CAPITULO 25

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AURA

- No hacía falta que me acompañaras a casa - repliqué.

- de eso nada... yo te acompaño. Sé que estás sola, y quiero hacerte compañía.

Lo miré sorprendida  y en su cara pude contemplar  sorpresa.
Al cabo de unos segundos, lo pilló y me miró pícaro.

- tranquila, no es lo que estás pensado.

- ¿y en qué estoy pensando?

- en cosas que no tienes que pensar .

Abrí la boca sorprendida. Lo acababa de pillar.

- ¡eres un mal pensado!

- ¡aquí la mal pensada eres tú! - alzó la voz riendo.

Puse los ojos en blanco y continuamos caminando por las estrechas calles con suelo de piedra.

Llegamos a mi portal entre risas, y subimos hacia mi piso.

- ¿no podría ser por el ascensor? - preguntó fatigado.

- joder.. y él decía que le encantaba el deporte- dije riendo, subiendo rápidamente las escaleras, y mucho más adelantada que él.

- El surf.

- El deporte- grité llegando hasta el piso.
Esperé que llegara él mientras reíamos.

- no rías y céntrate en acabar las 5 escaleras que te quedan - reí.

Me miró mal y soltó una carcajada.

Saqué las llaves de mi pequeña mochila y abrí la puerta.

- adelante princeso.

- gracias principa.

Nada más entrar, él ya estaba mirando hacia todos lados. Inspeccionando cada rincón. Ya había venido, en Navidad, pero aún así, lo hacía. Y no lo entendía.

- recuerdo esa puerta- señaló detrás de mi . Hacia la puerta de entrada, sin  dejar de andar de espaldas.  - fué con la que me cerraste la puerta en toda la cara. Soy ateo, pero doy gracias a Dios, que no me comí la puerta.

- me alegro , la verdad. Porque la cerré con ganas.

Él rió y volvió a andar normal, hasta que llegamos al salón.

- bien... voy a quitarme estos pantalones de mierda para ponerme unos cómodos. Siéntate, vengo ya.

Fuí hacia mí habitación para cambiarme.
No me fiaba de dejarlo solo . Pero tenia que cambiarme estos pantalones ya, o me pondría a gritar cosas obscenas a la pared.

Me los cambié por unos pantalones largos y anchos, de color blanco, con unas rayas amarillas a los lados. Eran mis pantalones de estar por casa, para no llevar todo el día el pijama.

Salí de la habitación y cuando llegué al salón, mi corazón dejó de latir por un instante al ver lo que Hugo tenía entre las manos.

Mierda.

- veo que desde el segundo día,
, tercer día porque no me acuerdo, te gustaba verme. O algo por el estilo...

Me enseñó el cuaderno de dibujo, exactamente el dibujo , que dibujé a Hugo de perfil. Perfectamente se podía reconocer, porque le dibujé las sombras y...... la había cagado pero bien.

- ¿algo que decir al respecto?- preguntó. - antes de que digas nada, me gusta muchísimo- dijo con un toque de voz infantil- y.. ¿respecto a la pregunta de antes?

- porque me gusta dibujar y....- mis neuronas viajaron más rápido de lo normal, intentando buscar una buena  respuesta  - era una sorpresa y lo has fastidiado.

Neverland, Al nunca jamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora