Capitulo #15

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Maratón 2/¿?

(Rubén)

Se cruzó de brazos y me miro con enfado. Me estaba haciendo sentir como un niño pequeño e inmaduro. Pero, ¿Qué coño, tío?

-¡Me cago en la puta, Mangel!- dije con enfado- Deja de mirarme de esa manera.

-¡Eres un gilipollas!

-¡Joder! ¿Y ahora porque?

-Rubius- soltó un suspiro- Tu no quieres ir en busca de esa pelirroja, o... ¿sí?

-Pero... ¿Qué cojones dices, tío?- sonreí falsamente- ¡Claro que quiero!

Si Mangel no estuviera tan enojado, seguro se hubiera reído en mi cara.

-Soy tu mejor amigo, te conozco- dijo con seriedad- A mí no me engañas, tío.

¡Puta vida! Claro, Mangel me conocía muy bien. Pero, ¿Qué debía decirle? ¿Qué sentía algo por Sydney, pero ella no? Comenzó a llamarme "amigo" como si fuera una clase de indirecta, como si aclarara nuestra situación... nuestra relación. ¿Acaso teníamos una especie de relación? O bueno, como si ella limitara las posibilidades. Como si tratara de decirme: "No me gustas. No te veo de esa manera."

Me sentía patético. No ser correspondido debe de ser las peores torturas del mundo. Lo único que quería saber era porque ella no sentía nada por mí. Llegue a pensar que sí.

-No quiero hablar sobre esto- dije, con una mirada triste.

-¿Estás seguro?

-No vale la pena- suspire- Lo superare.

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Sydney bajo una gran maleta de un automóvil viejo. Nos explicó que luego su amiga pasaría a recoger el auto.

Se estaba haciendo un poco tarde y ya casi era hora de comenzar de nuevo la búsqueda.

-¡Muero de hambre!- dijo Willy, tirándose a un sillón.

-¡Igual yo!- Vegetta se tiró a su lado.

-¡Yo no, pero igual quiero comer!- dijo Mangel, tirándose al otro lado de Willy.

-¡Yo solo quiero tirarme!- Alex salto y cayó en el otro sillón.

Sydney soltó una pequeña risa. La observe. Me encantaba su risa. Era tan tierna y dulce. Era una de esas que jamás te cansarías de escuchar.

-Bueno, compre algo en el camino- dijo ella, revolviendo su bolso de mano.

Saco una bolsa y reconocí el logo del empaque al instante.

-¡Pan de pipas!- exclame con emoción, tomando el paquete.

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Ya habíamos puesto todo en la camioneta. Eran como las 10 de la noche. Llegaríamos a la capital como a las 6 de la mañana.

Willy manejaba y Vegetta le daba instrucciones y además le contaba chistes malísimos. En medio venían Alex y Mangel, ambos dormidos. Y hasta atrás, veníamos Sydney y yo. Ella estaba recargada en mi pecho y soltaba diminutos ronquidos. ¿Cómo esta chica lograba ser tan adorable?

Examine su rostro. Nunca había tenido una oportunidad tan larga de hacerlo. Y podía hacerlo con plena seguridad de que ella no se daría cuenta. Me gustaba detenerme en cada facción de su rostro.

Sus ojos eran largos y redondos, con largas pestañas. Tenía una pequeña y respingada nariz. Sus labios eran de un tamaño perfecto para su cara, carnosos y de un color rosa.

•La Búsqueda• {Rubén Doblas}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora