1995, Mississippi.
Más de un año había transcurrido y parecía que el tiempo volaba después de los dieciocho. En el trabajo, me sentía más genial que nunca. Estaba esperando a papá en la cafetería del parque porque me tenía una noticia increíble, y no dejaba de pensar que la vida por fin tenía un color más fresco y brillante comparado al del pasado. Me había costado mucho tiempo superar los golpes que atravesaba. Papá apareció sonriente, se sentó en la silla que restaba y me abrió los ojos con la impaciencia de un abogado deseoso en querer soltar sus verdades, aunque detuvo sus gestos afanados para pedir con señas una bebida achocolatada. Apenas lo hizo, dijo lo que no podía contener:
—Hijo... ¡Te van a ascender!
—¿Qué? ¿De verdad? —pregunté emocionado y conturbado a la vez. Un ascenso era lo que había estado buscando hace tiempo.
—Sí hijo, el sr. Jonds te quiere como coordinador de operaciones. Te triplicará el sueldo y el horario será por las mañanas, es una hora antes de lo habitual, pero... ¡tendrás toda la tarde para ti!
—Papá... ¡No puedo creerlo! —me levanté del asiento y fui a darle un importante abrazo con palmas en la espalda. Papá había sido mi principal fuente de trabajo y el jefe observaba con buenos ojos mis esfuerzos. Era un sueño hecho realidad.
—Hijo. Bien hecho, buen trabajo —nos distanciamos y no podía dejar de sonreír. Había llegado la bebida de papá y le agradeció a la mesera—, Ahora es tu turno de decidir qué quieres. Con tu sueldo puedes pensar en cosas más grandes.
—Sí... son tantas cosas que quiero, que no sé por cuál comenzar.
—Primero ten tranquilidad, aún el puesto no está listo, el sr. Javiero tiene que terminar unas asignaturas y te lo entregarán.
—¿Cuánto tengo que esperar?
—Probablemente unas tres semanas, y con eso podrás iniciar tu nueva vida hijo.
—Qué bueno... entonces esperaré tranquilo.
—Así es —dijo—. Hay otra cosa que quiero decirte: ¿Has salido estos días?
—¿A qué te refieres?
—Ya sabes a... —me hizo un cómico ademán, pero no le entendí hasta que habló—. Socializar, conocer amigas nuevas, tú sabes... los jóvenes lo saben todo.
—Ah, claro, por supuesto —dije con timidez. Lo había comprendido a la perfección—. Papá, pues que te digo... Juan Pablo ha sido muy fiestero y Cortés ya tiene su familia. Y no soy de un bando ni del otro. Juan Pablo solo busca llevarse chicas a la cama y Cortés quiere es que vaya a su casa a conversar como filósofos, así que lo único que hago es quedarme en casa descansando.
—¿Y una novia? ¿No has pensado en una?
Quedé como planta ante sus palabras, y cuando le iba a responder, volvió a reiterar:
» Hijo, igual tranquilo, eso viene cuando menos crees. Sé que vienes de algo difícil y me parece muy prudente de tu parte tomar un tiempo. Eso es de varones y tú eres uno mejor que yo. La que venga a ti debe ser maravillosa.
—Sí, igual... no me preocupo por eso, todavía soy muy joven y no creo que vaya a quedarme viejo y solo.
—Díselo al sr. Roberto, eso decía en su juventud y míralo, es el viejo solitario.
—¿De verdad? Yo pensé que tenía esposa.
—No, nunca la tuvo por desaprovechar sus días con mujeres, ya sabes, lo que busca Juan Pablo.
—Con razón siempre ha sido tan ácido con sus comentarios...
—Pero el problema no es él, eres tú. Conozco a una chica que quiere conocerte, le pareciste lindo cuando le mostré tu foto.
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Solo hasta que te vi (disponible en físico y ebook)
RomanceJanett Lanchester es una aclamada princesa en el reino del Olivo, la última monarquía independiente que resta en el sur de América, sin embargo, tiene una condición que la hace muy especial: es ciega de nacimiento. Claude Rivarola es un joven del co...