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—La información ha volado rápidamente, incluso si tú no hubieras dicho sobre la muerte de Hisao, todos se hubieran enterado por otros medios.

—Me preocupa el rumbo que vaya a tomar la pandilla sin él, Masato y él nunca tuvieron los mismos ideales.

—Masato ha logrado poner de su lado a los chicos.

—¿Tan rápido? No han pasado ni tres días desde la muerte del líder.

—Yo... no podré ayudarte si es que deciden hacer algo en tu contra, lo siento, pero no quiero arriesgar mi integridad.

—No es tu obligación hacerlo.

—Pero sé que esto no es lo que hubiera querido Hisao, así que lo mejor será salirme de la pandilla. No puedo ver como la pandilla que formo se desestabiliza de esa manera.

—Si eso está bien para ti —me encogí de hombros y di media vuelta para irme.

Este chico siempre admiro enormemente a Hisao, no tenía el suficiente coraje ni fuerza, pero seguía ciegamente al líder y su devoción por él le hacía querer esforzarse, pero ahora con el capitán muerto prefería tener una vida pacífica.

Seguí caminando por las calles hasta que una llamada me saco de mi trance, era de un número que no tenía agendado, pero supe que se trataba de Masato.

—¿Qué quieres?

—Necesitamos dejar claras un par de cosas, así que veámonos sólo tú y yo, supongo que ya sabes en que sitio.

Sin decir nada más colgo la llamada, me quede viendo la pantalla del teléfono unos segundos hasta que finalmente emprendí mi viaje al lugar desolado donde nos reuníamos los altos mandos.

Una vez llegue y entre a aquel lugar me sorprendió ver ahí a la gran mayoría de la pandilla.

—Habías dicho que seríamos tú y yo nada más.

—¿Tanto anhelabas mi compañia? —Fingió coquetería.

Con las manos en mis bolsillos escupí en el suelo, casi cayendo el escupitajo en sus pies.

—Esa es mi respuesta.

—Deja de creerte la gran cosa.

—¿Por qué debería?

—Porque tú ya no eres nada en esta pandilla, todos los que estamos aquí te queremos fuera, así que no hay reproches, somos la mayoría.

—Claro. ¿Y sólo por qué estoy fuera debo dejar de creerme la gran cosa? —Acorte la distancia entre ambos, quedando frente a frente. —Voy a dejarte algo claro, aún yo abandone el mundo de las pandillas... —guarde silencio unos segundos sin dejar de encararlo —yo seguiré siendo superior a ti, a todos ustedes.

Tenía miedo, quién en su sano juicio no lo tendría al estar acorralada de esta manera. Pero tenía que mantener la faceta ruda, si veían un ápice de temor me comerían viva. Estar acostumbrada a esto no me impedía sentir temor, al fin y al cabo seguía siendo humana y una simple chica en sus dieciseis años.

—Ahora yo te dejaré algo en claro. No porque te sientas la gran mierda dejáramos que te vayas ilesa, Hisao ya no está aquí para impedirlo.

Perecedero. -Takashi Mitsuya-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora