Tras Bambalinas I

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Oh dioses asistan a este pobre pecador en su travesía ingrata y denle consuelo- Digo con todo fervor mientras rezo en el templo, me levanto y salgo del lugar con menos esperanzas que con las que entre.

Me dirijo al bar a calmar mis penas, hace años perdí a mi esposa a causa de la plaga ahora mi pequeño se enfrenta a una enfermedad desconocida que lo mantiene débil y al borde de la muerte. Me siento en la misma mesa de siempre y bebo en silencio mi cerveza, en esta situación estaría dispuesto a hacer un trato con un demonio.

- Por lo que veo estarías dispuesto a hacer un trato con un demonio – dijo una voz firme pero infantil, alce la vista y lo que vi me sorprendió, era un joven de tez blanca y grandes ojeras, vestía un traje negro a la vieja usanza. Como dicen las escrituras "Llamad al demonio en tu corazón y el vendrá a arrancártelo".

- Si quieres mi alma llévatela, poco de ella me queda – respondí.

- No quiero su alma señor Adam Salim, es más, si tengo que ser sincero fueron los dioses quienes me pusieron en su camino.

- ¿De qué está hablando? – Respondí sorprendido.

- Pues vera señor Adam, sé que enfermedad afecta a su hijo y como ayudarlo con ella.

- ¡Habla!- Dije casi gritando mientras me paraba y agarraba al joven por el cuello, el solo sonrió.

- Su hijo posee la enfermedad contraria a la mía, su cuerpo sufre un exceso de mana y su cuerpo no puede soportarlo- Dijo con calma, lo solté, él se arregló la ropa y continuo- Es imposible curarlo, pero podemos mitigar los efectos del mana en su cuerpo lo suficiente como para que pueda llegar a viejo sin problemas.

- ¿Qué es lo que quieres de mí?

- Directo al grano, me gusta, quiero que me ayude en un juicio. Nada ilegal, solo quiero que haga la vista gorda a ciertos procesos que estarán en el límite de lo legal y que usando sus facultades de juez haga que dichos tramites sean legales justo tras firmarlos ¿Es posible?

- Si es para salvar a mi hijo enviaría a juicio al mismo Emperador

- Nunca tanto, hasta yo sé que los hombres tienen limitaciones.

Después de eso, comenzamos a hablar del juicio y de lo que debía hacer, quedamos que tras el juicio el joven, que ahora sabía que era el Conde Guld, enviaría a mi casa un elemento que ayudaría a mi hijo a recuperarse. Así fue como llego el día del juicio y descubrí que mi primera impresión no estaba errada, el señor Guld podía ser un verdadero demonio cuando quería. No solo me soborno a mí, también lo hizo con los guardias y hasta el escriba.

Al llegar ese día a mi casa mi hijo me salió a recibir, llore lágrimas de felicidad al verlo en pie. Según la criada una mujer hermosa de cabello rojo trajo una caja para mi hijo, era un set de dos pulseras, un collar y dos tobilleras grabadas con la más fina artesanía. Cuando mi hijo se las coloco comenzó rápidamente a sentirse mejor. También había una carta para mí, donde me explicaban que eran artefactos mágicos autoajustables, cada uno absorbía el mana del cuerpo de mi hijo y activaba un efecto: Fortalecer, curar, limpieza, protección y Fragancia.
Al verlas supe que no eran artefactos simples, eran producto de uno de los grandes talleres mágicos, además las piedras mágicas que tenían eran carísimas y una pésima elección para este tipo de joyería, ya que absorbían mas mana de lo necesario, algo perfecto para alguien con exceso de mana como mi hijo. Ni en toda mi vida tendría el dinero para pagar si quiera los materiales de estos accesorios, quizás es cierto que la casa Guld volverá a rondar las esferas de poder.

Mi  truco es ser ricoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora