Capítulo V: La Sorpresa

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~°~°~ Capítulo V: La Sorpresa ~°~°~

Enero de 2013

Los árboles se alzaban hacia el cielo, casi tocándolo, con un verdor donde se camuflaban las brillantes plumas de las aves y la erizante piel escamosa de los reptiles. Entre algunos foliolos se filtraba la brillante luz ultravioleta que daba una sensación tranquilizadora en aquel apesadumbrado sotobosque lleno de lianas, espinas, humedad, calor y sonidos extraños que ponían nerviosos a más de alguno de los estudiantes de primer año de biología.

En comparación con otras carreras universitarias, el grupo era bastante pequeño, componiéndose de ocho varones y cuatro mujeres, quienes tenían su primera experiencia como trabajo de campo del curso de "Ecosistemas", en el corazón de una de las áreas protegidas mejor conservadas de Grecia, El Parque Nacional Pindos, a seis horas de camino de Atenas. Esta práctica era de cuatro días, donde realizarían una diversidad de estudios preliminares, cuyo objetivo era alimentar el asombro y la curiosidad de los nuevos estudiantes.

De madrugada realizaban colecta y observación de aves, por el día, muestreos de plantas y macrohongos, por la tarde, aprendían a rastrear anfibios, y por la noche preparaban las redes de niebla donde quedaban atrapados los murciélagos para poder estudiarlos.

Tenían que caminar kilómetros y kilómetros entre montañas húmedas y calurosas. Debían anotar las características del lugar, las coordenadas, la temperatura y cualquier cosa que fuera necesaria. Aunque para los experimentados profesores aquello era un trabajo sencillo y de cierta forma, rutinario en el campo, los jóvenes estaban aprendiendo y maravillándose con las técnicas nuevas, por lo que el ritmo de trabajo era un poco lento. Camus era el único que se encargaba de anotarlo todo, y de una manera bastante ordenada y entendible. Otros preferían realizar audios con sus celulares.

Luego de cuatro días de duras jornadas, el último estaba planificado para socializar y disfrutar del entorno, específicamente de la pequeña laguna con cascada que se encontraba a un costado del campamento. Nadie pudo resistirse de zambullirse en la frescura de aquel líquido, luego de una caminata bastante extenuante y de varios días con pocas horas de sueño. Bueno, casi nadie. Camus, reservado como siempre, se dirigió directamente a las regaderas, aprovechando que todos estaban veraneando en la laguna.

Luego de darse una ducha y de vestirse adecuadamente, ingresó a la carpa que había armado para dormir lejos del resto de compañeros, y se dedicó a revisar los datos en su libreta. Sin embargo, tras revisar su mochila de trabajo y el resto de lugares donde podría estar, no la encontraba. Como un flashazo, a su mente llegó el momento en que Milo se la había arrebatado a manera de juego, pero Camus solo lo había ignorado para evitar llamar más la atención. No quería ir donde estaban todos, se mentalizó en que solo debía pedir su libreta y regresar a la segura soledad de su carpa. Dando un respiro hondo, se dirigió hacia el bullicio.

Llegó a la orilla, donde estaban Yuna y Pavlin indecisas de meterse al agua con su traje de baño o con alguna otra prenda encima, ya que había muchos chicos y no se sentían con mucha confianza.

–Disculpen, ¿han visto a Milo? Se quedó con mi libreta de apuntes –preguntó Camus.

–Fue de los primeros en meterse, creo que hasta anda en calzones –dijo Pavlin.

–¡Ahí está! –gritó Yuna, al momento que señalaba hacia arriba. Inmediatamente el hombre mencionado caía en picada donde terminaba la cascada. Todas gritaron cuando les cayó el agua helada de sorpresa.

–¡Milo! –gritaron nuevamente, pero esta vez un poco molestas, ya que no solo ellas quedaron empapadas, también algunos objetos cercanos, como sus celulares y toallas.

Drákos AgóraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora