37." Dolores Ocultos"

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Miro a los doctores pasar de un lado a otro, las personas preocupadas por sus familiares y amigos, yo solo puedo mirar mis manos temblorosas y manchadas de sangre, lloro silenciosamente en estado de shock, aun no puedo creerlo.

¿Cómo puedo pasar tanto en tan pocas horas?

Aun recuerdo como trate de evadir la pregunta de mi hermano, disculpándome con la mentira que iría al sanitario, aun recuerdo como subí las gradas, como debajo de la puerta del baño había una hilera de sangre, como un escalofrió se apodero de mi cuerpo.

Luego todo paso muy rápido.

Yo tratando de abrir la puerta del baño, la cual no cedía.

Gritando y tocando desesperadamente.

Aitor llegando y tumbando la puerta de un empujón.

Anna en el suelo.

Anna con las venas cortadas.

Anna con su pulso casi inexistente.

Yo tratando de hacer un torniquete para que la sangre dejara de fluir.

La ambulancia.

El hospital.

Anna estando estable, pero por poco Moria.

¡Joder!

¿tan mal estaba?, ¿Por qué lo hizo?, ella no aparentaba estar mal, ¿o sí?, o acaso, ¿estábamos tan metidos en nuestro mundo que no lo notamos?, o ¿lo hicimos y no le tomamos importancia?

Pero una parte de mi lo comprende, podemos ser las personas mas felices del mundo o aparentar estar bien, tratar de ignorar las malas cosas, actuar con normalidad frente a otros e incluso tratar de ocultarlo de ti mismo, repitiéndote una y otra vez que estas bien, cuando en realidad no lo estas, cuando en realidad tus dolores esta ocultos, pero ahí están.

Froto mi cara por milésima vez alzo la vista echándole un vistazo a la familia de Anna, aparentan estar tan tristes por ella, pero aun recuerdo como se burlaban de su propia hija cuando la visitaban o como la llamaban gordita por aparente cariño que parecía más una burla.

A mis recuerdos vienen las veces que la vi llorar o mirar un punto fijo por horas y no hice nada.

Me quise hacer creer que todo estaba bien cuando no lo estaba, cuando ninguno lo estábamos, todos nos estábamos destruyendo en silencio, esas señales que parecen ser normales, pero te dicen a gritos lo que pasa.

Anna no era sociable, su única distracción era el taller de artesanía o las noches de película con nosotros, pienso si alguna vez le pregunte, ¿Cómo estás?, ¿te sientes bien?, ¿necesitas algo?, aquí estoy para ti.

Esas palabras tan indefensas, pero pueden hacer una diferencia.

Ella no tuvo a nadie que le digiera las cosas, quien estuviera para ella, quien la apoyara, ella estuvo sola, quien sabe cuanto paso, cuanto tuvo que soportar hasta llegar al punto de decidir acabar con su vida.

Anna no es cobarde, es fuerte, porque aguanto tanto, pero todos tenemos un límite, pero ya no puedo, entonces tomo la decisión de acabarlo.

Solo espero que esta vez, en la segunda oportunidad que la vida le dio, ella pueda florecer, ella pueda pedir ayuda, ella pueda vivir feliz y plenamente.

Salgo de mis pensamientos cuando siento la punzada ya conocida en mi pierna, aprieto los dientes y mirando hacia los lados asegurarme que nadie me observe cuando lo confirmo tomo mi bolsa y saco la tableta de pastillas me quedo de piedra cuando miro que solo queda una, esto no calmara el dolor, aun así, me lo trago ni siquiera busco agua, luego me levanto y aviso a Aitor quien se encuentra junto a la máquina de café que no tardare mucho.

Quisiera Ser Como EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora