Seguía con esa duda rondando en mi cabeza hasta que me di cuenta de ya había pasado media hora y yo aún seguía “bañándome”. Me decidí a salir de la ducha y vestirme. Fui directo a mi habitación y me puse lo primero que encontré, no estaba de ánimo para meditar que ponerme. No sé por qué, pero sentía la gran necesidad de estar en la habitación de Eze, solo quería sentir que estaba conmigo.
Me encaminé hacia su habitación, y cuando estuve cerca de la puerta, miles de recuerdos inundaron mi mente, haciendo que una a una, las lágrimas comenzaran a cubrir mi rostro. Mi mano seguía posada en la perilla de la puerta sin tener la valentía para girarla. Hasta que me decidí y la abrí con lentitud.
La sangre seguía ahí, y se distinguía la marca de donde estuvimos Eze y yo sentados. Me acerque lentamente a la cama y me senté en ella. Acariciaba con ternura las sábanas y apreciaba todo lo que había a mi alrededor. Sus posters, sus dibujos, y su escritorio, tan desordenado como siempre. Sonreí amargamente al apreciar su desorden. Me acerque sin ningun apuro a su escritorio. Aprecié su computadora con dibujos de autos sobre ella. Fui viéndolos uno por uno. Ezequiel tenía un talento increíble para dibujar.
Al terminar de verlos, me di cuenta de que un sobre marrón del mismo tamaño de las hojas, se encontraba escondido debajo de una pila de dibujos e imágenes. Saqué todo lo que lo sobreponía y lo agarre. Cuando lo tuve entre mis manos, pude leer una etiqueta que tenía en la parte superior izquierda:
“Hospital de Santa Fe” Resultados de análisis.
— ¿Análisis? — dije confundida para mí misma.
Sentí una curiosidad inmensa y abrí con sumo cuidado el sobre, y vi un montón de papeles y ecografías e imágenes raras que no entendía. Las imágenes las deje de lado y sostuve entre mis manos unas hojas escritas en modo de carta.
Leí al pie de la hoja: “Paciente: Ezequiel Maximiliano Araya.”
— ¿Cuándo se hizo estos estudios? – dije desconcertada.
Seguí leyendo y cada vez me asombraba más y más.
“Tras una serie de estudios, análisis y pruebas, se determina que el antes nombrado posee una enfermedad denominada osteosarcoma…. “
La carta seguía pero no me animaba a seguir leyendo. ¿Osteosarcoma? ¿Qué era eso? No lo sabía pero debía averiguarlo.
Dejé las hojas por encima de la mesa y use la computadora de Eze para averiguar qué era lo que tenía.
Entre inmediatamente a Google y en el buscador puse ese nombre tan extraño, me aparecieron miles de respuestas y me decidí por el tercer artículo. Este tenía por título “Cáncer Óseo”.
Sentí de a poco que mi mundo se derrumbaba. Eze, mi Eze tenía cáncer. Ahora cada pieza encajaba a la perfección. Entendí perfectamente el porqué de su frase “Solo adelanté lo que va a llegar”.
Me decidí a seguir averiguando sobre esta rara enfermedad. Lo único que logre comprender, debido a las palabras tan científicas que se usaban en el informe, era que era una enfermedad progresiva y muy, pero muy dolorosa, además de ser extremadamente rara.
En ningún momento leí la palabra “terminal” o “de muerte”, pero sabía que al ser un cáncer, era una posibilidad lejana, pero una posibilidad.
No entendía porque Ezequiel no me contó nada, ni siquiera mamá me lo contó. Pero ahora lo sabía y tenía miedo, miedo de perder a mi mejor amigo, a mi compañero, a mi guarda-espaldas, a mi consejero, a mi hermano, a mi Ezequiel.
¿Qué haría sin él? ¿Qué haría si esa habitación se vaciaba? ¿Qué haría sin ese tonto que me despertaba todas las mañanas?
Lo amaba, y mucho, y ahora existía la posibilidad de perderlo para siempre. No me lo permitiría.
Lágrimas y más lágrimas recorrieron mi rostro al reflexionar de esta manera, vi mis muñecas recordando viejos tiempos y pensando en la oportunidad de descargarme como antes, pero algo me lo impedía. Seguí meditando si hacerlo o no hasta que lo vi. Vi ese abrigo que a Eze tanto le gustaba. Fui en dirección a él y lo sostuve entre mis manos, recordando el día en que él vino tan emocionado porque por fin pudo comprarse ese abrigo que tanto que gustaba de la tienda de Susy. Sonreí al recordar aquella escena. Fijé mi mirada en aquella prenda y no aguante más y la abracé fuertemente contra mi pecho, no me importó nada, solo quería sentir que Ezequiel estaba conmigo. Todavía estaba su perfume impregnado en aquel abrigo. Me aleje de él, y aun sosteniéndolo entre mis manos, me fije en la hora. Ya eran las 10 p.m. Mañana debía ir a la escuela, por lo menos para distraerme un poco de todo este caos. Me dirigí hacia mi habitación con el abrigo de Eze entre mis manos. Me acosté y abracé nuevamente el abrigo.
— Yo si te amo — dije mientras un par de lágrimas recorrían mis mejillas. Así estuve unos minutos, hasta que el cansancio me ganó y me dormí finalmente.
WOW!!! Creo que todo va teniendo más sentido. Si, estos capitulos son muy fuertes y hay algunos peores... Pero es la realidad de much@s... Asi que quiero que de alguna manera se sientan identificad@s.
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Los amo! Un beso
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Guerrera De Cristo. [TERMINADA]
Novela JuvenilEsta es la historia de Luciana, una joven que decide encaminarse en el camino de Cristo. Un camino lleno de piedras que querrán hacerla tropezar. Un camino difícil y lleno de obstáculos, por el simple hecho de ser el camino correcto y que para segu...