32: Bola de Luz

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Cuando llegamos a la playa ya estaba amaneciendo, quedaban un par de estrellas en el cielo anaranjado, el sol recién saliendo

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Cuando llegamos a la playa ya estaba amaneciendo, quedaban un par de estrellas en el cielo anaranjado, el sol recién saliendo. Me senti extremadamente pesada por todas la joyas que había sacado además de la corona en mis manos y el hecho de que estaba mojada de pies a cabeza una vez salimos del mar salado.

Al poner un pie en la puerta inmediatamente ambos fuimos interrogados por Fleur que después de pasar su exhaustivo interrogatorio nos dejó entrar, atacandonos en un enorme abrazo.

— ¿Porr que estan tan sucios?— nos vio a ambos de pie a cabeza—. Allez, al baño los dos.

— Uh... te he traído un regalo— dije al ver que Ron me había ganado al ir a la puerta del  baño. Fleur me había acogido como una hermana en su casa, me había dado un lugar en su hogar y aunque ella no esperaba nada a cambio yo quería que ella sintiera que era apreciada. Revolvi en mi bolsillo lleno de joyas y saque lo primero que mis dedos encontraron que era un collar de siete zafiros intrincados en oro—. Uh... ¿Feliz Navidad adelantada?

Fleur abrió los ojos de par en par y me vio sorprendida, pude notar el tono se preocupación en su siguiente pregunta:

— ¿De dónde lo sacaste?

— Uh.. solo tienes que saber que no lo robe. Combina con tus ojos.

Fleur despues de unos segundos aceptó el regalo antes de aplastarme en un enorme abrazo.

Merci— ella sonrió dándome dos besos en cada mejilla—. Oh es prrecioso Laila. ¿Te costgo mucho?

— Uhm...— me gustaría dejar de decir uhm como una idiota—. Nada imposible.

Después de que Ron salió del baño pude por fin darme una ducha dejando todo el lodo restante irse con un poquito de sangre mezclada con el agua. Me vi en el espejo por unos buenos cinco minutos. Estando fugitiva con Ron en Londres y teniendo otro aspecto me había dado ciertos problemas. Jamás había mantenido un cambio de metamorfomagia por tanto tiempo como lo había hecho hace unas semanas atrás. Me vi el rostro y sonreí, contenta de ser yo misma.

— Laila Scamander eres una preciosidad.

Inmediatamente mi sonrisa se volvió en una mueca al pensar en Harry que siempre me susurraba palabra bonitas. Y yo a veces le susurraba lo más gracioso y pervertido que se me ocurría en el momento, una vez lo hice reír tanto que escupió la leche por la nariz. No pude evitar sentirme triste, Harry no solo era mi novio, había sido mi mejor amigo por seis años y medio.

Después de darme mi merecida ducha me vestí puesto que aún nos quedaba todo el día. Al entrar a mi habitación me encontré con Presidente Besos ya en la cama con todas las joyas y además de la corona de Camelor que había sacado del castillo de Morgana.

— Bienvenida al mundo de los vivos. Y debo decir que se siente bien estar de nuevo rodeado de joyas y una Corona como el rey que soy— él maullo antes de ronronear contento—. Brillan tanto...

Laila Scamander Y Las Reliquias De La MuerteWhere stories live. Discover now