𝐓𝐄𝐋𝐄𝐏𝐀𝐓𝐇 𖦹 Tᴇᴇɴ ᴡᴏʟғ

Flashback

*NARRADOR OMNISCIENTE*

Un mes habia pasado desde la repentina aparición de Deucalion, a quien Beatrice no habia vuelto a ver desde entonces.

Bea ya estaba mucho mejor. Habia logrado aprender a controlar cuando entrar a la mente de las personas y eso le daba mucho alivio, aunque lo único que no habia podido lograr habia sido controlar la empatía.

Ahora Beatrice, Thomas y Raphael estaban sentados en la sala de estar, leyendo una y otra vez los diarios de la abuela, tratando de encontrar algo que pudiera ayudarlos.

- No lo entiendo, ya hemos repasado todos los diarios de la abuela y nada funciona. - bufó Thomas- ¿Habremos hecho algo mal?

- O tal vez solo no funciona para mi. - suspiró Bea.

- No seas pesimista. - regaño su padre.

- Solo digo la verdad. - la castaña rodó sus verdes iris.

- Perder el control no es algo que lleves en la sangre. - determinó Raphael levantandose del sofá.

Y dicho esto, salió del lugar.

Beatrice soltó un suspiro de cansancio, habia estado esforzando su mente todo el dia y estaba agotada.

- Lo resolveremos, Betty. - su hermano tomó una de sus manos y le sonrió con dulzura- Lo prometo.

- No prometas cosas de las que no estas seguro. - murmuró Bea.

- Estoy seguro. - afirmó Thomas.

El castaño oscuro dejó un beso en la mejilla de su hermana y salió de la sala de estar.

La tarde de ese dia pasó más rápido de lo que Beatrice esperaba y cuando se dio cuenta, ya estaba acostada en su cama luchando contra ella misma para lograr coinciliar el sueño.

Es en eso cuando la puerta de su habitación se abre, logrando poner a la castaña alerta, pero soltó un suspiro de alivio cuando vio a su padre sentarse en la orilla de su cama.

- ¿Qué pasa? - preguntó Bea sentandose, preocupada por ver a su padre a esas horas.

- Lo encontré. - exclamó su padre con una sonrisa- Encontré la forma de controlar la empatía.

Beatrice fruncio el ceño, procesando las palabras de su padre. Raphael tomó a su hija de la mano y la llevó hasta la sala de estar para empezar a trabajar el control de la empatía.

Bea solo veia a su padre poner los diarios de su abuela sobre la mesa con una gran sonrisa, estaba claro que el era uno de los más felices.

Lo que la chica no sabia en ese momento era que esa noche seria la última vez que veria a su padre sonreir.