El Circo del Roble Oscuro [FNaF]

3

Los chicos se quedaron viendo al alegre pero misterioso escenario, había un montón de gente en las gradas, la mayoría adultos vistiendo elegante, muchos con bocadillos y riendo, si seguían así se ahogarían con la comida.

Pero el público era lo de menos, habían chicos de su edad actuando, se podía ver como un chico con un largo cabello celeste, atado, con unos pantalones cortos negros con tirantes, una camiseta blanca y un saco celeste con adornos blancos, tenía flores negras decoradas por las mejillas. Pero lo más curioso de él eran sus orejas de conejo, celestes. En sus manos tenía unos guantes blancos y unas filosas dagas con adornos, en pocos segundos los lanzó ágilmente y traspasaron una sandía que estaba a varios metros de él.

—¡Wow! ¡¿Vieron eso?! ¡Fue increíble!—exclamó Camino, con brillos en sus ojos.

—¡Fue asombroso!—dijo Brandon.

—¿Cómo le hizo para pegarle a la sandía?—preguntaba el rubio, curioso y sordo por los gritos de sus amigos.

—¡No se! ¡Pero fue magnífico!—dijo el castaño. El pelirrojo estaba sorprendido, pero lo que le importaba era encontrar ayuda, no detenerse a ver lo que sea que estén haciendo los muchachos del escenario. Además de que se había desconcertado al ver al chico con las orejas, ¿eran naturales? No, no puede ser.

Acto seguido pasó una chica colgada de un trapecio, dió una voltereta y se agarró de nuevo al trapecio, parecía un pájarillo volando por los verdes árboles. Pero el trapecio eran sus alas. La chica era muy pálida y tenía el cabello blanco, tenía lo que parecía una falda negra, pero eran unos pantalones cortos, con blusa blanca con adornos y saco rosa con negro, tenían una paleta de colores particular. Pero al igual que el chico conejo, ella tenía orejas de ¿gato?, no, zorro. Y los chicos vieron como un aparato salía de su espalda.

—¿¡Qué es eso?!—preguntó el pelimorado.

—¡Fue asombroso, ¿verdad?!—dijo la rubia, sin notar el aparato de la chica.

—Ya vámonos, esta todo lindo, pero así nunca vamos a conseguir ayuda.—propuso el pelirrojo. Ninguno de sus compañeros le hizo caso, todos se centraron a ver como la chica se impulsaba desde el trapecio.—¿¡Enserio?! ¡Chicos!—

—¿Qué quieres, Franz?—preguntó el rubio.

—Tenemos que buscar ayuda, no podemos quedarnos.—dijo Franz, tratando de mantenerse tranquilo, a cualquiera le molesta que no le estén prestando atención.

—Es cierto, chicos, por más que nos guste lo que están haciendo, no podemos quedarnos.—dijo el castaño, primero por la ayuda, después podían ver el espectáculo.

—¡Pero..!—empezó a decir la rubia, terminando interrumpida.

—¡Mira! ¡Un león!—exclamó el rubio, y no era broma. Por la entrada llegó un chico con cabellos verde oliva, pantalones negros, camisa blanca y chaleco verde grisáceo, tenía orejas de conejo que combinaba con su cabello.

El chico guió al león al centro, con látigo en mano, y empezó a hacer trucos con el león, trajeron un aro y le prendieron fuego, el chico guió al león y pasó por el aro en llamas ileso. El público aclamaba por más, la gente asombrada reía y aplaudía.

—¡Qué miedo!—gritó el de cabellos púrpuras, ese lugar era increíble. Hasta Franz no pudo evitar soltar un "wow" a lo bajo, seguían viendo el espectáculo y Franz había olvidado por un momento su objetivo principal, el objetivo por el que estaba tan preocupado, el chico y los demás necesitaban un poco de magia en sus vidas.

—¿Qué hacen aquí?—los cinco adolescentes se sorprenden y ahogaron un grito. La voz sonaba un poco grave, de un chico. Voltearon todos hacía atrás asustados y vieron a un chico. Era más alto que ellos y tenía un semblante serio, reflejaba no tener muchos amigos y producía melancolía en los chicos. Tenía cabello negro y un traje bastante particular. Su piel estaba totalmente blanca, a excepción de sus mejillas que tenían una pintura roja, hacía un contraste excelente. El chico parecía un payaso.