- Capítulo III - Bruce

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Son solo las cuatro de la mañana y mi madre ya ha empezado a aporrear las teclas del piano, estoy harto de ese instrumento. Al principio era soportable, de hecho, me relajaba, incluso me quitaba el insomnio, pero ahora, solo me produce angustia y dolor. 

Hace unos meses, le tuvieron que operar la mano izquierda, y desde entonces, dejó de tocar bien. Además, siempre tiene que ser la misma melodía, Dark Piano, debo reconocer que es preciosa, pero llegó un punto donde la aborrecí y ahora me parece horrenda.

Como se que no podré volver a dormir, me hago la mochila para el colegio, soy consciente de que no he hecho esos asquerosos deberes del árbol genealógico, pero no es que me importe mucho, además tampoco sabría a quién poner. Luego hago algunos bocetos durante un tiempo, ya que eso me calma bastante, tengo tantos cuadros que ya no se ni donde ponerlos. Hoy, he decidido darle una oportunidad a las acuarelas, pero ha sido un intento nefasto, así que decido coger uno de mis libros favoritos, Harry Potter y el cáliz de fuego.

Después de dos largas horas leyendo, bajo las escaleras y me preparo el desayuno. Con cuidado procuro no hacer mucho ruido para no despertar a mi madre, que seguro que se habrá vuelto a quedar dormida. Aunque para mi sorpresa, está despierta. Esta vez, si nota mi presencia y unos minutos más tarde, ya está gritando. No para de decir que soy un error, que se quiere suicidar por mi culpa y que ojalá me muera para que así, ella pueda ser feliz. Sé que suena muy triste, pero uno se va acostumbrando a este desprecio. Intento no hacerle caso y me preparo mi desayuno, como no fui a comprar desde hace una semana, solo puedo gozar de un vaso de leche caducada y un par de lonchas de tomate. 

Al terminar, ella se acerca a mí corriendo y me da una bofetada tan fuerte que me caigo al suelo. Al levantarme apresuradamente, no se ni como reaccionar, tengo ganas de vomitar y me tiembla todo el cuerpo. Creía que hoy me iba a librar de la violencia física, pero a quién quiero engañar, eso es imposible con una madre como la mía. 

Después de esos golpes, me empuja hasta que caigo contra el suelo y por último, desgasta su ira dándome unas patadas en el estómago. Cuando se relaja, se acerca y me dice que lo siente mucho, que ella no es así, que nunca más me hará daño y que siempre me protegerá a toda costa. No es verdad. La conozco y sé que solo lo dice para que no me queje ni llore. Odia que lo haga, dice que soy un hombre, ellos no lloran, son fuertes y valientes, pero ahora mismo no me siento así, siento que soy frágil, vulnerable e indefenso. Siento que quiero explotar, poder escapar de esta tortura, ser libre, pero, en el fondo, aunque me duela mucho, la sigo queriendo, porqué al fin y al cabo, ella es y siempre será, mi madre y es lo único que me queda de mi familia. 

Escapa de la verdad (INCOMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora