#7
«A matar a Voldemort»
Las cacerías han comenzado en el mundo mágico. Laila Scamander junto con sus amigos tienen que abandonar sus hogares para comenzar la casi imposible misión de encontrar y destruir los restantes Horrocruxes; el secreto del po...
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— Intenta con Finite Incantatem —dijo Hermione en seguida—. Eso debería detener la lluvia si es un maleficio o una maldición; si no lo es, algo va mal con el Encantamiento Atmosférico, lo que sería más difícil de arreglar, así que como medida provisoria intenta Impervious para proteger sus pertenencias...
— Pronúncialo de nuevo, lentamente... — dijo Ron, buscando en sus bolsillos una pluma, pero en ese momento el ascensor saltó y se detuvo.
— Nivel cuatro, Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas, que incluye las Divisiones de Bestias, Seres y Espíritus, la Oficina de Coordinación de Duendes y la Agencia Consultiva de Plagas.
Y las rejas se abrieron de nuevo, admitiendo a un par de magos. Tuve que retener el impulso de salir e inspeccionar el departamento para ver quiénes eran los mortifagos aquí y que horrible trato estaban haciendo, que horribles leyes estaban permitiendo. Mi curiosidad me mataba por ver este piso, solo había venido una vez y había sido muy pequeña y con mi abuelo Newt, no recordaba absolutamente nada. Pero aun así el guardapelo estaba primero.
— Buenos días, Albert — dijo un hombre peludo y con barba, sonriendo a Harry.
Hermione estaba ahora susurrando instrucciones frenéticas a Ron. Me pregunté si este hombre que le sonreía a Runcorn era otra insensible persona que no debía trabajar en el departamento de criaturas mágicas. Por que al parecer cualquiera que fuera amable con Harry, en su forma por la poción, era un lamebotas o un condecorado idiota.
El ascensor se detuvo, las rejas se abrieron una vez más.
— Nivel dos, Departamento de Seguridad Mágica, que incluye la Oficina Contra el Uso Indebido de la Magia, el Cuartel General de Aurores y los Servicios Administrativos del Wizengamot.
Vi a Hermione dar a Ron un pequeño empujón y este se apresuró a salir del ascensor, seguido por otros magos, dejándonos a los tres completamente solos. En el momento en que las puertas doradas se hubieron cerrado, Hermione dijo rápido;
— En realidad, creo que será mejor que vaya con él, no creo que sepa lo que está haciendo y si hace que le descubran todo...
— Nivel uno, Ministro de Magia y Personal de Apoyo.
Las rejas doradas se separaron de nuevo y Hermione jadeó. Cuatro personas estaba de pie ante nosotros. Dos de ellos inmersos en una animada conversación y los otros; un mago de pelo largo que vestía una magnífica túnica de negro y oro, que no sabía si para bien o para mal, no era Alastair Lefay, y una bruja con cara de sapo que llevaba un lazo de terciopelo en su corto cabello y aferraba un portafolios contra su pecho. Umbridge. La pesadilla de quinto año. La mujer que nos había hecho la vida un infierno, en especial a Harry. Tuve que frenarme de usar la mínima gota de magia en ella, si hacía magia por accidente estábamos perdidos, no tenía que darme cuenta que Hermione y Harry después de ver a Umbridge me veían a mi como una bomba que podía explotar en cualquier segundo.
