Capítulo 34: Has ganado esta batalla.

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Decidimos encaminarnos en dirección a la Iglesia, ya que la hora del culto se estaba acercando. Al llegar, sentí un extraño calor tomar lugar en mi pecho. No comprendí muy bien que era lo que sucedía, pero traté de restarle importancia al asunto. Sin embargo, al dar un paso dentro del establecimiento, el calor aumentó cada vez más, hasta el punto de causarme cierta molestia.

— ¡Hola Luciana!—  dijo un voz alegre al lado mío. Me di vuelta y distinguí su rostro.

— Oh! Hola Teo, ¿cómo estás?— pregunté, disimulando la molestia colocando una mano en mi pecho, sin llamar mucho la atención.

— Muy bien— dijo a la vez que plantaba dos besos en mis mejillas. Antes de que Teo me saludara, Edu se había ido a hablar con su líder, así que ahora nos encontrábamos nosotros dos solos. — ¿y tú? ¿Cómo has estado preciosa? — ante esta última palabra no pude evitar sentirme muy incómoda.

— Muy bien gracias a Dios— dije con sinceridad.

— Me alegro— esta vez se estaba acercando más de lo que a mí me agradaba.

— Emm... ¿Por las dudas no sabes dónde está Edu?— ya el dolor era más evidente y me sentía muy cansada. Necesitaba mucho a Edu en estos momentos.

— Creo que aún está con su líder — al instante fue separándose de mí con notable incomodidad. — Pero enseguida viene, no creo que tarden tanto.

— Bueno, gracias—  respondí otorgándole una sonrisa pero el cansancio y el dolor no me permitió aguantar más de pie, así que decidí tomar asiento, sin sacar la mano de mí pecho.

— ¿Pasa algo Lu?— dijo Teo sentándose a mi lado, colocando una mano en mi espalda a señal de apoyo.

— No, estoy bien—  quise decirlo con total seguridad, sin embargo se escuchó como un suspiro adolorido.— Solo... solo necesito hablar con Edu un segundo...— lo necesitaba demasiado, el dolor era mucho, y la confusión aún más.

— Sí si — dijo apresurado, colocándose de pie— voy a buscarlo pero quédate aquí ¿sí? - dijo con una mirada preocupada.

Solo pude asentir con un movimiento de cabeza ya que las palabras se atoraban en mi garganta.

"Ya ganaste mi princesa, ahora quiero ver tu sonrisa"

Mis ojos se abrieron a más no poder, mis vellos se erizaron y un sudor frío recorrió mi frente.

¿Qué fue eso? Mis manos comenzaron a temblar sin darme cuenta, y mi pulso se aceleró a tal punto de parecer un zumbido.

Esa voz, esa voz tan angelical y preciosa que me había susurrado en el oído. Era tan emocionante pensar el remitente de esa voz. Estaba confundida, mucho, no podía ni evitarlo ni ocultarlo. Mi cabeza miraba al piso debido al cansancio. Al dolor de cabeza y la confusión se le sumaba el dolor punzante en el pecho que se hacía más y más agonizante.

— Mi princesa ¿Estas bien? — dijo Edu levantando mi mentón con dos de sus dedos. Mis ojos se habían aguado no sé por cuál de todos los sentimientos cruzados que estaba experimentando.
— ¿Estás llorando?— ya su voz era muy preocupada, y su expresión igual— ¡LUCIANA! ¡Respóndeme por favor!

— Me siento muy mal—dije casi sin aliento, en un muy débil susurro.

— ¿Quieres que nos vayamos amor? No te veo nada bien, me preocupas.

— ¡NO!— exclamé de inmediato. Él no quería eso, quería que me quedara en la Iglesia hoy, no sé porque, pero ese era el propósito de mi Salvador, y haría lo que él me dijera — solo... solo vayamos a otro lugar, vayamos a orar amor— dije sosteniendo su mano buscando refugio en su tacto.

Guerrera De Cristo. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora