Capítulo 1: Un cumpleaños más triste de lo habitual.

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La vida de una joven cristiana no es fácil, pero si es una vida que con dedicación, entrega y sacrificio, es la mejor vida que Dios haya podido darte.

En algunos momentos hay lágrimas, enojo, frustraciones y caídas pero al conocer a Cristo, el transforma todo en sonrisas, alegría y victorias.

Obviamente no es un camino fácil, pero decidí aventurarme en él, sabiendo que es el camino correcto.

A veces las palabras "joven" y "cristiano" son tachadas como contrarias en la sociedad, pero yo y muchos chicos más, demostramos que Cristo es capaz de tocar hasta al corazón más rebelde... el corazón adolescente.

Sin más, paso a relatarles esta historia... Mi historia...

Mi nombre es Luciana, actualmente tengo 21 años, vivo en la ciudad de Mar de Plata y soy una joven como cualquier otra, me gusta cantar, bailar, salir con amigos y pasarla bien.

Para que se vayan haciendo una imagen de mí, tengo el cabello ondulado de color castaño oscuro hasta la mitad de mi espalda, ojos color verde y mi piel es algo pálida. Me gusta como soy, no soy creída, pero me considero una chica linda.

Volviendo a la historia, todo comenzó cuando yo tenía nada más que 8 añitos. Vivía en una familia promedio; éramos papa, mama, mi hermano mayor y yo. Se podría decir que era una familia feliz, aunque pensándolo bien, todo fue feliz, hasta que las mentiras salieron a la luz.

Mi papá tenía 32 años, su nombre era Octavio. Era un hombre obsesionado con su trabajo, que apenas tenía tiempo para su familia, el cual toda su vida giraba en torno a las 7 am, si, la hora de ir a trabajar.

Mi mamá tenía en ese entonces 30 años, su nombre es Clarisa, una mujer, contrariamente a mi padre, sumamente dedicada a su casa, sus hijos, y a un esposo ausente. Es hermosa, tiene el cabello liso color castaño no muy largo y ojos idénticos a los míos. Según mi opinión, es la mejor mamá de todas.

Y por último, estaba mi hermano mayor, se llamaba Ezequiel, tenía 11 años en ese entonces, ya que nos llevábamos 3 años de diferencia. Sus ojos son color azul y su cabello es de un color negro azabache no muy largo. No somos muy parecidos, él es la fotocopia de mi padre, en cambio, yo soy mucho más parecida a mi mamá. Eze es algo presumido, celoso y sobreprotector, pero es un buen hermano, me cuida y me quiere muchísimo.

Se acercaba mi cumpleaños número 8 y todos estábamos entusiasmados porque sería la primera fiesta en la que estaríamos los 4 juntos. Amaba las fiestas y más que nada, el típico castillo inflable que mama me conseguía. Iban a venir todos mis amigos del colegio y algunos del barrio. Venían mis abuelos maternos y mis tíos paternos, esto quería decir, si, venia Victoria, mi detestable prima de 9 años, que me molestaba solo por ser 8 meses más grande que yo, era vanidosa, caprichosa y no me agradaba mucho que digamos.

Estaba a punto de llegar el gran día, eran las 11:30 de la noche, y todos nos encontrábamos sentados en la mesa. Mamá tomó la palabra.

- ¡Todos a dormir! Mañana será un sábado un poquito diferente- demandó guiñándome un ojo.

Fui corriendo a acostarme así podía dormirme antes de las 12. No me gusta estar despierta cuando empiece mi cumpleaños, porque lo que más me gusta es que me despierten con la canción del Cumpleaños Feliz .Es una costumbre, que sigo manteniendo aunque pasen los años.

Sin embargo, cuando trataba de conciliar el sueño, escuche el sonido que más odiaba.

El celular de mi papá.

Las lágrimas comenzaron a brotar con tan solo ese sonido, ya que sabía perfectamente lo que significaba... mi papá tendría que hacer algún viaje de trabajo y no estaría para mi cumpleaños.

Tenía razón. A mi padre lo llamaron para realizar un muy largo viaje en donde tendría que ir a hablar con unos empresarios mexicanos, en México mismo. Cuestión: No estaría para mi cumpleaños, nuevamente.

Debido a la distancia y al poco tiempo, mi padre tuvo que viajar en avión. A la mañana siguiente me despertó con un dulce beso y me saludo por mi cumpleaños:

- Feliz Cumpleaños mi Princesita. Por lo menos tuve tiempo de saludarte no crees?- Dijo mostrando un rostro despreocupado.

Mi papá desde que tengo memoria, me apodaba princesita. Jamás me decía por mi nombre a menos que estuviese bastante enojado. Ese era su código hacia mí. Princesita.

Luego de desayunar juntos, subimos al auto y lo acompañamos hasta el aeropuerto.

La despedida fue algo dolorosa, pero creo que ya estaba acostumbrada.

Estábamos ya en casa, yo estaba comiendo mi "desayuno de cumpleaños", que se basaba en un cappuccino y unas tostadas de queso derretido. Mientras tanto, mi mama y mi hermano miraban la tele, un típico programa de farándula en que no hacen más que meterse en la vida de los demás, no era de mi gusto, pero por alguna u otra razón a mi mamá si le gustaban esas cosas.

De repente sonó el teléfono y Ezequiel se encargó de contestarlo. Era para mamá. No logre escuchar nada de la conversación, ya que el teléfono estaba algo apartado del comedor, pero sentí como este caía al suelo y mi mama comenzaba a llorar y gritar desconsoladamente.

Mamá de Luciana en Multimedia♥

Guerrera De Cristo. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora