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A Hyunjin le dolía bastante la cabeza cuando despertó y estaba nuevamente en su habitación.

De un momento a otro giró su cuerpo y chocó con un pequeño cuerpo peludo.
Rodó sus ojos sabiendo que se trataba de Jeongin.
Toda la ropa del chico estaba regada en su cama y en ese momento solo había un pequeño cachorro en su habitación.

Se levantó con mucha pereza y tomó su teléfono que estaba invadido de mensajes.
Solo mirar la barra de notificaciones le hizo suspirar y mejor lo dejó nuevamente donde estaba.
Y justamente cuando no quería tomar su teléfono una llamada entrante hizo presencia.

Hyunjin miró el número desconocido y se dispuso a contestar.
Mientras que el pequeño peludo estaba girando por toda la cama mientras intentaba abrir sus ojos.

¡Estás despedido!, No puedo creer que confié en alguien que no tiene expedientes fiables.

Cuando Hyunjin recibió la llamada fue lo primero que pudo escuchar. Era una voz masculina y estaba tan enojado que el rubio dejó un momento de silencio.

No tuvo que pensar mucho, sin duda es la voz de su jefe.

— Lo siento, estaba enfermo y no tuve oportunidad de avisar.

Se excusó el rubio y el pequeño peludo solo miraba con atención a Hyunjin y también le ponía mucha atención a lo que decía. ¿Hyunjin estaba enfermo?

No tengo reportes de enfermedad, no puedo justificar esto así que estás despedido y no vuelvas.

Unos tonos se escucharon cuando la llamada fue finalizada y el rubio se quedó sin saber que decir. ¿De pronto así había terminado su empleo?

Tampoco esperaba más tolerancia, ya había faltado demasiado a su empleo sin avisar.

Unos ladridos se escuchaban y provenían de Jeongin que estaba corriendo en sus cuatro patas por toda la cama.

Debiste decirme antes que estabas enfermo.

Gritaba Jeongin pero para el rubio solo eran ladridos molestos.

— No puedo entenderte.

Jeongin dejó de correr y se detuvo a mirarlo. Se ocultó entre las sabanas y nuevamente volvió a su forma humana.

— Lo siento. — Habló Jeongin mientras sostenía las sábanas que tapaban su cuerpo. — No sabía que estabas enfermo.

Hyunjin negó con la cabeza.

— Fue una mentira.

Ese concepto es nuevo para Jeongin.

— ¿Una mentira? — Y Hyunjin asintió con seguridad.

— Es cuando dices algo que no es real.

Jeongin comprendió cuando Hyunjin le dió una breve explicación.

El rubio entendió algo bien claro cuando conoció a Jeongin y dedujo que solamente es un chico inexperto.
Debía explicarle sus dudas como si fuese un niño aunque en realidad su edad no es de un niño pequeño y puede entender más cosas. Aprendió que Jeongin no sabe mucho sobre los humanos pero es muy bueno sabiendo cosas sobre los mismos animales, solo le faltaba convivir con más personas.

— ¿Hoy saldremos? — Preguntó emocionado pero esa emoción se esfumó al instante cuando Hyunjin negó.

— Buscaré empleos.

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Así fue como Hyunjin terminó toda la tarde en su laptop buscando algún empleo. Mientras que Jeongin solo estaba mirando esa serie que tanto le había gustado.

Se dió por vencido cuando entró al décimo anuncio y tampoco encajaba con la descripción.

Su orgullo estaba por caer al tener una idea que podría funcionar.

— Jeongin... ¿Te puedes quedar aquí un momento?, No iré muy lejos. — Preguntó algo nervioso, esperando la aprobación del pelinegro que no dejaba de ver esa serie romántica.

Jeongin negó.

No se esperaba la aprobación del chico, también había aprendido que Jeongin es un tipo muy desobediente.

— Si quieres salir tendrás que convertirte.

El pelinegro asintió, apagó el televisor y rápidamente se convirtió nuevamente en un tierno cachorro. Sus prendas cayeron al piso y sus cola comenzó a moverse de un lado a otro.
Jeongin no se perdería la grandiosa oportunidad de poder ver el exterior nuevamente.

Hyunjin lo cargó entre sus brazos y por último tomó su cartera antes de salir.

Cuando estaban fuera del gran edificio tomó un taxi o nunca llegaría caminando a ese lugar.
En el camino todo estuvo en silencio, a excepción de Jeongin que pronto estaba dormido y el conductor evitaba mirar al pequeño cachorro y al chico rubio que estaba perdido mirando a través de la ventana del automóvil.
Solo bastaron treinta minutos y Hyunjin estaba nuevamente enfrente de esa casa donde prometió no volver a ir.

Bajó del automóvil y después pagó al conductor que enseguida se retiró del lugar.

Recordó las últimas palabra que escuchó de su madre antes de marcharse de esa casa " ¡Y no vuelvas jamás, Hwang Hyunjin!", Los recuerdos que tuvo fueron borrados al instante. Tal vez su mamá no era tan mala persona y le daría una segunda oportunidad, ¿Cierto?, No lo podía desheredar, no cuando es su único hijo.

Jeongin estaba despertando por el movimiento de Hyunjin.

El más alto se acercó a la puerta de esa casa y se encontró con su antiguo amigo de seguridad.
Ese hombre mayor que siempre le hacía favores cuando desobedecía a su mamá y la engañaba para hacer grandes fiestas.

Se acercó un poco más al guardia hasta que el mayor pudo notar su presencia.

— Joven Hwang, que bueno es verlo por aquí. — Sonrió e hizo una reverencia.

El rubio sonrió algo nervioso y contestó de la misma forma.

— Vengo a buscar a mi mamá... ¿Ella está aquí?

El guardia asintió y dejó el paso libre para Hyunjin.

— Está en su oficina.

— Gracias. — El rubio hizo una reverencia y después entró a esa casa.

¿Desde cuándo se hizo tan grande y espaciosa?

Se preguntó Hyunjin en su mente cuando miró todos esos lujos que solía tener, todos los arreglos elegantes y el espacio ridículamente grande para una sola casa.

— Jeongin, no hagas nada extraño, compórtate como lo haría un perro común y corriente.

Susurró Hyunjin y el cachorro asintió y lamió la mano de Hyunjin pero el chico hizo una mueca de disgusto ante la acción de Jeongin.

Se quedó unos momentos sin moverse cuando de pronto escuchó una voz reconocida para él y los tacones se podían escuchar en las escaleras. Sin dudarlo sabía que se trataba de su madre.

Estoy muerto

Volvió a pensar cuando pronto miró a esa mujer pelinegra con un vestido muy formal y su teléfono en una de sus manos, discutía un asunto que parecía importante. En realidad Hyunjin nunca tuvo la responsabilidad de sus padres así que no sabía que tan importantes eran esas llamadas que tenían cada dos segundos.

Aquella mujer terminó la llamada y frunció el seño al mirar a su hijo con un hermoso cachorro en sus manos.

— ¿Qué haces aquí, Hwang Hyunjin?

Volvió a pronunciar el nombre completo de su hijo y el rubio sabía que ya estaba muerto cuando pronunciaba también su apellido.

HyunJin's puppy «ʜʏᴜɴ ɪɴ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora