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Thomas nunca supo cuando detenerse, ni cuando podía hacer el bien ni cuando hacer el mal.

Pues tener una familia como la de él le había afectado demasiado, como a cualquier persona.

Odiaba sus raíces, al igual que cada miembro de su familia.

Recuerda que tuvo que estar sirviéndole a los mayores de su familia, los más sabios y más ricos, pero a la vez los más retorcidos.

Manchó el nombre de la familia Wells, pues esa cría con cabello azulado parecía que lo había creado el mismísimo Belcebú. Sus ojos no parecían para nada a los de sus familiares, todos tenían ojos cafés o azules, pero él tenía ojos de un verde esmeralda llamativo.

El padre de Thomas se había indignado, se sentía humillado al ver a su hijo por primera vez, pensaba que su esposa había estado con un amante y que había quedado embarazada, por eso perdió total respeto por la mujer, pero aún la mantenía en la mansión, pues si se rumoreaba de un tal amante haría un escándalo en su pueblo, aunque ni una mirada de amor le dirigía ya, lo que hizo enojar a la madre del chico, pues ella nunca se había metido con nadie, odiando así a su hijo a días de nacido.

Su cabello celeste cuando era niño lo veía como si fuera un ser mágico, hasta le dio orgullo el tenerlo, se sentía especial, pero gracias a los insultos y maltrato psicológico de su familia sabía que no era para nada normal. Les daba asco que un chico tan extraño como él hubiera sido parte de la tan respetuosa familia.

Les daba tanta vergüenza el siquiera verlo que les daba pavor dejarlo salir al mundo exterior, así que los mayores decidieron encerrarlo en la mansión de la familia hasta que cambiara el color de su cabello, o siquiera para servirlos, de algo tenía que ser útil.

Thomas nunca tuvo un mejor amigo, ni un amigo. Lo único que tenía era el perro callejero que se acercaba a los grandes muros del jardín, para lamerle la mano a cambio de un pedazo de la comida del chico celeste.

Thomas a medida que crecía se acostumbraba a los malos tratos de su familia, desde sus padres hasta sus abuelos, desde sus hermanos hasta sus primos. Eran un total de casi 40 personas en esa casa, pero cuando la gente le preguntaba que le había pasado al hijo de los Wells, ellos decían que había muerto en el embarazo.

Años encerrado en la mansión, ni asomarse por una de las ventanas le dejaban. Lo único bueno y de utilidad que le había pasado había sido alimentar al cachorro, que felizmente lo había adoptado el cazador del pueblo.

Recuerda vívidamente el día en el que se despidió del cachorro, al acariciar su panza no sentía casi las costillas, sino un cuerpo bien alimentado, lo hacía feliz. Después de la ultima caricia, el perro se fue con su nuevo dueño, ladrando feliz, Thomas se logró asomar poco para ver al perro que nunca había visto, pero que había cuidado, una sonrisa involuntaria se asomó por sus labios y no se retiro hasta ver que ya no se encontraba por ningún lado el perro.

Después de haber cuidado a ese perro, todo volvió a ser monótono y triste. Pero de lo poco que Thomas lograba ver de afuera le llamaba la atención, le parecía vivo.

Así que decidió escapar de esos muros infernales, dejando a lado su oscura niñez.

Pero el día que significaría que ya no sería prisionero de personas mayores, cayó en manos de otra mala persona, como si fuera la papa caliente.

Ese día escapo por la noche, se adentró en el bosque con pocas pertenencias que había robado de su propia casa, ni siquiera se quiso llevar una foto para recordarlos, estaba mucho mejor si no los volvía a ver nunca.

El Circo del Roble Oscuro [FNaF]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora