SUSTO

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Pedí un taxi lo más rápido posible, en medio de las lágrimas que ahora brotaban sin querer detenerse. Aterrizaron en la pantalla del celular, comencé a sollozar. ¿Por qué me trató así y reaccionó así?

Llegó el auto y rápidamente me subí al asiento trasero, con él ya teniendo la dirección a seguir. Pero antes de empezar, volvió la cara hacia atrás, mirándome.

- ¿Estás bien, niña? ¿Te pasó algo?- Preguntó, luciendo preocupado.

- No.. - respondí llorando, mirando mis piernas y manos apoyadas en ella. - ¿Puedes ir rápido por favor?

- Está bien... - Volvió a girar lentamente hacia adelante y encendió el motor.

No podía ni quería controlar mi llanto dentro del auto, incluso en presencia de un conductor que ni siquiera conocía. Todo en lo que puedo pensar es en la expresión de enojo en el rostro de Nicole. Una expresión que ella nunca hizo para mí, ni yo para ella.

Nunca me había tratado con tanta frialdad y dureza, no era la Nicole que conozco, pero sigue siendo la Nicole que amo. ¿Y si ella ya no quiere tener nada que ver conmigo? ¿Ni amistad, ni amor, ni nada?

Eso es lo que siempre he evitado. Pero también fui muy estúpido. ¿Cómo pude haber perdido tantas oportunidades de decirle a Perry la verdad? Es culpa mía.

Obligué a Nicole a esconderse, a ser parte de una traición, no tuve el coraje de gritar mi amor por ella por miedo a gritar y asumir quién soy.

Siento dolor en el área de mi pecho y necesito controlar mi respiración y pensamientos, o puede ocurrir una crisis.

- Llegamos niña.. - El conductor volteó su rostro hacia mí nuevamente, advirtiéndome.

Ahora ya no sollozaba, pero las lágrimas seguían cayendo sin parar. Rápidamente saqué el dinero de mi billetera y se lo entregué, saliendo del auto.

Entré al bar con la misma prisa, con ganas de correr a mi habitación y encerrarme. El bar estaba cerrando, mi tía está detrás del mostrador y también Rosita.

- Cariño, ¿por qué volviste temprano? – preguntó mi tía al verme de lejos.

Pasé junto a ella y crucé el mostrador sin decir una palabra, casi corriendo, dirigiéndome directamente a las escaleras y subiendo.

- Waverly? - Me llamó la atención mi tía al ver que no respondía.

- Waverly? – Y Rosita también.

Camino rápidamente por la sala de estar y Wynonna está en el sofá con las piernas levantadas y una olla de palomitas de maíz, viendo la televisión. Ni siquiera lo miré a la cara derecha, salí de la habitación y me dirigí a mi habitación.

- Waverly? – me llamó en voz alta cuando pasé por la puerta de salida de la habitación, pareciendo tener la boca llena de palomitas de maíz.

Entré en la habitación, cerrando la puerta de golpe, más fuerte de lo que pensé que haría. Y en lugar de tirarme en la cama agarrando la almohada como hace la mayoría de la gente, simplemente me senté en el borde del colchón y enterré mi rostro entre mis manos.

Lloré más, tenía problemas para respirar. Luego escuché tocar la puerta, más de tres veces. No llamé, me quedé allí. Los golpes continuaron una y otra vez.

- Waverly, ¿qué pasa?- mi tía preguntó en voz alta desde detrás de la puerta mientras tocaba.

Y como no abrí la puerta, solo llamé, se abrió. Ni siquiera levanté la cara, seguí con él hundido en mis manos llorando. Escuché pasos.

Amor en secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora