Capítulo 35: Sanidad y Libertad.

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Nos sentamos junto a las gemelas, Teo y Ema en la tercera fila cerca del escenario. Obviamente, a mi derecha se encontraba Edu y, para variar, a mi izquierda se encontraba Teo, ya que Ema se sentó entre Monserrat y Sofía.

— ¿Ya estás mejor linda?—  La voz de Teo resonó en mis oídos. A mi lado, el cuerpo de Edu se tensó y presionó con fuerza mi mano entrelazada con la suya.

Tontos Celos.

— Sí, gracias AMIGO— dije tratando de mandarle una indirecta, un poco directa.

— No es nada, me preocupo por ti cariño— mientras decía esto se fue acercando peligrosamente hacía mí. No sabía qué hacer, así que hice lo primero que se cruzó por mi mente: lo ignoré y recosté mi cabeza en el hombro de Edu, haciendo que él reaccionara y pasara su brazo por encima de mis hombros.

Faltaban 10 minutos para las nueve, es decir, que solo faltaban 10 minutos para que el culto iniciara.

Estaba muy inquieta. Mis manos jugueteaban con los dedos de Edu y mis piernas no dejaban de temblar. Realmente quería declararme ganadora de esta batalla de manera oficial, y lo más interesante es que no sabía de qué manera lo haría.

— Bienvenidos jóvenes— la voz armoniosa de la chica que dirigía la alabanza me sacó de mis pensamientos.

Al instante todos nos pusimos de pie y comenzamos a cantar y bailar al ritmo de las melodías. La alabanza finalizó dando paso a la oración pre-prédica, como fue bautizada por Ema. Sin embargo, esta oración fue diferente a las demás. En esta se anunciaba y declaraba lo grandiosa y transformadora que sería la prédica de hoy, y yo estaba segura de que sería así.

— Hola chicos, ¿cómo andan? — definitivamente iba a ser un gran mensaje, ya que quién lo diría sería nada más y nada menos que Laura, una de las líderes más queridas y respetadas de la Iglesia, y a mi parecer, un gran instrumento de Dios.

— Bueno, el tema del que les quiero hablar hoy, es algo que afectó mucho mi vida y gracias a un mensaje muy similar a este, Dios me habló y me ayudó a liberarme de muchos demonios que me atormentaron durante años—  comenzó con su hermosa mirada llena de felicidad y emoción.

— ¿Cuántos de acá poseen una enfermedad que no quiere dejarlos o conocen a una persona cercana que este padeciendo esto?— Una a una muchas manos fueron levantándose tímidamente. Seguí mirando hasta que noté como mi corazón se ablandaba al pensar en Eze. En tan solo unos segundos fui una más de los jóvenes que respondía la pregunta de Laura.

— Bastantes— dijo en un carácter pensativo. — Bueno, a todos ustedes, les aseguró que los entiendo debido a una enfermedad que tanto yo como mi hermanita poseíamos, pero les tengo una buena noticia — nuevamente su sonrisa iluminó el lugar a la vez que acomodaba uno de sus mechones castaños tras su oreja — Todos, absolutamente todos los Hijos de Dios, somos llamados a ser sanos, Dios quiere que seamos sanos, pero nosotros también debemos poner de nuestra parte —  dijo con un tono un poco más elevado y seguro que al principio, mientras sus ojos miel recorrían cada sector de la habitación — Ustedes deben buscar ser sanos, deben anhelarlo, pero sobre todo, deben tener fe de que con Cristo, lograran ser sanos — dijo golpeando levemente una mesa que estaba frente a ella— Ustedes deben declarar su sanidad, deben decirle al enemigo que nosotros somos sanos porque Cristo pagó con su sangre esa enfermedad en la Cruz — al finalizar esto un firme AMÉN se escuchó por parte de todos los presentes.

La prédica continuó hasta el punto de llegar a conmoverme y emocionarme por completo.

La agenda en donde anotaba cada frase o mensaje fundamental o importante de los cultos había perdido dos hojas completas con palabras de decisión y sanidad. Llegó el momento de la oración final, y al levantarme de mi asiento una extraña vibración me recorrió desde la punta de los pies hasta el último de mis cabellos. Fue extraño, pero por alguna razón me alegre de que sucediera.

— Cristo te venció en esa Cruz enfermedad— susurré mientras se escuchaba una dulce melodía de fondo — Mi Dios es mucho más grande que tú — en este punto todos los jóvenes se encontraban orando o incluso declarando entre gritos de victoria la sanidad de ellos, sus familiares y conocidos —Eze es sano, en el nombre de Jesús—  mi tono de voz comenzó a elevarse — ¡Esa enfermedad NO le pertenece! —grité a todo lo que mi garganta soportaba, aunque mis palabras se mezclaron fácilmente entre las de las demás personas — ¡Mi hermano es sano y libre de todo demonio que lo quiera ver mal! Y a ti, diablo inmundo — el resentimiento se apoderó de mis palabras —¡lo vas a soltar! ¡SUELTALO! Él es Hijo del Dios viviente y ¡NO TE PERTENECE!— sentí un golpe en mi pecho pero no me importó en absoluto—  ¡SUELTALO! ¡Él es SANO y LIBRE!—  mi garganta ya no daba abasto y mis piernas tampoco, pues caí de rodillas al suelo — Papá — dije nuevamente en un susurro—  Papá, sánalo, sánalo por favor —mil y un lagrimas descendieron por mis mejillas — Dejo su vida en tus manos papá, pero sánalo papá, por favor—  al finalizar de decir esto, sentí que alguien a mi lado se colocaba a mi nivel y me abrazaba.

—  Todo está bien cielo— dijo acariciando mi cabeza tiernamente para luego depositar un leve beso en ella— ya pasó, estoy aquí para ti— mis sollozos fueron disminuyendo y mis ojos comenzaron a abrirse.

— Edu — dije mirándolo a los ojos.

— Vamos afuera amor— su sonrisa me tranquilizó-—ya has ganado, créeme —:dijo colocándose de pie y tendiéndome una mano para imitarle.

Al hacerlo y dirigir mi vista hacia el resto del salón, pude ver que todos los que habían orado con la misma fuerza que yo, estaban siendo calmados por un ser querido o siendo llevados afuera para tomar aire.

— Fue asombroso —dije recordando el momento vivido.

— Tu eres asombrosa — me respondió entrelazando los dedos de nuestras manos — ¿Quieres que te acompañe a tu casa?

— Por favor — sonreí un poco cansada, me haría bien un buen descanso luego de ese momento tan espectacular.

— A tus órdenes — y diciendo esto tomé mi bolso con mis cosas dentro para encaminarme hacia mi casa.

Un poco antes de llegar, el celular de Edu sonó, dando a entender que había recibido un mensaje.

— Es de mi mamá — dijo con una sonrisa algo apenada — va a salir con el papá de Darcy a una cita, y necesitan que la cuide.

— No pasa nada, estamos a solo dos casas de la mía, creo que no me perderé — dije en un tono burlón.

— Eso espero — contestó de igual manera — Te Quiero Luciana — y al decir esto nos juntamos en un acogedor abrazo.

— Yo también Edu — dije cerrando mis ojos para añorar este recuerdo en mi memoria.

Luego de eso nos despedimos y vi cómo se alejaba en la dirección opuesta.

Al girarme y ver en dirección a mi patio delantero, pude ver que el auto de mi mamá se encontraba estacionado afuera. Sin pensarlo dos veces, corrí en dirección a la entrada, coloqué la llave en el cerrojo, y abrí la puerta.

Creo que nunca lograré olvidarme de la escena que vi en ese momento, solo le doy Gracias a Dios por haber podido vivirla.

Laura en Multimedia❤
Holaaaa! Hee vueltooo!!
Bueno, he tenido unos cuantos temitas personales y no he actualizado, no he escrito, no he leido, ni siquiera hable en mis grupos de wsp! Jajaja
Peroo... HOY ESTOY BIEN!
Y espero que siga asi✔
Bueno, espero que les guste este capítulo!!
No olviden de votar y comentar :3
GRACIAS POR TODO SON SENSACIONALES! YA SUPERAMOS LOS 30K ❤
I love you!
Une beso❤

Guerrera De Cristo. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora