CAPITULO 29

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Sonreí , ignorando el comentario de antes, que en tan solo tres palabras, me había provocado un vacío por dentro , y cogí mi ordenador, para sentarme en un lado de Bea, mientras Hugo se sentaba en el otro lado.

- bueno bueno , ¿qué película queréis?- pregunté.

- ¿la dama y el vagabundo? - me sonrió Hugo.

- buena elección. - dije tecleando en el ordenador.

- ¿el de los perritos que comen un fideo largo y ... y...se dan un besito en los labios? - me miró Bea con un brillo en los ojos. Provocandome ternura.

- sip. ¿Preparados? - pregunté poniéndome las gafas.

- ¡si! - gritó Bea levantando sus bracitos, de la alegría, que estaba acostada entre nosotros.
No sé de donde sacaba la energía que llevaba dentro. Si yo fuese ella, estaría arrastrándome por el suelo.

La película comenzaba y toda nuestra atención estaba puesta en el ordenador.

Pasó poco tiempo, y miré por casualidad a Bea, que ya, se le habían cerrado los ojos.
Estiré la manta , tapándonos a los tres.
Hugo acomodó la manta sobre su Hermana, y continuamos viendo la película.

- mira, ese perro es como tú, porque no recuerda ni lo que dijo - comenzó a reír Hugo, pero yo ya estaba ocupada de que no se diera cuenta.

- ¿estás llorando?

Se incorporó y me miró.

- si terminó bien... - comenzó a reír.

- no te rías - absorví por la nariz tirándole un cogín a la cara, que cogió al vuelo.

- ¿qué hay de triste en el final?

- que terminaron juntos... y me parece tan bonito... han tenido perritos - solté un sollozo. - es que... me parece muy bonita..por eso es una de mis películas favoritas. No hace falta tener tanto, para amar a alguien... ¿ has visto cuando se comieron el espagueti y.....?..

Hugo rió y se levantó de la cama.
Caminó hasta a mí y se sentó en el borde de la cama para abrazarme .

- ven aquí anda... - soltó una pequeña carcajada y me dió un beso en la cabeza.

- ¿ a que era bonito?

- lo era.... lo era..- susurró.

Pasaron segundos, segundos que se volvieron cómodos para nosotros.

- gracias.

El silencio fué la única respuesta de lo que dije.
El silencio era protagonista en este momento.

- ¿por qué? - preguntó al rato.

Me quedé callada, sin saber el por qué le di las gracias. Le quería agradecer por todo. Por su compañía.
Por estas semanas desde que nos conocemos en la floristería.
No quería que se alejara de mi lado.

- por acompañarme, y estar aquí conmigo.

Levanté la cabeza hacia él y lo observé mirar la pared.

Miré hacia donde estaba mirando él y desde aquí, gracias a las luces de las farolas que entraban por la ventana, se podían ver los posits que él me envió.

- Neverland, al nunca jamás... - susurró.

Una sonrisa inconsciente apareció en mis labios.
El neverland...

- Nuestro Neverland...

Lo volví a mirar, y esta vez, nuestras miradas conectaron.
No veía con claridad sus ojos color miel, pero podía apreciar el brillo intenso que apareció en ellos.

Neverland, Al nunca jamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora