062. Un adiós indeseado.

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Las piernas de Yoongi enredadas entre las suyas, el aire golpeteando las ventanas y el canto de algunas aves revoloteando alrededor

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Las piernas de Yoongi enredadas entre las suyas, el aire golpeteando las ventanas y el canto de algunas aves revoloteando alrededor. El poco espacio para moverse en una cama tan pequeña le recuerdan a Hoseok el día en que fueron a acampar juntos. Y esa retrospectiva le recuerda cómo han llegado hasta donde están ahora, aferrados el uno al otro, con Yoongi casi encima de él y con la cabeza escondida en su cuello. Está completamente adormecido, pero el aroma del cabello de su novio lo compensa todo. Hoseok agradece cada mañana que despierta a su lado.

Abre los ojos de mala gana. Si algo aprendió en su vida con los Kim es que en casa ajena no puedes despertar después que los dueños de casa. Aunque desearía no haberlos abierto, pues sin querer sus ojos se encuentran con un Park Jimin en ropa interior deambulando por la habitación, quien se cubre con una mueca de disculpa apenas se percata de su presencia.

—Lo siento —murmura.

Hoseok arruga la nariz para expresar que no sucede nada y vuelve a cerrar los ojos para fingirlo. Cuando Jimin sale de la habitación, Yoongi se remueve entre sus brazos y gira para darle la espalda. Él sonríe porque ya tiene aprendido lo que viene.

—Abrázame —ordena Yoongi con la voz adormilada, negándose a despertar.

Obediente como siempre, Hoseok apoya el pecho en su espalda y deposita un par de besos en su nuca a la vez que uno de sus brazos rodea su cintura.

—No puedo acompañarte toda la mañana —murmura—. No estoy en mi casa.

—Yo sí. Estoy contigo.

Con una sonrisa, Hoseok se aferra al cuerpo de Yoongi y se esconde en su cuello unos minutos, con los ojos cerrados, pero se mueve de golpe apenas está por caer dormido una vez más.

Ash, Hoseok, duérmete.

—No. —Hoseok abandona el cuerpo de Yoongi y se sienta en la cama para estirarse—. Arriba.

—No quiero.

—Amor —llama, arrastrando las letras y acercándose para picarle la cara. Sabe lo mucho que le molesta. Es su mejor estrategia para levantarlo.

Sin embargo, su expresión divertida es reemplazada por la curiosidad y luego por la preocupación, su dedo encuentra un calor intenso en el rostro de Yoongi, el cual comprueba con la palma de su mano y se percata de que está casi sudando.

—¿Te sientes mal? —pregunta, tocando todo su rostro. Como no hay respuesta, insiste—: Yoongi, estás ardiendo.

—Lo sé —murmura—. Me siento como la mierda.

—¿Te duele algo? —Hoseok intenta girarlo, pero Yoongi se resiste y sólo asiente a su pregunta—. ¿Qué te duele? Para traerte algo. Le diré a tu madre.

—Sólo la cabeza, estoy bien, no te preocupes tanto. ¿Me pasas una de esas pastillas que compras? Siempre me hacen sentir mejor.

—Te harán mal con la fiebre —dice, saliendo finalmente de la cama—. Tenemos que bajarla primero. Iré por agua fría. Espera.

Dulces de humo ✎ 2025: EN FÍSICO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora