Nigh Teen

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A JunMyeon le agradó el hecho de que SeHun estuviera ausente cuando él y jisoo se mudaron a su casa. Ya tenía suficiente con tratar con la arisca ama de llaves que, sin embargo, trataba a jisoo de manera muy distinta.

JunMyeon había pedido la baja en el trabajo el día después de que SeHun se marchó y se sentía mucho mejor al saber que jisoo no tendría que pasar por el trance de separarse de él todos los días. La niña parecía más contenta. Al haber crecido sin un padre JunMyeon mismo, sabía que a jisoo le vendría muy bien sentirse bajo la protección de SeHun, lo que hacía aquel sacrificio un poco menos desagradable. Su pequeña sobrina nunca sentiría la tristeza de no tener un padre en quien confiar y apoyarse.

El día antes de la ceremonia, en un impulso que ni JunMyeon mismo entendió, se compró un traje de novio y un pequeño ramillete de flores para colocarse en el pecho del traje. Decidió que nadie le iba a impedir vestirse como un novio de verdad, aunque la boda en sí fuese una farsa.

—¿Qué te parece, jisoo? —le preguntó JunMyeon a la pequeña mientras se ponía el traje y se acomodaba el pequeño ramillete en su pecho izquierdo, frente al espejo de la tienda—. ¿Parezco un novio de verdad? Espero que un día te cases con un hombre que te quiera muchísimo.

Al mirarse de nuevo en el espejo con el velo y el traje, pensó que iba a estar tan despampanante como nunca, aunque era una pena sentir que nadie iba a apreciarlo.

Todavía estaba preparando a jisoo para dormirla cuando oyó que SeHun volvía a casa en su coche, ante lo cual se le revolvió el estómago.

En menos de veinticuatro horas iba a ser su esposo. Compartiría su apellido y su vida, pero no su cama...

—Hola. —le dijo SeHun cuando llegó a la habitación donde JunMyeon estaba acostando a la niña.

—Hola. —respondió JunMyeon con voz apagada.

JunMyeon se apartó para dejar que SeHun se acercara a ver a la pequeña, pero, al hacerlo, sus cuerpos se rozaron y el pulso de JunMyeon se aceleró.

JunMyeon se quedó mirando a SeHun, que parecía cansado. JunMyeon lo deseaba, deseaba besarlo, deseaba que SeHun se acercara a él y...

—¿Pasa algo? —preguntó SeHun, sacando a JunMyeon de sus díscolos pensamientos.

—No. —respondió rápidamente—. No pasa nada.

—Pareces... nervioso. —añadió SeHun sin dejar de analizarlo.

—No lo estoy. —mintió JunMyeon desviando la mirada.

—¿Te has instalado ya por completo? —pregunto SeHun optando por aligerar el ambiente.

—Sí. —dijo JunMyeon con una falsa alegría.

—Me gustaría hablarte sobre nuestro viaje a china. —le dijo SeHun—. Nos vemos en mi estudio en veinte minutos. Antes me gustaría afeitarme y ducharme.

JunMyeon fue a buscar una bandeja que Yuqui, quien tenía el día libre, había dejado con café y tarta. La llevó al estudio de SeHun para esperarlo allí.

Éste llegó poco después, luciendo unos pantalones vaqueros y una camiseta que hicieron que el pulso de JunMyeon, de nuevo, se disparara.

—¿Cómo te ha ido el viaje? —le preguntó JunMyeon, tratando de disimular la reacción que le había causado.

—Me imagino que trayéndome el café y preguntándome ese tipo de cosas estás ensayando tu papel de esposo. —dijo SeHun.

—Puedes pensar lo que quieras. En realidad, no me importa cómo te fue en tu estúpido viaje. Sólo estaba siendo educado. —contestó JunMyeon ofendido por la actitud de SeHun y reprimiendo sus ganas de llorar.

No soy ÉL -SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora