Thirty one

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JunMyeon se tapó la cara con las manos y gimió, pensando en la posibilidad de que las cosas empeoraran.

SeHun se levantó cuando JunMyeon volvió a la mesa.

—¿Quieres bailar conejito? —oferto SeHun.

En un primer momento, JunMyeon deseó poder poner alguna excusa, pero decidió que sería mejor bailar que quedarse allí sentado con el resto de los invitados. A saber, qué más habrían oído decir de su hermano gemelo.

—Está bien. —dijo JunMyeon—. Pero debo advertirte, bailo muy mal.

SeHun lo llevó a una esquina del salón dónde había menos gente y bailaron.

—Yifan me dijo que eras un excelente bailarín. —dijo SeHun con cierta consternación por lo que le acaba de decir victoria y las cartas que le dejo su padre. Aun le era difícil entender, pero tal vez JunMyeon se haya desenamorado de Yifan muy rápido luego de su muerte.

—No sé nada sobre eso. —contestó JunMyeon, apartando así las ideas que atormentaban a SeHun.

—Has estado como ausente toda la noche. ¿Qué es lo que pasa? ¿Te preocupa tener que quedarte en Beijín más tiempo del que habíamos planeado? —pregunto SeHun notando el triste semblante de JunMyeon—. Lo siento, pero no he podido hacer otra cosa. Tengo asuntos que arreglar aquí antes de que podamos volver.

—No, no es eso SeHun. —JunMyeon miró a SeHun y finalmente tomó una decisión—. ¿Nos podemos ir a casa? Tengo que hablar contigo... a solas.

—¿Es eso lo que quieres? —preguntó SeHun acercándolo más a él.

—Sí. —murmuro JunMyeon.

Mientras se dirigían de regreso a la casa, SeHun apenas habló.

—Estás muy guapo esta noche conejito. —le dijo SeHun finalmente nada más llegar a la villa.

—SeHun... —JunMyeon se humedeció los labios y, antes de que se diera cuenta, SeHun estaba besándolo, allí mismo, nada más salir del coche.

SeHun sintió cómo JunMyeon se derretía por aquel beso cuando empezó a besarlo con más pasión. Empezaron a tocarse mutuamente, SeHun acarició sus pezones a través de la tela de la camisa mientras que JunMyeon le acariciaba su cuerpo.

SeHun introdujo su mano dentro del pantalón de JunMyeon rompiéndole las costuras y le tocó su delicios sexo que se escondía entre sus redondos glúteos, los toco acariciando cada centímetro de aquella íntima parte de su cuerpo, penetrándolo con los dedos después hasta que JunMyeon ya no pudo aguantar más y volvió a sentir de nuevo aquella explosión de placer, como si en vez de sangre fueran burbujas de champán los que recorrían sus venas.

JunMyeon se sintió desconectado de todo, como si nadara en un océano de placer. Cuando abrió los ojos, se encontró con los oscuros ojos de SeHun mirándolo; él también parecía satisfecho de haberlo hecho correrse solo con sus dedos y en sus ojos se veían las llamas de pasión, una pasión que JunMyeon estaba seguro de continuar en la habitación, pero no podían hacerlo sin antes confesarle la verdad, no podía seguir aplazando la verdad.

—No te escondas de mí, conejito. Me gusta ver el brillo del placer en tus ojos. —le dijo SeHun tomándolo por la barbilla cuando éste trató de apartar su mirada.

—No me estoy escondiendo de ti SeHun. —le aclaró JunMyeon soltándose de él—. Vamos adentro, tengo frío.

SeHun lo siguió hacia la casa frunciendo levemente el ceño.

—¿Qué pasa? —le preguntó JunMyeon a Yuqui, que estaba dando vueltas en el vestíbulo—. ¿Está bien jisoo?

—jisoo está bien. —contestó Yuqui, dirigiendo su mirada hacia el salón.

No soy ÉL -SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora