18

478 46 2
                                    

—¿Por qué no me dijiste que tus medicinas se habían terminado? —Regañe un poco a Noboru.

—Lo siento... —Realizó un puchero.

Suspire y miré el reloj de la pared, podía darme tiempo. Rápidamente fui a dónde guardaba el dinero y tome cierta cantidad para sus medicamentos.

—Iré lo más rápido que pueda por las medicinas de Noboru, la estufa ya está apagada, si llega Takashi dile que no tardo.

—¿No quieres que vaya yo? —Respondió Takeo mientras se agachaba a cargar al menor.

—Tranquilo, yo iré.

Tomé las llaves de la casa y salí velozmente en dirección a la farmacia especializada.

—Omori, bienvenida, ¿lo mismo de siempre? —Me preguntó el chico que atendía, ya estaba acostumbrado a verme.

—Sí, por favor. —Intente regular mi respiración.

Regreso al mostrador y coloco los medicamentos respectivos. —Aquí tienes, ¿necesitas algo más?

—Gracias, sería todo.

—Muy bien, serían 58,485.87 yenes.

—¿Qué? ¿Por qué? Si eso no es lo que me cobras normalmente —adquirió una muñeca de incomodidad.

—Lo siento Omori, dos de las medicinas han aumentado su precio.

Sobe mis sienes con estrés, no contemplaba esto.

—Ya damelas.

—Lo siento... —musito en voz baja. —¿Gustas... gustas redondear?

—No. —Él no volvió a decir comentario alguno, una vez finalizada la compra salí de mala gana del lugar, me aleje de la farmacia y conté el cambio que me dieron, libere un suspiro al corroborarlo, los gastos generales serían muchísimo mayores ahora. —¡Carajo! —Pateé un bote que había en un callejón.

Me coloque en cuclillas contra la pared, ocultando mi rostro entre mis piernas y brazos, los gastos para las medicinas de Noboru debía hacerlos a dos veces al mes; y sumado a esos egresos también estaban los de comida, luz, agua, y diversas cosas más. No quería volver a hacer trabajos extras.

No pude eludirlo, y las lágrimas escurrieron de mis ojos, mis palmas cubrieron mis ojos. —Deja de llorar... —mi labio temblaba de impotencia, y por más que lo intentaba las gotas cristalinas seguían cayendo cual cascada de mis ojos. —Deja de llorar maldita sea...

Para distraer mi llanto presione con fuerza mis uñas en las palmas de mi mano, viéndose mi ser invadido por un segundo sentir aún mayor. Cuando mis lágrimas pararon de desbordarse recargue mi cabeza en la pared y solté un profundo suspiro. Finalmente me levanté del suelo y sacudí mi ropa para volver a dirigirme a mi casa.

—Atsuko —fuera de mi casa estaba el costurero, quién sonrió un poco al verme llegar.

—Takashi —le dedique una sonrisa mientras me acercaba a paso sereno.

—Tu hermano me dijo que habías salido a la farmacia, quise ir a buscarte, pero no sabía a qué farmacia irías, lo siento.

—Está bien, no está muy lejos de aquí, aún así, gracias. Bueno, entra, vayamos a comer —antes de poder entrar con totalidad me detuvo por la muñeca. —¿Pasa algo?

—¿Estás bien?

—Sí... ¿Por qué preguntas? —Me extrañe por su interrogante.

—No lo sé, tu rostro, luce... ¿preocupado? —Dijo con duda, haciendo que arqueé mi ceja desconcertada. —No me hagas mucho caso, tal vez alucino.

Perecedero. -Takashi Mitsuya-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora