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—Mas te vale contestar... —Murmuro.

—¿Bueno?

Se escuchó del otro lado de la línea después del cuarto timbre.

—Koko, hola. Soy Atsuko.

—¿Atsuko? Vaya, que sorpresa. Llevaba algo de tiempo sin saber de ti, ¿has dejado tu pandilla? Oí que el capitán murió en prisión, y que después de ello te dieron una paliza para que abandonarás el grupo —escuche que se rió.

Masajee mis sienes. —Pues estás en lo cierto, he dejado mi antigua pandilla. Es una larga historia, pero ahora no tengo tiempo de hablar de ello, prometo contarte después.

—Bien. Entonces, ¿qué necesitas?

—Necesito de tu ayuda, en estos momentos estoy en prisión... —No pude terminar de hablar.

—¿Qué? ¿Por qué carajos?

—Por casi destrozarle el rostro a un chico.

—Mierda... Es un gran problema.

—Y por eso necesito tu ayuda.

—De acuerdo. Pero sabes que no será gratis.

—Lo sé, carajo. La amistad y el negocio son cosas distintas.

—Exacto —por su tono de voz pude notar que sonreía. —Cuentas claras, amistades largas. Te ayudaré, cuéntame exactamente todo, cualquier pequeño detalle es relevante.

• • •

—¿¡Qué mierda ha pasado!?

El medio de los hermanos Omori ingreso exaltado a la comisaría.

—Arrestaron a Omori por golpear a un chico, pero ese hijo de puta se lo tenía bien merecido.

—Baji... —hablo en voz baja el rubio, intentando calmar al exaltado.

—¿¡Qué!? ¡Sólo digo la verdad! ¡Maldición! Si tan sólo hubiera reaccionado a tiempo y yo hubiera golpeado a ese mocoso.

—Bien, bien —Takeo se llevó las manos a su cabeza y revolvió con desespero sus cabellos. —Necesitamos pensar algo para evitar que la encarcelen. ¿Algún plan? —Todos se quedaron callados. —Grandioso...

Se dejó caer en los asientos, su mirada estaba gacha, sus brazos estaban a los costados de su cabeza y meneaba su pierna repetidamente. Se escuchó el abrir de la puerta de la comisaría, pero ni siquiera alzó la vista.

—Vengo a hablar con el jefe Takahiro.

—No está recibiendo a nadie.

—Claro que lo hará, dígale que Kokonoi está aquí, él sabrá.

Takeo alzó la vista al escuchar ese nombre.

—Kokonoi, ¿qué haces aquí?

El nombrado se giro a verlo, al reconocerlo una sonrisa se plantó en su rostro.

—Vaya que has crecido Takeo.

—Yo... ¿Qué haces aquí?

—Atsuko me llamo y me pidió ayuda, así que, aquí estoy.

—¿Ayuda?

—Sí, sobre su encarcelamiento. No te preocupes, saldrá más rápido que lo que canta un gallo, yo me aseguraré de eso.

—El jefe Takahiro dice que puedes pasar, adelante.

• • •

—Muchas gracias Koko, te debo una.

Perecedero. -Takashi Mitsuya-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora