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El castaño sentía su cabeza estallar, ¿y cómo no?, el hombre en el que empezaba a confiar le pegó con una rama. Pero le dolía más la herida que le había hecho que la traición, ni lo conocía para empezar, que tonto fue en confiar en alguien que apenas conoce.

El chico despertó por un gran dolor en su cabeza, sentía como algo le incrustaba el cráneo, pero no podía ver, ni se podía mover, las ataduras que estaban en la camilla donde él estaba acostado se lo impedían, también trataba de gritar, pero sintió el brusco roce de un pañuelo en su boca.

Trataba de quitarlo empujando con la lengua, pero no cedía completamente, se estaba lastimando la boca, pero el dolor en su cabeza era irresistible. Se sentía morir.

Pero cuando pudo analizar bien la situación, que estaba atado a lo que parecía una camilla y tenía una herida que él consideraba grave en la cabeza, algo no cuadro.

¿Dónde estaban sus amigos?

No podía escuchar a nadie, y con los varios intentos de escape del adolescente de sus ataduras, seguro alguien lo habrá escuchado, y si él no podía escuchar a sus amigos, ¿donde estarán? Empezó a preocuparse demasiado, miles de escenarios cruzaron por su cabeza, cada uno era peor que el otro.

Empezó a tocar todo lo que podía a su alrededor, y lo que los amarres le podían ofrecer. En una mesa cercana se cortó al sentir la pequeña hoja de una herramienta, era un bisturí, agarró la herramienta y como pudo empezó a cortar las ataduras, primero con la que le sujetaba el torso, luego las piernas y ya estaba libre.

Al ponerse de pie, se quitó la venda inmediatamente, vió como la venda estaba manchada en un tono carmín, el puso una cara horrorizada, se quitó el paño que cubría su boca y tocó su cabeza, le dolía demasiado, no parecía que solo fuera un golpe en la cabeza, porque el dolor que estaba sintiendo ardía un infierno.

Vió a su alrededor y pudo ver que estaba en una especie de laboratorio, pero barato, la tierra se podía ver en el suelo, los cabinetes de madera albergaban todo tipo de venenos, Frederick al verlos encontró unos frascos curiosos, tenían un tono color rosa melocotón y no era traslúcido, al tocar el frasco sintió un leve ardor, como si alguien tocaría tus dedos, ¿qué contenía el frasco? Había demasiados frascos de esa sustancia.

No le importó y agarró nuevamente el bisturí y abrió la cortina, que servía como puerta, había un largo pasillo en el que se veían más cortinas. Asustado pero determinado, Frederick fue con bisturí en mano a buscar a sus amigos.

Se acercó a la primer cortina y se tomó el tiempo para escuchar, cuando no escucho nada, abrió un poco la tela y vió a su compañero pelimorado, amordazado en una camilla al igual que él...

...Con orejas moradas de conejo.

—¡¿Brandon?!—dijo el castaño a lo bajo, pero sorprendido, el chico vió como el cuerpo de su amigo se movía levemente y rápidamente fue a cortar las ataduras.

—¡¿Frederick?! ¡Qué alivio!—dijo el pelimorado, aún con la venda en los ojos. Cuando se la quitó pudo ver bien a su amigo.—Oh..por...dios—pronunció, con los ojos bien abiertos, haciendo que el castaño se asustará más.

—¡Brandon! ¡Tienes algo en la cabeza!—dijo el chico.—¿Qué te hicieron?—preguntó un poco más tranquilo, pero la ansiedad lo estaba carcomiendo.

—Te debería preguntar lo mismo.—dijo el chico con cabellos púrpuras, su mirada reflejaba una mezcla entre sorpresa y miedo. Acto seguido Frederick toca su cabeza, ahora más desesperado, ¿así qué no era una herida normal?

—¿Qué...es esto?—preguntó confundido el castaño, al sentir como el frío metal de lo que sea que estuviera en su cabeza rozó la punta de sus dedos, empezó a registrar más detalladamente, el chico pelimorado tenía unas orejas de conejo, pero él no sentía unas orejas largas como las de su compañero.

El Circo del Roble Oscuro [FNaF]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora