4.-Subasta

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Le pedí al cochero que nos llevara a un comedor de la zona central, era un buen lugar y tenía comedores privados. La cara de Hilda al ver que les pedí que comieran en la misma mesa que yo fue exquisita, una mescla entre reticencia e incredulidad asombrosa. Luego de explicarle que no me gustaba comer solo y su participación en la mesa solo era una de mis tantas rarezas acepto. La comida estaba buena, pero no exquisita.
Luego de eso los lleve por ropa, conocía a un buen modista que confeccionaba ropa pre hecha, en el barrio noble oír que alguien usa ropa pre hecha es un insulto digno de un duelo, en los barrios medios suena a que tienes buena suerte y en los pobres es razón para que te envidien, te arrinconen en un callejón y te roben la ropa. La ropa que elegí parece más un uniforme militar que ropa simple, consta de un pantalón negro con un suave bordado verde oscuro, acompañado de una chaqueta de características similares la cual va sobre una camisa verde oscuro. Todo esto adornado con un lindo lazo al cuello, un par de cinturones y un par de bolsas. Laura y su hija estaban sorprendidas por la ropa pero Hilda la amo, principalmente porque era elegante y práctica a la vez, aunque le molesto que el escudo de la familia no estuviese bordado en puños, espaldas y laterales de los pantalones, le prometí que pronto lo mandaría a bordar. Junto con varios uniformes compramos ropa interior, ropa de uso diario y varios pijamas tanto para la servidumbre como para mí. Para Lowe compre un set de túnica y ropa simpe a juego, no quise gastar más porque dentro de poco tendría que comprar ropa nueva.

Pasamos luego a una sala de baño con posada. Todos nos bañamos y perfumamos para lo que vendría, después del baño descubrí que mi piel era un poco más blanca de lo que creía, quizás deba hacer esto del baño una actividad más rutinaria. Mande a mi servidumbre a descansar y yo hice lo mismo, en un par de horas tendríamos mucha actividad. Sentí una mano meciéndome, mi primer impulso fue saltar y cortarle la garganta a quien me movía, pero recordé que le había pedido a Hilda que me despertara cuando bajara el sol. La salude adormecido y comencé a prepararme, me di otro baño y me vestí con ropas nuevas, eran ropas pre hechas pero las habían ajustado y adaptado a mi estilo personal, sinceramente me encantaban.

Salí de la habitación acompañado de Hilda, con el nuevo uniforme parecía una instructora militar, le quedaba estupendo, al poco andar nos topamos con Lowe, a quien habíamos puesto en una silla de ruedas de mejor calidad, y a Ada y Laura quienes parecían miembros de alguna rama militar. Emanábamos un aura de poder y elegancia bastante agradable para mí. Quien pensaría que días antes vestidos con harapos había revisado la basura de este lugar en búsqueda de algo de comida, el mundo puede ser un lugar extraño.

Llamo a un cochero, y me dirijo a una casona en los barrios medios, es una casa simple y sin decoraciones, pasaría totalmente desapercibida si no fuese por el escudo de armas que adorna su puerta, un martillo golpeando una moneda, el símbolo de la familia Midas, una de las familias más ricas de todo el Imperio y más allá. Me dirijo a la puerta y entrego mi entrada junto con mostrar el símbolo de mi familia, el guardia se ve extrañado, no me sorprende, la entrada es el papel que robe hace unos días y mi familia obviamente no estaba en la lista. Me miro de pies a cabeza y me dejo pasar, cumplía con todos los requisitos y era un Conde, rechazarme solo le traería problemas.

Me hicieron pasar y me llevaron a un balcón inferior a petición mía, por lo general entre más alto el estatus más abajo estará tu balcón, las razones son simples, podrás ver mejor la mercadería y podrás huir más fácil si algo sale mal, Mi balcón estaba en el segundo piso, bastante bueno para un conde que se ha colado a la fiesta, me siento frente al balcón y le digo a Lowe e Hilda que se pongan a mi lado, si ven algo interesante en la subasta deben hacérmelo saber. Los balcones se comenzaron a llenar y poco a poco el lugar se llenó de voces. Nos sirvieron aperitivos y comenzó la subasta, los primeros objetos en subastarse fueron obras de arte, ninguna capto mi atención pero Hilda pidió que comprara un cuadro bastante grande de un palacio, lo compre a solo 2 piezas de oro, al parecer no era muy popular ese lugar. Compre unos baúles de armas genéricas pero de diseño exquisito y un par de armas mágicas, sinceramente nada especial, la mayoría de esas cosas las podías comprar en algunas tiendas pero debo admitir que estaban baratas. Luego vinieron los misceláneos. Compre dos bibliotecas completas, un set de cocina de lujo que Ada pidió casi llorando y la mejor compra del día, una extensa colección de minerales, si bien cada mineral solo eran unos gramos en mis manos son una fuente infinita de materiales para diversos proyectos.

Mientras pensaba en eso comenzó la venta de esclavos, esta era la razón para la que había venido. Pero debo admitir que me decepcione un poco, la mayoría de los esclavos en subasta eran mujeres hermosas sin ningún otro valor que su belleza ¿Qué si no me gustan las mujeres bellas? Pues sí, pero la belleza física se marchita dejando solo un cascaron, la belleza espiritual e intelectual que perdura y crece a través de los años es más lo mío. Así pasaron las diversas musas hasta que llegaron a una extraña muchacha, parecía entretenida con el hecho de ser subastada, sus ojos grandes y cara infantil acompañaban su cuerpo compacto pero fibroso, todo esto acompañado de un par de orejas de perro y una cola peluda de color negro al igual que su cabello.

- Maestro, es una Daria, una extraña sub raza de hombres lobo, son realmente difíciles de ver. La mayoría posee una gran destreza y fuerza desde niños – Dijo Lowe

- ¿Deberíamos comprarla?- pregunte

- Dependerá del precio, un ejemplar como ese fácilmente alcanzara los 150 de oro pero como guardián será una buena inversión.

Después de que Lowe dijera eso decidí comprar a esta muchacha, era un esclavo criminal que había sido enjuiciada por asesinar a un noble en un duelo de honor según el presentador. Seguramente el estúpido noble quiso hacerla suya y esta dama lo asesino en defensa propia provocando que su familia la buscara, me gustaría decir que esto es raro pero no, muchos nobles se creen la mosca más grande sobre la caca.

El presentador indico que el precio de venta inicial seria solo 5 de oro, obviamente era un gancho para deshacerse rápido de esta muchacha, sonreí e hice la primera oferta 500 monedas de oro. Hasta Lowe me miro sorprendido, lo mire y sonriente le dije

- A veces me gusta gastar a lo grande. 

Mi  truco es ser ricoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora