Capítulo 48: Proverbios 17:17

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Era lunes por la mañana, y hoy le enviaría un texto a Thiago, invitándolo a venir junto con Samantha para charlar sobre el tema de la adopción.

Me desperté con la melodía de la que en esos días era mi canción favorita: Preciosa mía de la Iglesia Su Presencia.

Hice todo lo que debí hacer y bajé a desayunar. Al ser feriado, me levanté aproximadamente a las 10 de la mañana, horario en el que solo nos encontrábamos Eze y yo, ya que mi madre trabajaba aún.

— Buenos días — dije sentándome en la silla del comedor, frente a mi hermano, mientras él estaba entretenido en su celular.

— Ah, Hola Lu — dijo levantando un segundo su mirada para luego devolverla a su móvil. Yo solo rodé mis ojos divertida mientras me levantaba para prepararme una taza de café.

— ¿Qué hay tan interesante en él celular eh?— pregunté curiosa.

— Estaba hablando con unos amigos — contó colocándose de pie, para luego darme un beso en la mejilla —- me voy, adiós —dijo sin más, dirigiéndose a la puerta.

— ¿A dónde vas?— era bastante temprano así que me sorprendió que saliera.

— A lo de mi amigo, tiene un nuevo set de pinturas en aerosol, así que veremos si nos permiten hacer algún graffiti por ahí —ahora todo tenía sentido —volveré antes de las 2 ¿sí?

— Okey, cuídate — y luego de decir eso, mi hermano mayor desapareció tras la puerta.

Termine de prepararme el café, busqué unas galletitas dulces en la alacena y luego me senté a disfrutar de mi desayuno.

Estaba a punto de acabar cuando escucho que alguien golpeaba la puerta de entrada. ¿Quién vendría a mi casa a esas horas de la mañana? Me levante algo confundida de mi asiento, pero al abrir aquella puerta, vi a esa persona que tanto extrañaba estos días.

— ¿Te acuerdas de mí? — preguntó Ema con sus brazos extendidos, ofreciéndome un abrazo.

— Como olvidarte — dije antes de acurrucarme entre sus brazos.

Estuvimos así unos cuantos segundos antes de separarnos y adentrarnos en mi casa nuevamente.

— ¿Y que es de tu vida amiga mía? Hace más de una semana no te veo — dijo tomando asiento en su amadísima parte del sillón de mi sala de estar, de la cual se había apropiado hace dos años, la primera vez que vino a visitarme.

— Siéndote sincera, pasaron demasiadas cuestiones en estos días. — dije tumbándome en el suelo, siempre me gustó más estar más allí que en el sillón.

— Suena interesante —dijo abriendo sus ojos divertidamente — cuéntame, ¡vamos!

— ¿Por dónde empiezo? — dije sentándome como "indio" y acariciando mi barbilla con mis dedos, en una pose pensativa.

— Por el principio estaría bien — Ema sonrió de tal manera que sus ojos se achinaron, adoptando una imagen muy tierna.

— Gracioso — le enseñé mi lengua juguetonamente —bueno... el domingo antepasado...— inicié relatándole lo de mi hermano, avanzando la historia según los días en los que ocurrieron, luego de algunos comentarios de parte de mi amigo, llegué al final confesándole lo de la posible adopción de mis hermanastros.

— Wow — fue la única palabra que logró articular al comienzo.— Me alegro tanto por ti hermanita — esta vez se sentó a mi lado para abrazarme cariñosamente.— Espero que todo te salga muy bien, Papá te acompaña — luego de esto último me guiño el ojo, otorgándome una sonrisa alentadora.

— Lo sé — admití orgullosa — ¿y tú? ¿Qué me cuentas de tu vida en esta semana?

— Hice lo que tanto tiempo me tardé en hacer — confesó agachando su cabeza, tratando de ocultar el obvio color que había pintado sus mejillas.

Yo solo logré abrir mis ojos de gran manera ante su comentario.
La historia era que Ema estaba muy enamorado de Monserrat. A pesar de que ella era igual a su gemela, tenía algo especial en su personalidad que había llegado a tocar notablemente el corazón de mi amigo, enamorándolo automáticamente. Ya había transcurrido un año desde que el aceptó lo que sentía por ella, y desde ese momento comenzó a orar para saber si era ella la indicada. Su oración había sido contestada luego de unos meses, cuando gracias a Sofía, se enteró que el sentimiento era mutuo. De ahí, siempre que se determinaba a declarársele, los miedos lo hacían retroceder. Pero al parecer, esta semana lo había logrado.

— ¿Se lo dijiste? — pregunté asombrada, emocionada y ansiosa.

— Si — susurró el tímidamente — y me dijo que sí — levantó su vista para mostrarme una sonrisa que hacía que su rostro se iluminase.

— ¡AHHHH! — chillé emocionada — ¡Me alegro tanto por ti!— exclamé abrazándolo.

Luego de esa conversación, y de exigirle que me relatara todo con detalles, pasamos la mañana riendo, charlando y pasándola bien.

Ema era algo más que mi amigo, era un hermano para mí. Dios lo había colocado en camino con un propósito, y se lo agradecería hasta el final de mis días. Él era eso que Proverbios 17:17 explicaba. Era mi gran confidente, mi consejero, mi payaso para los días grises. Lo amaba, porque gracias a él, logre muchas cosas, porque había estado ahí cuando nadie más estuvo y porque creyó en mi cuando ni siquiera yo lo hacía.

Él es Ema. Mi amigo. Mi hermano. Mi rayo de sol en días nublados. Mi Proverbios 17:17 hecho carne.

Ema y Moserrat en Multimedia❤
Holaaa! ¿Como estan?
Bueno, faltan solo dos capítulos para el final, además del epílogo!!!! QUE EMOCIÓN❤

ESTAMOS EN #2. EN ESPIRITUAL❤

GRACIAS POR TODO! EN SERIO SON LOS MEJORES LECTORES QUE ALGUIEN PUEDE PEDIR!

Espero que esta historia les haya gustado, se hayan sentido identificados en algun punto o que les haya dejado una enseñanza o solo unas palabras de ánimo para no rendirse! Ya que esa fue la mayor razón para escribir esto❤

Gracias por leer, votar y comentar! Me hace muy feliz ver que las estadísticas suben un poco cada día^-^

Dios Los Bendiga Muchisimo!
Toda la Gloria sea para Él❤

All The Love. Xx
Un beso❤

Guerrera De Cristo. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora