~°~°~ Capítulo XIX: El Beso ~°~°~
El color celeste de las paredes de aquella pequeña habitación lo tenía hastiado. Lejos de tranquilizarlo, hacía que se le erizaran los vellos de los brazos cada vez que los miraba. Pero no tenía opción. Radamanthys se quitaba su corbata y aflojaba su camisa mientras se dirigía al pequeño cuarto de baño para terminar de cambiar su ropa y limpiar su rostro y manos.
Una vez ligeramente refrescado, se dirigió a la cama ocupada. Lo observaba fijamente, aquel rostro apacible y tranquilo demostraba completa serenidad. Con un pañuelo húmedo, limpió su rostro y cuello, procurando no mover la cánula nasal que le proporcionaba oxígeno. Luego pasó una toalla de algodón seca y por último, untó con la yema de sus dedos una crema humectante, sin olvidar la manteca de cacao en los labios. Ese ritual nocturno lo cumplía con la misma delicadeza y paciencia cada noche, desde hacía dos semanas. Las ocasiones en que no se quedaba a dormir en esa habitación, realizaba el solemne acto más temprano. Siempre concluía con un beso en la frente. Pero esta ocasión fue la excepción.
La luna, casi llena, iluminaba con un pálido y frío resplandor el rostro dormido de Kanon, dándole la apariencia de una escultura europea del siglo XVIII. Acarició una de las mejillas, sus ojos se entrecerraron, enternecido por aquel hipnótico cuadro. Por su mente, se ilustraron las historias que leía de niño, esas que no son tan parecidas en su versión original. Esas historias populares estaban representadas en cientos de expresiones artísticas. Por un lado le parecía ridículo, pero por otro, le envolvía en fantasía y esperanza, ¿qué podía perder?
Se acercó lentamente al rostro dormido, y con sus ojos cerrados mantuvo en unión los labios que ya se habían conocido con anterioridad en diferentes ocasiones. De forma pausada, disfrutó aquel momento, del cual se separaba por milésimas de segundos para inspirar aire y continuar con el íntimo contacto. Cada vez, la energía que imprimía en aquella acción se incrementó cada vez más. Dejó su suave caricia para sostener al griego por los hombros. La ausencia de respuesta lo orilló a apretar aquel cuerpo contra el suyo, con fuerza, con desesperación.
Rompió la conexión, de golpe, respirando agitadamente con sus ojos expandidos y sus pupilas finas. Se dio cuenta que estrujaba el cuerpo inerte, y de inmediato soltó su agarre para levantarse y retroceder un par de pasos. Respiró un par de veces profundamente e inició un conteo mental. Se llevó su diestra hacia su cara, recuperando su postura. La hilaridad del momento lo hizo reírse con soltura, hasta que se quedó sin aliento. Suspiró, y regresó al cuerpo del griego, arreglando sus ropas y lo que quedaba de su cabello hacia un lado.
–Soy un idiota por pensar que funcionaría –dedicó tiempo a observar las facciones del otro hombre, siempre tranquilas, inmutables –. Despierta ya, estoy cansado de hacer el ridículo y que solo me responda el silencio –resignado, se desprendió de la camilla para dirigirse a la que le correspondía y poder descansar, si es que lograba hacerlo –. Buenas noches –se acomodó entre las cobijas, y tras una última mirada llena de profunda añoranza, sucumbió ante el cansancio físico y mental.
-o-o-o-o-o- Dos semanas antes -o-o-o-o-o-
–Solo hay que esperar a que despierte –dijo la encargada de la cirugía, agotada, pero satisfecha, junto con el equipo de trabajo, conformado por otros cuatro médicos. La operación había sido un éxito. Kanon se encontraba con la mitad de la cabeza rapada y envuelta en gruesos vendajes. Su brazo izquierdo de la misma manera, doblado sobre su pecho, mientras que el otro descansaba a su costado. Tenía un catéter conectado a dos bolsas de líquidos que goteaban cada cierto tiempo, una con sangre y otra con suero y medicamentos. Por el área de su abdomen tenía también otra bolsa conectada, y en su rostro, unas válvulas en sus fosas nasales que le proporcionaba oxígeno. Su expresión mostraba una paz envidiable, seguramente no había logrado dormir así por mucho tiempo. Merecía descansar lo suficiente.
Debido a la hora, entrada la madrugada, no se permitió el ingreso de visitas, más que de la familia. Radamanthys había dudado, hasta que Saga le cuestionó "¿No piensas entrar?". Los médicos se retiraron y les indicaron que no podían quedarse mucho tiempo con el paciente.
Los dos hombres observaban a Kanon, aliviados, pero aún con cierta angustia en su interior.
–Es mi culpa –rompió el incómodo silencio que se había formado en la pequeña habitación.
–No digas eso... –intentó reconfortar a Saga, sabiendo bien la situación por la que podrían pasar ciertos detectives. Terminaban siendo blancos fáciles de las vendettas del crimen organizado–. Podría ser culpa mía... –arrastró sus palabras recordando esas ocasiones en que defendía a víctimas de agresiones. De hecho, se encontraba más veces a Saga en tribunales que en la casa de los gemelos.
El ambiente se había tornado pesado. Si bien sus corazones saltaban en júbilo por la vida de Kanon, a la vez se estrujaba al pensar en lo sucedido, y lo que podría ocurrir. Debían ser cautelosos. Pero Radamanthys ya no pudo contenerse más, se acercó, lentamente, no quería levantar ninguna sospecha de Saga. Acarició el rostro de su amado con el dorso de su mano, entrecerrando sus ojos, agradeciendo a cualquier divinidad por verlo nuevamente respirando. Por mucho tiempo, le preocupó que los vieran juntos, que los juzgaran, pero ahora ya no; ¿y si fue un crimen de odio? Al diablo, encerraría a cualquiera que le hizo eso.
Se agachó y besó una de sus mejillas, a estas alturas ya nada más le importaba, besó su frente y por último dio un pausado beso en sus labios. Se separó y quedó estático viéndolo, con cierta esperanza infantil, de que aquella caricia lo despertara de su letargo. Un enfermero interrumpió el ambiente, solicitando que se retiraran de la habitación de cuidados intensivos, y les indicó los horarios restringidos de visita.
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Me siento extraño, liviano, pero a la vez con un peso. ¿Dónde estoy? No recuerdo haber llegado acá, de hecho, recuerdo ver a... Rada... y estaba llorando, ¿por qué lloraba? ¿Dónde está él? Esta habitación está muy iluminada, y ese grupo de personas... ¿son médicos? Si estoy aquí es por algo, me da curiosidad y me asomo a ver, pero no quiero interrumpirlos, parece ser que están en una operación muy importante.
No... no puede ser, ¡soy yo! Mi cabeza, mi cuerpo, no... he visto muchas disecciones de animales, pero esto me da harta náusea. Les pregunto qué hacen, por qué estoy ahí, pero me ignoran. Creí que no me habían escuchado así que hablo más fuerte, pero nada.
Inician con la maniobra de RCP, me siento mareado, por más que inhale siento que no tengo aire. Quiero irme, ¡¿dónde está la puerta?! No puedo salir, algo me detiene, se aferra a mí.
Se me eriza la piel y siento una fuerte corriente eléctrica. Volteo y observo un rostro, hermoso, sereno. Lo he visto antes, pero no recuerdo dónde. Me sonrió y se desvaneció. Di un último suspiro.
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No podían dormir. Cada uno en su casa, cada uno en su habitación. Les hacía falta...
–Kanon... –
Sería en vano mantenerse echado en la cama removiendo las sábanas.
–Encontraré al hijo de puta que te hizo esto –
Ambos, uno detective de la policía y otro abogado, iniciaron cada uno con la investigación recabando cada información que podrían tener.
~°~°~ Continuará ~°~°~
Gracias por llegar hasta este punto! No creí que fuera tan largo, pero agradezco miles a quienes siguen el hilo. Estoy experimentando un poco con el tipo de narrador y con los tiempos, espero no sea confuso, en dado caso lo sea, pueden comentarlo para arreglarlo.
Y bueno, ¿Qué les parece? ¿Qué creen que sucederá?
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Drákos Agóra
FanfictionPelea de Dragones ¿Qué tienen en común un abogado inglés y un biólogo griego? Diferentes eventos casuales los obligó a tolerarse, y el dinamismo de la vida los hizo experimentar un sin fin de situaciones que los ayudó a encontrar una dirección hacia...