24.- Esclavos II

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Tras un breve desayuno Salí al patio, Victoria y Nadja se encontraban organizando a los esclavos. Eran más de los que recordaba, pero luego se me vino a la mente lo que dijo Gabriel, que las esclavas que habían escondido me serían entregadas. Mientras miraba como todos se movían por el patio desmalezando, moviendo muebles a la nueva casa me acerque al grupo de los niños, sabía que en el lote habían incluso bebes, por eso le había pedido a las criadas que los cuidaran junto con un grupo de esclavas seleccionadas por Victoria.

Los ancianos que Nadja había comprado estaban cuidando los niños, la mayoría de los ancianos superaba los 70 años y muchos ya presentaban los variados problemas que trae el envejecer. Mientras caminaba por el patio una anciana se resbalo cerca mío y la ayude.

- Gracias hijo, no he visto tu rostro antes, debes ser uno de los criados del gran amo –Dijo la anciana, antes de explicarle que en realidad yo era el gran amo siguió hablando – Veo que te alimenta bien, cuando nos compraron pensé que sería para usarnos como comida de bestias o sacrificios de algún ritual pero no solo nos permitió vivir, también nos dio buenas camas y buena comida, es un buen amo el tuyo muchacho. – bastante avergonzado le di las gracias y me marche.

Al final encontré a Victoria y Nadja paradas junto a un asiento, al verme me hicieron señas y me senté ahí.

- Amo señorito, te vamos a mostrar tus nuevos esclavos – Dijo Nadja y luego hizo un gesto con la mano.

El primer grupo fueron los enanos, por lo que entendí no había ningún armero o herrero entre ellos, la mayoría se dedicaba a la construcción, minería y orfebrería. Su aldea le pertenecía al séptimo príncipe imperial y se la dio como regalo a una noble de apellido Canez, la cual a la primera oportunidad los vendió. Les pedí que me ayudaran a sacar e instalar las piedras mágicas de la vieja casa en la nueva, parecían contentos de ser de utilidad y apenas les permití irse comenzaron a trabajar.

El segundo grupo era el de los ancianos y niños, la mayoría eran esclavos nacidos de la hambruna que había dañado al reino vecino de Karmu. Se preguntaran que tiene que ver la hambruna con los esclavos, pero es bastante común que las familias más pobres vendan a sus hijos para no tener más bocas que alimentar. Por otro lado los ancianos son abandonados y recogidos por los tratantes para venderlos como comida viva para bestias sacrificios. La gente pobre la tiene difícil cuando llega la hambruna.

El tercer grupo era solo al dríade, al parecer le gustaba el árbol que había elegido para ella pero le molestaba lo mucho que costaría que creciera, le respondí que cuando nos mudáramos a la residencia final del árbol le daría suficiente plata para hacer que el tronco del árbol sea tan grueso como cuatro hombres, ella se rio con una risa ferica que me alegro y asusto al mismo tiempo.

Luego vino el grupo de los hombres bestia, eran Dogking de alguna familia canina, al verlos algo me hizo click, mire la cara del jefe de la aldea, que parecía apaleado, y luego la cara de Nadja, que estaba triunfante. Pase mi mano por mi cara y suspire

- Nadja, dime si me equivoco pero ¿Estas personas son de la aldea donde creciste?

- Sip – dijo Nadja mientras me mostraba el pulgar, Victoria nos miraba asombrados, al parecer Nadja no le había dicho nada sobre el tema.

-Déjame adivinar, tú sabias que serían subastados, así que intentaste hacer que yo fuera a la subasta. Es por eso que la invitación llego sin que la solicitara y encontrara el panfleto en mi escritorio aun cuando lo mandara a la basura ¿Me equivoco?

- Nup, el amo señorito tiene razón- Respondió.

- No te dejare jugar ni entrenar a la Dríade como castigo – Esto era un parte un castigo para Nadja y una protección para la Dríade, si esta cachorra loca volvió agresiva a una serpiente reconocida por su pasividad no me quiero ni imaginar que le hará a la Dríade.

- Pero amo señorito- Dijo con la cara triste-¿Ahora cómo hare un ejército de manzanos que lancen serpientes a nuestros enemigos?

- Olvida ese plan también – Esta vez fue Victoria quien la regaño

- Al parecer encontraste tu lugar pequeña Nana – Dijo una anciana del grupo de esclavos, su cabello era blanco y las arrugas recorrían su rostro.

- Sipiririp Mama Felicia, pero no me digas Nana, me hace sentir como una niña – Dijo Nadja avergonzada.

- Gracias Amo por darle a Nana un hogar y luego permitir a esta vieja volverse a reunir con su tozuda nieta.

- Yo debería darle las gracias dama Felicia, esta cachorra me ha ayudado demasiado – Dije con sincero agradecimiento mientras hacia una pequeña reverencia, todos los esclavos en el patio se asombraron.

- Interesante, eres alguien especial como mi nana – dijo la anciana mientras me miraba curiosa- un amo capaz de agradecerle a su esclavo, aunque estoy vieja veo que hay cosas que me faltan por ver.

- Si pis, el amo señorito es genial, me deja tener todos los animales que quiera e incluso me consigue algunos raro como el cocodrilo lodoso o la serpiente de la ciénaga.

- ¿Cocodrilo Lodoso? ¿Serpiente de la Ciénega? Nadja, no recuerdo haberte dado dinero para comprarlos o siquiera el permiso ¿De dónde los sacaste?

- De la alcantarilla, se me prohibió traer perros o comprar criaturas, pero el amo señorito no dijo nada de recoger animales distintos a perros. Por cierto, vamos a necesitar un establo más grande, mama cocodrilo y sus cocodrilitos están un poco apretados – Dijo Nadja como si no fuera nada.

-Ja a Ja a ja a Ja, sigues siendo la misma Nana ¿Quién pensaría que el enviarte al mundo a ganar experiencia provocaría que tu locura aumentara? Ja a Ja a Ja a Ja a- Dijo la anciana riendo, ahora creo entender por qué la enviaron a recorrer el mundo, para que ganara sentido común, pero como podemos ver, el sentido común no pudo con Nadja

- Pasando a otro tema- dije mientras apretaba el espacio entre mis ojos- ¿Cómo termino su aldea en la esclavitud?

- El idiota de mi hijo puso la aldea como aval para un préstamo, si no hubiese estado tan emocionado y embobado se hubiera dado cuenta que era una estafa. Al final no pudimos pagar el dinero y terminamos cayendo en la esclavitud. Eso sí, me sorprendí bastante al saber que mi nuevo amo era mi Nana.

- Ya veo, por ahora pediré ayuda con los animales de Nadya y con los niños pequeños, por cierto, puedo ver que no son de la misma rama que Nadja ¿Por qué?

- Es porque Nana es adoptada, cuando era bebe sus padres murieron en la guerra y se nos pidió cuidarla- Respondió la anciana, al parecer ella era una figura de autoridad pues era la única que hablaba.

Luego de despedirlos y regañar a Nadja llego el penúltimo grupo, era un grupo de hombres y mujeres, eran una mescla entre los esclavos que Midas me regalo y un grupo que Nadja compro mientras pensaba en Obscuris, la mayoría eran hijos de esclavos, no tenían problemas con las otras razas y estaban extrañamente contentos con el hecho de poder comer tres veces al día y dormir bajo techo. Aun así les avise que no se acostumbraran a sus condiciones, ya había solicitado camas, muebles y ropas para todos los esclavos nuevos, cuando escucharon eso se pusieron a llorar, al parecer sus familias habían sido maltratadas y tratadas peores que animales por sus dueños, he de admitir que me molesto saber eso, aunque pagues por ellos los esclavos son personas y merecen aunque sea un mínimo respeto.

Tras todo este asunto me faltaba mi último esclavo, se había mesclado con los ancianos pero a mí no podía engañarme. Para todos era una mujer anciana de piel muy blanca a la cual le faltaba un ojo y un trozo de oreja. Mire a Nadja y le pedí que me la trajese.

- ¿Qué quiere el joven amo de esta anciana?- Pregunto cuando se dio cuenta que yo la había llamado

- Primero, Deshaz la ilusión y luego dime que hace una Silde tan lejos de las selvas del sur.

Ella se sorprendió, luego me lanzo una sonrisa pícara y con un gesto de su mano la falsa anciana desapareció dejando en cambio a una mujer morena de cabellos verdosos, de aproximadamente un metro setenta, cuyo cuerpo estaba cubierto de tatuajes. Hizo una reverencia y dijo:

- T'Sa Saluda al gran maestro.

Mi  truco es ser ricoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora