.
Llegó a una conclusión con las pocas definiciones que había conseguido.

—Hyunjin me ama.

Sonrió gustoso, nunca antes nadie le había demostrado ese sentimiento. Quería saber si era como en esa serie que había mirado por un buen tiempo, quería sentirse igual que los protagonistas. Quería sentir esa felicidad cuando compartían sus momentos.

Comenzó a lamer el rostro de Hyunjin y el chico se quejó al sentir su rostro húmedo, le dió un manotazo a Jeongin y el pequeño chilló. Hyunjin despertó al instante cuando escuchó lloriquear a Jeongin.

— Lo siento. — Dijo exaltado mientras sobaba a Jeongin que pronto le gruñó.

Jeongin se bajó de esa amplia cama y Hyunjin bostezó, aún no quería despertarse, no había dormido nada y el sueño lo consumía en esos momentos.

Se levantó con mucha flojera y miró la hora en su teléfono, eran las doce del medio día. Se sorprendió y pronto comenzó a alistarse.
Había olvidado que su tutor llegaría en menos de media hora.

— Jeongin, no actúes raro, solo compórtate como un perro común y corriente. — Dijo apresurado mientras se vestía con un pantalón de mezclilla.

Hyunjin después de pensarlo muchas veces llegó a la conclusión que todo estaría mejor si tomaba esas clases.
Siempre rechazó a todos sus tutores porque según él, tiene la vida asegurada pero después se dió cuenta que nada es como lo pensaba.

Después de terminar sus estudios privados, continuaría con el trabajo de su padre y pronto podría comprar una casa para él solo, mientras tanto tenía que ser paciente y tolerante con aquella mujer mayor.
Todo sería como en sus sueños, todo volvería a ser divertido como antes. Haría fiestas tan grandes en su propia casa y solo de pensarlo le hacía más ilusiones.

Jeongin solo observaba como Hyunjin cambiaba sus prendas y aún seguía feliz. No pudo despertar más feliz sabiendo que ese chico lo ama, igual que en las series.
Se sentía un poco extraño pero le gustaba y pronto le daría un regalo a Hyunjin.

Unos golpes se escucharon en la puerta y Hyunjin la abrió apresuradamente mientras se ponía la primera camisa que encontró.

— La señorita Kim está esperando. — Informó la mucama y Hyunjin sintió que su alma se iba de su cuerpo. Hace mucho que no estudiaba, no sabía que le esperaba.

— En un momento bajo.

Tan pronto se pasó el tiempo que no notó los treinta minutos limitados.

Jeongin se quedó solo en la habitación cuando Hyunjin salió apresurado.
El pequeño entró a ese baño, tomaría una ducha, por fin podía ser más independiente y lo probaría.

Volvió a su forma humana y su sonrisa no se borraba de su rostro, aún seguía feliz y tocaba sus labios una y otra vez. No sabía cómo besar, sin embargo, le había gustado ese beso de Hyunjin. Se ponía más feliz cuando lo recordaba.

Pudo ver su reflejo en ese espejo, pudo ver su reflejo nuevamente y se dió cuenta que su cabello estaba tan largo que no dejaba ver sus ojos.
Recorrió un poco su flequillo y se dió cuenta que sus orejitas seguían ahí.
Si algo aprendió es que solo los más experimentados podían ocultar sus orejas pero Jeongin era una excepción.

Estaba frustrado porque aún no podía ocultar sus orejas pero pronto lo olvidó cuando recordó que debía darse una ducha.

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Hyunjin comenzaba a molestarse porque no lograba entender esas ecuaciones. ¡Para eso existe la calculadora!

Él esperaba encontrarse con un hombre mayor y aburrido pero no, se encontró con una mujer mayor que él, muy amable pero también muy estricta.

— Solo debemos multiplicar los números exteriores. — Explicaba la mujer pero el chico seguía sin entender.

— Lo intento pero el resultado no es el mismo.

Kim intentó tener más paciencia. Nunca antes había estado con estudiante tan malo en matemáticas y le molestaba que aquel chico no tuviera el mínimo interés.

— Podemos pasar a la siguiente lección. ¿Qué te parece inglés? — Propuso y Hyunjin asintió.

La mujer comenzó a explicar muy detalladamente el uso de los verbos y Hyunjin tomaba nota mental de cada cosa que le explicaban, aunque siendo sincero, esas notas mentales se borraban al instante.
Todo lo que pasaba por su cabeza era Jeongin, le molestaba seguir pensando en ese chico pero no podía evitar pensar en el pelinegro con orejas sobresalientes.

— ¿Entonces cómo utilizamos esto? — Señaló una palabra desconocida para Hyunjin y la mujer solo esperaba una respuesta clara.

El rubio lo dudó un poco pero, ¡Bendito sea Netflix!

— Se utiliza en plural.

Por suerte, la mujer asintió gustosa y el rubio sintió un gran alivio.

Aún le quedaban unas largas horas de estudio y lo odiaba, sin duda, serían las peores semanas de su vida.

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Hyunjin estaba cansado de tanto pensar, por fin estaba libre y Jeongin miraba un programa sobre comida.
El rubio se aburría de ver cómo la gente competía pero al otro chico parecía interesarle más como mezclaban esos ingredientes.

Ese era su momento libre, su madre no llegaría a casa debido a que encontró una nueva propuesta con otro hombre y bueno, el rubio estaba de acuerdo con su progenitora. Siempre intentaba nuevas relaciones amorosas pero nunca funcionaban.

Eran las once de la noche, Jeongin normalmente estaría bostezando pero solo quería ver quién ganaría esa competencia de repostería.

Hyunjin comenzaba a distraerse en el programa mientras que de pronto Jeongin recordó que aún tenía algo que hacer.

Acomodó ese suéter que le quedaba realmente grande. Quitó su flequillo de sus ojos y miró a Hyunjin que veía muy atentamente el programa.

Jeongin se acercó al rubio y pronto se acomodó a su lado.
El rubio notó su presencia pero también pareció mas interesante aquel programa.

— Hyunjin. — Nombró el otro chico que estaba nervioso.

El rubio lo miró y esperaba a que Jeongin prosiguiera. El pelinegro no se atrevió a hablar y pronto se fue acercando lentamente a Hyunjin.
Cerró sus ojos y el rubio solo observa la acción del pelinegro.

Pronto el chico con orejitas pegó sus labios con los del rubio. Estaban inmóviles y Hyunjin seguía sorprendido.
Ese era el regalo de Jeongin, aunque no sabía bien como hacerlo, aún intentaba convencer al rubio que seguía inmóvil.

HyunJin's puppy «ʜʏᴜɴ ɪɴ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora