No de nuevo, no. Mis manos temblaron excesivamente, haciendo que mi móvil se perdiera entre las sábanas. El miedo era demasiado. ¿Salvarme? ¿De qué? No lo sabía, pero algo malo debía ser.
Mis ojos se cristalizaron debido al miedo y al pánico que me sofocaban en ese momento. En ese instante escuché el ruido de pasos acercándose por las escaleras. Eran rápidos y de más de un par de pies, así que supuse que eran mi mejor amigo y mi novio para ver si me encontraba bien.
Como lo creía, por la puerta de mi habitación, entro Edu con una obvia expresión de preocupación en su rostro, junto con Ema tratando de explicarle la situación.
De seguro Edu habrá notado ese brillo especial en mis ojos, el cuál aparece solo cuando estás por llorar, ya que rápidamente se sentó al lado mío y me envolvió con sus brazos.
Me sentí protegida, y con la libertad de llorar y descargar toda la frustración que me generaba la situación. Él solo acariciaba mi cabello y de vez en cuando depositaba tiernos besos en mi cabeza.
Pasaron aproximadamente 5 minutos en los que estuvimos así, hasta que estuve más calmada y mi respiración se fue normalizando. Me separé un poco de Edu, y le sonreí.
— Gracias— dije volviendo a acomodarme en su pecho.
— No es nada, sabes que siempre estaré para ti cielo—dijo besando mi mejilla tiernamente. — Ahora... ¿me puedes contar lo que sucede?
— ¿Ema no te lo ha contado?— dije sorprendida. Debido a su cara de preocupación al entrar pensé que ya lo sabía todo.
— No, solo me ha dicho que me necesitabas— respondió regalándome una de esas sonrisa que solo él lograba, haciendo que un cosquilleo en mi estómago se haga presente.
— Me han estado mandando mensajes Edu— dije agachando mi cabeza.
— ¿Mensajes? Y, ¿eso es malo?— pregunto algo confundido, sin borrar esa dulce sonrisa.
— No cualquier tipo de mensajes — dije mirándolo. Mis ojos ardían y se formó un nudo en mi garganta, avisándo de que estaba a punto de romperme de nuevo.
— No, no llores mi nena— dijo abrazándome. — Solo cuéntame, quiero ayudarte.
— Me amenazan— dije en un susurro casi inaudible. Pero al parecer Edu lo había escuchado.
— ¡¿Qué?! — dijo separándose un poco de mí para mirarme directamente a los ojos.
— Sí, no sé quién es— dije mirando hacia el suelo— primero me llamó y luego me mandó mensajes.
— ¡¿TE LLAMÓ?!— dijo abriendo sus ojos como plato y frunciendo el ceño, estaba enojado.
— Sí. Primero me llamaste tú, luego mi mamá y por último él— dije recordando
— ¡¿QUÉ TE HA DICHO ESE...— estaba realmente exaltado así que decidí calmarlo.
— Tranquilo Edu— dije colocando ambas manos en sus mejillas— si no te calmas no podré contarte— dije haciendo un puchero con mis labios.
Su ceño se relajó y suspiró resignado.
— Está bien Luciana, solo—dijo cerrando sus ojos. Abrió sus ojos fijando su mirada en la mía, sacando mis manos de su rostro para entrelazarlas con las suyas— me preocupo por ti, no quiero que te pase nada.
Sus palabras me habían ablandado el corazón. Era un tierno, era mi tierno. Solo atiné a sonreír como tonta enamorada y lo abracé sin querer soltarlo nunca. Acomodé mi cabeza en el hueco entre su hombro y su cuello.
— Te quiero Edu— dije susurrando en su oído.
— Yo te quiero más mi princesa— dijo imitando mi acción.
*¨*¨*¨
— ¿Qué sabor cielo? — me preguntó dulcemente.
— Almendras — dije sonriente.
Ya habíamos salido de casa para nuestra cita, dejando a Ema un poco más tranquilo ya que no estaba sola.
Edu ya sabía todo, estaba realmente enojado cuando se lo conté, pero luego se tranquilizó cuando vio que me afectaba un poco su nerviosismo. Decidimos olvidarnos de la situación un rato y pasar nuestros primeros momentos juntos como pareja.
En estos momentos me encontraba sentada en una de las mesas de la heladería mientras mi novio (amaba como sonaba) pedía nuestros helados, en el interior del local. Estaba embobada viendo como los rayos de sol le daban un hermoso brillo y color a cada uno de sus rizos. En ese mismo instante, apartó un instante la vista de la chica que lo atendía, para regalarme una de sus hermosas sonrisas.
Se la devolví instantáneamente, hasta que una melodía me sacó de mis pensamientos. Esa melodía de nuevo. De mala gana, saqué el celular de mi bolsillo y abrí aquel mensaje de texto.
Número Desconocido: A mí también me gusta el de Almendras.
No podía estar ocurriendo de nuevo. Seguramente el temor que estaba sintiendo en ese momento se manifestó en mi rostro, ya que al dirigir mi vista hacia Edu, él me miraba preocupado.
Sin apartar la vista de mí, agarró nuestros helados y se dirigió casi corriendo hacia el asiento al lado mío.
— ¿Estás bien?— dijo dándome mi helado correspondiente.
— No— dije con un hilo de voz, no quería llorar de nuevo.
— ¿Otro más?— al decirlo pude ver como todo su cuerpo se tensaba
Yo solo asentí mientras le mostraba el mensaje.
— Es un...— comenzó a decir hasta que mis ojos se encontraron con los suyos. En ese momento su mirada volvió a ser la misma mirada dulce de siempre y una sonrisa tierna se instaló en sus labios — yo estoy contigo ¿Sí? Nada te va a pasar mientras yo esté contigo — me reconfortó mientras me abrazaba por lo hombros. — Ahora, olvidémonos de esto nuevamente, y disfrutemos nuestro tiempo, juntos cielo ¿sí?
— Okey— dije mirando sus orbes verdes. —Gracias por todo
— No es nada, ahora come tu helado tonta— dijo mientas con su dedo sacaba un poco de helado y lo colocaba en la punta de mi nariz.
— Oh no debiste hacer eso — amenace sorprendida aun haciendo lo mismo con él, pero con un poco de más de helado.
— Esto es guerra señorita Araya— y comenzamos con una guerra de helado, risas y cosquillas en aquella mesa ubicada en plena avenida.
Luciana en Multimedia❤
Hooooolaaa!!! ¿Cómo estaan?
Perdón por no subir capítulo: ( Estuve de viaje y no tuve señal toooodo el día!
Gracias por leer, por votar y comentaaar!!!
Son geniaaales!
Alguién más odia a el Número Desconocido??
Los amoo!
Voten si les gustó y dejen sus comentarios!
Un besoo❤
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Guerrera De Cristo. [TERMINADA]
Ficção AdolescenteEsta es la historia de Luciana, una joven que decide encaminarse en el camino de Cristo. Un camino lleno de piedras que querrán hacerla tropezar. Un camino difícil y lleno de obstáculos, por el simple hecho de ser el camino correcto y que para segu...