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    Frederick se despertó espantado al sentir una corriente fría recorriendo su cabeza de la nada, se exaltó y jadeó mientras se daba cuenta de la fría agua que cubría su cuerpo y cama.

    No tuvo tiempo de poder procesar lo sucedido ni mirar alrededor, Frederick solo frotó su cabeza, le dolía poco.

    Al abrir bien los ojos notó al director con una cubeta vacía.

    —Hasta que despiertas.—dice el director, tratando de aguantar sus ganas de tirarle la cubeta en la cara.

    —¿Qué...?—pregunta Frederick aturdido, el agua fría en las orejas no le ayudaba, estaría difícil secar el colchón.

    —Necesito que le apures, porque hoy tendremos un espectáculo.—comenta Terrence para después retirarse.

    Frederick se rascó el cuero cabelludo, dándose cuenta que su muñeca ya estaba liberada de la cadena.

    Cecille se encontraba deshaciendo las trenzas de su dorado cabello, aún estaba adormilada, lo que era entendible, la noche anterior casi no durmió nada por las pesadillas que provocó el fallido intento de escape, se sentía perdida, no quería ver a nadie pero debía empezar a hacer el desayuno.

    Frederick la veía con las esperanzas que ella lo volteara a ver y asegurarse que se encontrará bien, pero Cecille solo ignoraba los intentos reconfortantes del castaño.

    Derrotado, se levantó atontado, se puso sus zapatos de siempre, su espalda parecía crujir con cada movimiento que hacía, parecía que necesitaría una nueva columna vertebral.

    El castaño miró a los que seguían dormidos, Mangle, Thomas, George, Billy y Patrick seguían dormidos, al ver a los gemelos, se podía observar a la hermana despierta, en silencio miraba al suelo, jugando con sus dedos y una mirada vacía.

    Esperaba a su hermano, su pecho se levantaba cada vez que su delicada respiración inundaba sus pulmones. Grace hacía el esfuerzo de no hacer nada de ruido, ellos tenían un pacto en donde si uno estaba dormido, el otro no debía despertar o hacer ruido, así se podían respetar mutuamente.

    Guió su mirada hacia Mangle, aún recuerda el ataque que le había dado la noche anterior, hasta Camino se encontraba limpiando la boca con poca sangre de la chica.

    Frederick decidió salir, se volvería enfermo si seguía viendo la sangre, era demasiado ya, además de preocupante, cada día Mangle se volvía más débil y pálida.

    Salió del dormitorio y se dirigía a su cocina improvisada, ya estaba imaginándose la riña que se darían los demás si se ven a los ojos, ayer habían dejado muy en claro que estaban furiosos.

    Con cada paso que daba hacía la cocina era pesado, parecía que nunca llegaría. Él quería desviarse en el trayecto e ir hacia otro lado, que lo podría hacer, pero tenía hambre. Solo tomaría algo para comer y comería afuera de la carpa.

    Y como estaba previsto, entró y estaban los cuatro jinetes del desastre ahí juntos en la cocina, llenando el ambiente de cólera. El castaño debía admitir que quería interrumpir la pelea de ayer, pero estaba tan perdido que no quiso.

    —Ya cállate, pues.—decía enfadado Springtrap mientras lavaba utensilios de medicina.

    —Alguien como tú no me puede decir que hacer.—exclama Thomas, para seguir haciendo ruidos fastidiosos.

    —Hablas como si fueras alguien importante, no te ilusiones.—responde el chico raído, haciendo de todo para ofender al muchacho celeste.

    —Cállense los dos.—exclama Franz, pelando una papa con su pequeña navaja, tenía suerte de aún tenerla y que el presentador no la haya encontrado.

El Circo del Roble Oscuro [FNaF]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora