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Había pasado una semana desde que el pequeño Jeongin comenzó a poner su plan en marcha.
Después de una semana tenía todo listo, lo había conseguido y sabía que Hyunjin se sorprendería.

El rubio seguía en su trabajo, aún no terminaría de trabajar, había aprendido sus horarios y si nada fallaba, todo iba a salir como él lo esperaba.

Tomó aquel obsequio que había guardado con mucho cuidado y que había comprado en secreto con la tarjeta bancaria del rubio.
Se trataba de un hermoso collar con un precio muy elevado.
Por supuesto que Jeongin no entendía mucho de precios pero tiene buenos gustos y algo le decía que ese regalo era más que indicado para Hyunjin.

Pero no solo planeaba entregarle el collar, lo tenía que llevar al lugar perfecto. Para su suerte, pudo recordar que cuando era un pobre cachorro en aquellas calles, se encontró con un lugar lindo, dónde varias parejas solían ir a pasar un buen rato.
Se trataba de un parque, pero no cualquier parque, ese lugar era muy famoso por las parejas que iban ahí, sin duda se trataba de un lugar romántico, o al menos así lo pensó.

Se miró una vez más en el espejo, acomodando sus orejitas entre sus cabellos. Vestía un suéter gris y un pantalón de mezclilla con unos tenis blancos, una vestimenta casual pero linda para Jeongin.

Vió la hora y se apresuró a esconder el obsequio en la parte del suéter donde solía meter sus manos.
En unos minutos estaba seguro de que Hyunjin estaría en casa.

También pudo notar algo diferente en el rubio dese aquella cena y era que sin duda su actitud había cambiado. Por alguna razón, se encontraba feliz con su trabajo, hacía las cosas con mucha alegría y trataba a Jeongin mejor que nunca, aunque a veces le costaba demostrarlo ya que nunca antes fue tan expresivo.

La puerta se abrió y el rubio entró a aquel apartamento. Jeongin sintió que su estómago se revolvía, no sabía que esa situación le haría ponerse tan nervioso.

— Jeongin, ¿Cómo te fue hoy? — Preguntó el rubio y se dirigió al chico para abrazarlo.

El pelinegro, aún con sus nervios, pudo oler el delicioso aroma del rubio y se tranquilizó, aunque nuevamente sintió aquella presión cuando recordó su plan.

— La pasé mejor que nunca. —Sonrió para Hyunjin y ambos se separaron del abrazo. — Tengo planes hoy y te quiero llevar a un lugar que visité hace algunos años. — Dijo gustoso y Hyunjin alzó una ceja, sintiendo curiosidad por lo que el chico había planeado, nunca antes había hecho planes de ese estilo.

— ¿A dónde iremos? — Preguntó con curiosidad y Jeongin negó.

— Antes de ir, tienes que cambiarte, no puedes ir tan formal. — Se burló Jeongin.

Tenía razón, el rubio iba vestido con un traje formal, era común usarlo en su empleo, pero para la ocasión que iban, no sería tan necesario, incluso Jeongin había planeado los vestuarios.

— Intenta vestirte casual, te esperaré.

Y justamente así fue.
El rubio se vistió con ropa que usaría en una salida que no fuese de trabajo o alguna reunión.

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— Ya casi llegamos, es en la otra esquina. — Señaló Jeongin y el rubio asintió, siguiendo al pelinegro.

Jeongin esperaba no equivocarse con el camino, no quería arruinar la sorpresa y mucho menos en ese momento.

Siguieron caminando y para su suerte, todo era como Jeongin lo recordaba. Se trataba de un hermoso parque donde habían muchas parejas paseando y el rubio observó con atención todo aquello.

Sí, Jeongin odia los parques, odiaba como la tierra se quedaba en su pelaje y como el pasto le daba alergia en la piel, pero sin duda, ese lugar era perfecto para lo que haría y no sería como las veces que estuvo ahí, esa vez estaba con su forma humana y no era necesario correr por el pasto y la tierra.

— Aquí, alguna vez ví que una pareja compró unos helados que parecían deliciosos. — Contó Jeongin y el rubio aún no entendía por qué chico con orejitas lo había llevado a ese lugar. — ¿Podemos comprar uno? — Preguntó y el rubio asintió.

— ¿Dónde los venden? — Preguntó Hyunjin y el chico señaló ese lugar donde había un letrero que decía "Ice cream"

Ambos se dirigieron a ese lugar. Todo estaba saliendo como Jeongin lo había planeado. Todo iba saliendo tan bien y necesitaba ese helado para calmar sus nervios.

Ambos llegaron a ese lugar y pidieron el helado de su sabor favorito para después probarlo.
No se había equivocado, ese alimento era realmente bueno.

— Ahora podemos ir a caminar, hay un lugar del parque que es aún más lindo que el resto. — Habló Jeongin.

Hyunjin no entendía por qué el chico actuaba tan extraño, nunca antes vió actuar a Jeongin de esa manera, le parecía extraño pero no iba a cuestionar nada, aunque era extraño, le parecía linda la actitud del peliengro y también le hacía sentir feliz.

— Nunca había venido a este lugar. — Confesó el rubio.

— Yo vine un par de veces. — Comió un poco más de su helado y siguió caminando mientras Hyunjin lo seguía.

Ambos llegaron a ese lugar especial del parque, dónde habían luces que iluminaban el camino y el ambiente se notaba bastante romántico.

Hyunjin había terminado su helado y a Jeongin solo le faltaba comer un poco más para terminarlo por completo.

— Me gusta. — Dijo Hyunjin y sonrió, nunca pensó que se encontraría en un lugar así con la persona que le gusta. Para empezar, nunca imaginó que alguien realmente le llegaría a gustar.

Jeongin se retiró un poco y fue a tirar el envase de su helado para después regresar a Hyunjin.

— Te traje aquí no solo porque es un buen lugar... Y no solo porque ví una escena parecida en un dorama. — Se encogió de hombros y después sacó esa pequeña cajita dónde se encontraba el obsequio de Hyunjin. — Este es el mejor momento para decirte esto y... Compré el que me pareció más lindo, sé que en ti quedará bien. — Sonrió el pelinegro. — Pero a todo esto... Me preguntaba si... Tú y yo... Es decir, si tú me dejas ser tu novio. — Sonrió y Hyunjin aceptó aquel obsequio de Jeongin.

El pelinegro sentía que sus nervios aumentaban y el rubio no quitaba aquella sonrisa.

— Acepto. — Soltó una risa poco audible y abrazó a Jeongin.

El pelinegro correspondió el abrazo y suspiró.

Así que el discurso que había sacado de internet había funcionado.

Jeongin se separó del abrazo y miró al mayor.

— Ve tu obsequio, elegí el mejor. — Sonrió y Hyunjin abrió aquella cajita donde se encontraba ese hermoso collar.

— Déjame ponértelo. — Habló Jeongin.

Todo estaba siendo como en aquella escena de aquel drama, porque sí, su adicción a esas series le inspiraron a hacer esa declaración y a escoger aquel obsequio.

El pelinegro tomó el accesorio y lo puso en el cuello de Hyunjin para después dejar un beso en sus labios.

Por fin, oficialmente eran una pareja.

HyunJin's puppy «ʜʏᴜɴ ɪɴ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora