Capítulo 39: Heridas del alma.

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— Quiero hablar con ella Samantha, pero no creo que esta sea la manera — dijo Thiago con notable lastima en su voz.

— ¿Cuál crees que sea la manera de tratar a la mocosa que nos arruino la vida? — en cambio ella escupía cada una de sus palabras con odio y rencor.

— Esta no lo es, mira lo que le hicimos — dijo mirando el dolor que me causaba el golpe — admito que al principio tenía el mismo odio hacia ella que tú, pero ahora que la veo y veo en sus ojos lo mal que la está pasando, no soy capaz de seguir Sam — dijo sosteniendo las muñecas de su hermana.

Los 2 pares de ojos azules quedaron viéndose fijamente sin intercambiar palabra alguna.

— Okay, pero no me pidas que la trate bien —  dijo entre dientes y zafándose de un tirón del agarre de Thiago.

Él solo soltó un suspiro y dejo que su hermana se alejara. Luego, su mirada se concentró en mí.

— No creas que no te detesto y no quiero que pagues por lo que nos hiciste, solo quiero hablar bien, y ver si algo podemos solucionar.

Yo solo asentí y baje mi cabeza. Sentí como él se levantaba y me invitaba a seguirlo.

— Traeré algo para que te pongas en la espalda.

Al principio no había entendido porque dijo eso. Pero luego sentí el dolor punzante en mi espalda y recordé el golpe.

— Date la vuelta — dijo con un poco de hielo en su mano. No le tenía nada de confianza a pesar de que me estuviera ayudando ahora.

— ¿Cómo puedo tenerte confianza luego de todo lo que pasamos? — ataqué abrazándome a mí misma.

— No quiero que te salga un moretón o algo peor por una decisión impulsiva de mi hermana.

No supe que decir ante la frialdad de cada una de sus palabras. Solo accedí asintiendo con mi cabeza.

Me di la vuelta lentamente levantando un poco mi blusa dejando al descubierto el golpe. Sentí como el colocaba la bolsa de hielo en mi herida.

— Ya está, ahora vamos.

— ¿Adonde?

— A hablar, en el comedor, escaleras arriba.

— Esta bien.

Solo lo seguí lentamente mientras trataba de no pensar en el dolor constante en mi espalda.

Al subir las escaleras, nos encontramos con una puerta que separaba el sótano de la casa.

Detrás de ella se hallaba una hermosa casa, común pero hermosa.

— ¿Están solos? — pregunté en un susurro.

— Nuestra "tutora"— dijo haciendo comillas con los dedos — solo viene temprano a la mañana un par de horas y luego vuelve tarde por la noche solo para asegurarse de que sigamos en la casa. Nuestra familia materna vive en Suecia, pero ellos nos detestan por no haber sido deseados y por nuestra actitud nunca nos adoptaron, así que tenemos a esa tipa, pero es lo mismo que vivir solos — dijo sin mirarme, encaminándose al sillón de tres personas de la sala. — Siéntate en aquel mientras llega Samantha. — ordenó tratando de evitar mi mirada.

— Okay — dije casi inaudiblemente.

Estuvimos nosotros dos solos en medio de la habitación en un silencio eterno. Lo vi fijamente unos cuantos minutos, sus ojos eran en extremo parecidos a los de Ezequiel, y sus rasgos me recordaban a... no podía ser.

Agité mi cabeza tratando de alejar todos esos tontos pensamientos. De repente pude escuchar como alguien bajaba de las escaleras. Era Samantha.

— Ven, siéntate Sami, vamos a hablar. — dijo Thiago al ver que ella quedó paralizada en las escaleras, como si estuviera en una guerra contra ella misma, decidiendo si aceptaría o no.

Guerrera De Cristo. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora