Perecedero. -Takashi Mitsuya-

11

—¿Segura que no quieres que te lleve?

—Segura, van a pasar por mí. —Le respondí mientras terminaba de ponerme una muda de ropa que me había traído mi hermano para cuando saliera del hospital. —¿Es seguro que manejes tu moto en este estado?

—Si no estoy paralítico Omori —dijo con cierta burla.

Le mostré el dedo medio mientras viraba los ojos.

—Ojalá te choques.

—Gracias. Bueno, yo ya me voy, le prometí a mi madre que llegaría temprano; por cierto, me dijo que cuando puedas eres bienvenida en la casa para comer tú y tus hermanos.

—Dile que gracias, que cuando pueda ir te avisaré a ti.

—Entonces para no contestarte.

—Ya lárgate. —Tomé una almohada y se la arroje, él simplemente se soltó a reír mientras finalmente abandonaba la habitación.

Yo tuve que esperar unos minutos más, Takeo me había dicho que no quería que volviera sola a casa, así que él pasaría por mí.

—Hola, ya llegué, disculpa la demora —mi ceño se frunció, aquella voz no sonaba como la de mi hermano.

Me incline ligeramente en dirección a la puerta para poder observar a la persona que estaba ahí. —¿Mitsuya? ¿Qué haces aquí?

—¿No te lo dijo Takeo? Me pidió de favor que si podía pasar por ti, no quería que tuvieras que caminar recién salida del hospital.

—Pude haber pagado un taxi.

Se encogió de hombros. —¿Te molesta que haya venido yo?

—No no, para nada, solamente me causo confusión verte aquí cuando se supone que mi hermano vendría.

—Bueno, —se rio levemente —para tu mala suerte yo estoy aquí.

—No es mala suerte —también reí por su comentario. —Gracias por venir Mitsuya, espero que no haya sido un problema para ti.

—¿Por qué lo sería?

—No lo sé, tal vez tenías algún otro plan y tuviste que posponerlo por mi culpa.

—No tenía plan alguno, así que tranquila. Siempre es un placer ayudar a mis amigos.

—¿Me consideras tu amiga? —Dije con cierta emoción y asombro.

—Claro, ¿tú a mí no?

—Sí, lo hago.

• • •

Termine de abrocharme el casco mientras me acomodaba en la parte trasera de la motocicleta.

—Puedes abrazarme para que no te caigas.

Por algún razón no pude evitar sentirme nerviosa ante la idea de abrazarlo por el abdomen como agarre.

—Eh... No es necesario, gracias. —Me sostuve de la parte trasera de su moto.

Lo escuche reír un poco, maldición, espero no haya notado mi nerviosismo. —Está bien, ¿lista?

—Lista.

Primero dios unos arrancones y esa acción me hizo reír debido al ruido excesivo de esta, finalmente aceleró para comenzar a alejarnos del hospital. Durante el trayecto mi vista estaba clavada en los alrededores, y de vez en cuando se detenía en la espalda del conductor, su postura irradiaba total seguridad. No note que estaba tan inmersa en mis pensamientos hasta que Mitsuya me informó de que habíamos llegado.