Damelo

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- Muy bien señor Sabini, tome asiento. Nadja trae algo de té y un poco de comida para mí – Dije mientras me sentaba en mi escritorio frente al señor Sabini, él se veía un poco nervioso y sentía un placer culposo al verlo así.

- Si me permite la descortesía, me gustaría algo para comer también Conde Guld, debido a esta situación no fui capaz de cenar. – Dijo Sabini

- No hay problema señor Sabini, por cierto, llámeme Ale mientras dure la negociación, es un poco molesto oír mi título en cada conversación.

-- Guau, sabe señor Ale me cuesta creer que solo tiene 13 años.

- En realidad tengo Catorce, mi cumpleaños fue la semana pasada – Dije despreocupadamente, por alguna razón mis siervos se quedaron en shock y sus rostros se mostraron tristes – Pero el imbécil de mi padre registro tarde mi nacimiento así que la fecha oficial es en dos semanas – Cuando dije eso mis siervos volvieron a la normalidad y se veían hasta un poco felices ¿Qué les ocurre?

- Ya veo señor Ale, entonces, creo que es mejor comenzar con la conversación

- Así es, dígame ¿Qué me dará su compañía como compensación?

- Pues, señor Ale, esta es la situación, ya lo hemos ofendido varias veces y la empresa Midas ya tenía planeado darle una compensación adecuada, pero por lo que ocurrió hoy debo reconsiderar y consultarle ¿Qué es lo que desea señor Ale? ¿Dinero? ¿Esclavos? ¿Reliquias? Dígame para poder elaborar una compensación adecuada.

- Entonces, es simple, quiero la Sombra que te acompaña- Sabini se congelo y yo solo sonreí.

- ¿De qué habla señor Ale? – respondió Sabini un poco nervioso.

- Tú sabes bien de lo que hablo Sabini.

- Maestro, el Conde Guld ya sabe de mi presencia, no es necesario esconderme – Dijo una voz salida de la nada, cuando termino de hablar un hombre de unos cuarenta años apareció detrás de Sabini. Su cabello era rubio y sus rasgos firmes, vestía un traje completamente negro imbuido con alguna clase de magia que hacía que sus bordes se vieran borrosos, portaba un buen bigote y su cabello estaba peinado hacia atrás a la vieja usanza.

- Bienvenido señor Sombra o debería llamarlo Gabriel – La sombra se sorprendió.

- ¿Cómo? No, no es necesario que responda- dijo la sombra.

- ¿Usted sabia de la existencia de las Sombras de Midas señor Ale?- pregunto Sabini

- Así es, cuando era un niño pequeño quisieron reclutarme para ser una, pero al saber que era un noble me abandonaron – Cuando dije eso Gabriel, Sabini y Lowe se sorprendieron.

- No entiendo, la elección de las sombras se hace desde el nacimiento – Dijo Gabriel, la sombra.

- Pues vera, desde pequeño me ha gustado aparecer de la anda detrás de la gente – Mis siervos asintieron cuando dije eso- fue así como seguí durante todo el día al viejo Graham Midas, cuando él se dio cuenta regaño a su sombra que no fue capaz de notarme y luego intento reclutarme pero al saber mi nombre desecho la idea, aunque me dio un par de monedas por mi hazaña.

- Si seguías a Padre, entonces la sombra que no te noto fue número 18, eres realmente increíble – Dijo Sabini.

- ¿Eres Hijo del viejo gruñón? Mándales mis saludos, seguro se reirá. Pero volviendo al tema, sé que esta sombra no vino contigo desde la central de Midas, si no que estaba en mi casa vigilándome – Sabini se puso nervioso y la sombra dirijo su mano hacia su cuchillo – También sé que es la única sombra que te acompaña, ya que apenas entraste active la barrera de la casa prohibiendo el ingreso de extraños, seguramente cuando entraste a la casa te diste cuenta y pediste la ayuda de Gabriel. Pero no te preocupes, no te hare nada si cumples mi demanda, dame a esta sombra.

- Lo siento, de verdad lo siento, pero no puedo hacerlo señor Ale. Mi padre es el maestro de las sombras, yo solo soy capaz de darle órdenes básicas.

- Ya veo, entonces, Gabriel podrías ponerte en contacto con el Viejo. Sé que puedes.

- ¿Cuántos secretos sabe de las sombras señor Guld? – Dijo la sombra

- Más de lo que crees, incluso se por quién late tu corazón – Dije sonriendo, Gabriel se puso pálido, pero rápidamente se sentó en el piso y cerro sus ojos, por lo que sabía estaba intentando contactar a la cabeza de la familia Midas, ya lo había visto antes pero me seguía pareciendo raro. Pasaron un par de minutos hasta que Gabriel se paró.

- El maestro autoriza el traspaso del dominio, además se le entregaran todas las esclavas que los imbéciles habían escondido. Pero, eso no es todo, la empresa Midas se compromete a entregar una serie de regalos a modo de compensación. El maestro también me pidió que le dijese "Maldito mocoso, sí que has crecido, debí secuestrarte ese día". Por favor Conde Guld deme su mano – Le pase mi mano a la sombra y sentí un calor proveniente de su mano, ya conocía esa sensación, era un contrato de esclavitud – Listo Maestro, desde hoy esta sombra lo seguirá.

- Muy bien, Aquí van mis primeras órdenes: Desde hoy te llamaras Gabriel, servirás como el mayordomo y protector de Victoria y a menos que se te ordene no mantendrás relaciones con la casa Midas.

- Acepto su orden maestro.

- Señor Ale, ¿Usted sabía que las cosas terminarían así?- Pregunto Sabini.

- En parte, pero hay cosas inesperadas – Respondí.

Luego procedimos a firmar los contratos y arreglas los pormenores de las negociaciones, mientras estábamos en ello Nadja trajo té y luego nos pidió que bajáramos al comedor a cenar, por lo general como en la cocina, pero como hoy tengo invitados no me queda otra que comer en el comedor. Cuando llegue la mesa estaba servida pero solo habían dos puestos, para mí y Sabini. Mire la mesa y sonreí amargamente, mire a Gabriel y decidí presentarlo a los demás, llame a los siervos y paso lo que pensé que pasaría.

- ¿Señor Gabriel qué hace aquí? – Dijo Ada

- Dama Ada, es un gusto volver a verla – Dijo Gabriel mientras se mantenía serio pero sonreía con sus ojos.

- Él es Gabriel, desde hoy en adelante servirá como mayordomo y guardaespaldas de Victoria – Dije rompiendo la atmosfera rara que se había formado- Así que espero que lo acepten y cuiden.

- ¿Que hace el novio de mamá aquí? – Pregunto Laura quien llegaba tarde.

- ¿Novio? – pregunto extrañado Sabini.

Todos comenzaron a interrogar a Ada y a Gabriel, aproveche el bullicio y me acerque a Gabriel por su espalda y suavemente le susurre "Ya no tienes cadenas, ahora depende de ti hacerla feliz", el solo sonrió tímidamente. 

Mi  truco es ser ricoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora