Neverland, Al nunca jamás

CAPITULO 38

AURA

Hoy se podría decir, que es el mejor día de mi vida.
Todo gracias a él.
Pasamos horas y horas en esa casa.
En esa casa que está llena de nuestros recuerdos a partir de ahora.

Hugo estaba a mi lado, acostado junto a mí, rodeandome con su cuerpo , cubriendome, al igual que aquella sábana que siquiera sabía de dónde había salido, pero estaba sobre nosotros.
Tan solo nos alumbraba la luz de la luna, que traspasaba la ventana, pintándonos a nosotros.

Mi mirada cayó a su brazo derecho, rodeado en mi cintura, que no me dió tiempo a observar hace unos momentos, pero que había algo dibujado con tinta sobre en su antebrazo.

Me fijé y en él, había dibujado un signo infinito, donde en la parte derecha de este, en blanco y negro había dibujado un especie de cielo estrellado, donde solo predominaban las estrellas, pero había una que destacaba.
El nunca jamás.

Acaricié su tatuaje con la punta de mi dedo. Contemplando cada detalle. Cada milímetro de tinta.

- ¿te gusta? - preguntó.

Sonreí y asentí.

- me gusta mucho. ¿Por qué te lo hiciste?

- me gustaba lo que representaba.

- soy cortita de mente, ¿qué significa?

Rió y se acercó a mí hombro para posar sus labios sobre él.

- significa que el Neverland, será infinito. Y todos los que habitan en él, serán infinitos para mí.

Sonreí y seguí deslizando mi dedo por el tatuaje.

- ¿no crees que es hora de irnos? Llevamos buen rato aquí - dijo Hugo.

- mmm.. no...

- todavía nuestro viaje no ha terminado..

- ¿ a dónde iremos ahora? - pregunté, sintiendo el frío por mi cuerpo cuando Hugo se alejó de mí para vestirse.

Hugo no contestó, tan solo se vistió en silencio, al igual que yo después de él.

- ¿ a dónde iremos? - volví a preguntar cuando Hugo me ayudó con el cierre del vestido.

- vamos a ver, Dory, ¿qué no entiendes de que es una sorpresa?

- vamos a ver cara cebolla, sabes que yo y las sorpresas no Somos amigas.

- deberías. - rió.

En ese instante , pillandome por sorpresa , me levantó del suelo, acunándome entre sus brazos , dándome vueltas, haciendo que soltaramos carcajadas.

- Pero Casper, ¿cómo llegaremos a Nunca Jamás?
¡Volando renacuajo!
¡¿Volando?! - gritó todavía dandome vueltas sobre él.

Hasta que me dejó en el suelo y me giré hacia él.
Me dejé caer pegando nuestros cuerpos, transmitiendome ese calor tan familiar que me transmitía cuando estaba cerca de él. Seguridad, confianza...
Lo agarré por la cintura, mientras que él me agarró de la cara para plantarme un beso en la frente.

- ¿preparada?

- siempre.

Entrelazó sus dedos con los míos y nos dispusimos a salir de la casa.
Tan solo sentir la brisa fría nada más salir, me estremecí.

Hugo se dió cuenta, y me acercó hacia él, pasando su brazo detrás de mi espalda, para después, comenzar a caminar hacia no sé muy bien donde.
Pero donde fuera que me llevase, iba con él, y eso me gustaba.

- bueno... Al sitio que iremos ahora, es un sitio que te va a encantar.

El museo....

- ¿el museo?