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    Era una mañana tranquila, los chicos se encontraban dormidos y todo estaba en paz. Se habían divertido demasiado la noche pasada. Estaba soleado afuera y se dio cuenta Franz, ya que los rayos del sol entraban por la pequeña abertura de la tela y le pegaba en toda la cara.

    —¡Mierda!—gritó el pelirrojo despertándose inmediatamente para frotarse el ojo, lo calmaba el hecho de que le había dado el rayo de sol en el ojo que ya no le servía, pero igual le dolía.

    —¡Ah!—gritaron muchos, los pocos que se despertaron que fueron Frederick, Brandon, Shia, Toy Freddy y Springtrap. Los demás parecían osos hibernando, dormían como rocas.

    —¿¡Pero qué te pasa?!—le gritó Toy Freddy al pelirrojo al notar que no había peligro alguno. Todos los despiertos miraron a Franz, esperando una respuesta.

    —¡El jodido sol me dió en el ojo!—exclamó Franz señalando a su ojo.

    —¡Lenguaje!—exclamó Shia enfadada, ya parecía a su anterior cuidadora del orfanato vuelta en el pueblo.—Escuchen, espero más de ustedes, sean educados.—se frotaba las sienes la rubia, algo que irritó a Franz, ahora no podía maldecir en paz, ya lo habían regañado una vez.

    —En fin...—empezaba Springtrap, frotándose los ojos.—...ya estamos despiertos, así que ya no hay caso en dormir.—

    —No me importa lo que digas, yo aún tengo sueño.—dijo Franz, volviendo a acostarse, tapando su cara con la sábana cómicamente, se iba a sofocar.

    —¿Qué hora es?—preguntaba soñoliento el castaño, Toy Freddy vió su reloj de escritorio, el de las bailarinas, que parecían hadas atrapadas en acero. Eran las nueve y cuarto de la mañana.

    —Son las nueve y quince minutos.—responde Toy Freddy.—Si no mal recuerdo, el presentador quería vernos en cinco minutos a todos en el escenario.—decía con total tranquilidad que resultaba terrorífico, Frederick abrió los ojos como platos al igual que Brandon, Franz al escucharlo se quitó la sábana de la cabeza y lo miró petrificado, los otros dos tenían caras de preocupación.

    —¡¿Cómo?!—exclamó Brandon, levantándose rápidamente de su cama, aventando la sábana.

    —En cinco minutos nos quiere ver, ¿estás sordo o qué?—dice Toy Freddy frotándose con molestia las sienes.

    —¡Si ni siquiera hemos despertado a los demás!—exclama Shia, desesperación evidente en su rostro.

Los chicos despiertos se pararon rápidamente para despertar a los demás. Los más fáciles de despertar fueron los gemelos, Puppet y Bonbon. Ya habían gastado tres minutos mientras Toy Freddy y Shia se ponían los zapatos. Los gemelos despertaron a Mangle pero al tratar de despertar a George casi se cae de la litera, enojándose con ellos.

—¡Tengan más cuidado!—exclamó George sobándose la cabeza, se había golpeado con el acero de la escalera al casi caerse. Quedaba un minuto.

—No tenemos tiempo, bájate de ahí y ponte los zapatos.—dijo tranquilamente Bonbon. George solo bostezó molesto e hizo lo que le dijeron.

Todos salieron del dormitorio, unos corriendo como si su vida dependiera de ello, otros caminando como si nada estuviera pasando. La suerte estaba del lado de los chicos, aún no estaba el presentador, así que subieron al escenario rápidamente e hicieron una fila, esperando al señor.

Pocos segundos después entró, estaba refunfuñando, tenía un papel arrugado en su gruesa mano, parecía haberse levantado apenas, sus cabellos desordenados lo delataban, además de lo desordenada que estaba su ropa.

El Circo del Roble Oscuro [FNaF]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora